Estoy sentada en el borde de la cama de Axel, observando la pantalla de mi teléfono móvil, en la cual puedo apreciar una fotografía en la que Chelsea y yo salimos juntas, sonriendo. Nos la hicimos un día que fuimos de fiesta. Ambas vamos maquilladas, ella con un vestido rojo ajustado y yo con uno de color negro. Recuerdo ese día demasiado bien; Chel intentó liarme con el portero de la discoteca. El chico se ponía rojo a cada palabra que mi amiga soltaba y yo no podía parar de reírme; al final acabamos haciéndonos amigos.
Una lagrima cae por mi mejilla hasta colisionar contra la pantalla, emborronando la imagen y mi visión. Aún no me puedo creer que se haya sacrificado por mí. Tengo que parar esto como sea. No puedo estar así siempre, con personas que dan su vida por salvar la mía.
El dispositivo comienza a vibrar en mis manos, dando paso a una llamada telefónica que corresponde a mi padre. La fuerza se me va de las manos y el móvil cae contra el suelo. Sujeto mi cabeza a la vez que nuevas lágrimas resbalan por mi piel. Estoy tentada de responder y de llamar al resto de mi familia para decirles que estoy bien, pero me mantengo fuerte y no lo hago. No sé qué me duele más, hacerles creer a todos que estoy muerta o que mi padre sepa de mi existencia justo el día de mi supuesta muerte. Aunque, sin duda alguna, lo sucedido con Chelsea, Andriu y Claudy, el padre de Bonnie... es lo que más está apuñalando mi corazón.
Noto el colchón hundirse a mi lado y luego un brazo rodear mis hombros. Él me aparta las palmas de la cara y me conduce hasta su pecho, resguardándome en él. Los dedos de su mano libre se entrelazan con los míos, apretándolos con fuerza mientras sus labios presionan la zona de mi coronilla. Sollozo al sentir su cercanía. Estamos en esta posición hasta que la llamada se corta. En ese momento, Axel respira hondo y me dice lo siguiente:
—Creo que deberías apagarlo.
Me sorbo los mocos y me incorporo, alejando mi cuerpo un poco del suyo. Le miro, con los ojos enrojecidos de tanto llorar y la nariz levemente taponada. Él se agacha y recoge el dispositivo del suelo, acto seguido, me lo tiende para que haga lo propio. Lo tomo y, después de mirar el rostro de mi amiga por unos segundos más, lo apago.
—¿Vas a tener la tentación de volver a encenderlo? —me pregunta en un susurro.
Me aparto la agüilla salada de los ojos con la tela de la camiseta de mi novio que llevo puesta y muevo la cabeza en respuesta afirmativa. Le entrego mi teléfono para que se encargue de mantenerlo lo más alejado posible de mí. No tengo duda de que en algún momento sucumbiré a esos deseos que tengo de ponerme en contacto con mi madre, mi tío y mis abuelos.
Williams se levanta de mi lado y camina hacia el armario que hay a mi espalda. Me obligo a no mirar para no saber en qué parte esconderá el teléfono. Cuando termina, él vuelve conmigo, pero esta vez se queda de pie enfrente de mí.
—¿Dijeron algo más en las noticias? —cuestiono mirándole desde abajo.
Este niega con la cabeza, al mismo tiempo que me coge las manos para acariciarlas con suavidad bajo el tacto de sus dedos pulgares.
—Quiero que todo esto acabe —confieso—. Creo que la única forma de pararlo es entregarme.
Axel aprieta mis manos, descontento por mis palabras.
—No digas tonterías —me regaña—. Si crees que todo esto finalizará con tu muerte, estás muy equivocada.
—Es que no quiero que nadie más muera por mi culpa. —Nuevas lágrimas se deslizan por el barranco de mis ojos, empapando todo a su paso.
Axel suspira con exasperación y se arrodilla ante mí. Deja nuestras manos sobre mis piernas, entrelazadas entre sí. Pasa la lengua por su labio inferior y, después, lo muerde con fuerza.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...