Las puertas de la parte trasera de la furgoneta son abiertas por dos chicos, en el instante en el que el motor deja de funcionar. En cuanto ambos bajan de ella, nos hacen señas con las manos para que descarguemos el material que nos será necesario para poder poner en marcha el plan. Tras levantarnos del suelo del automóvil, cada uno carga con lo que puede y se lo pasa a los jóvenes que están fuera, quienes no tardan en colocarlo sobre el asfalto de la carretera. Los que terminan, bajan con ellos.
Agarro uno de los sacos blancos que, en el momento en el que me lo echo a la espalda para llevarlo con mayor facilidad, suena como cristales chocando entre sí. Deben de ser las botellas para hacer las bombas de las que Jayden nos habló con anterioridad.
Al ver que aún puedo llevar algo más, me acerco a uno de los bidones de gasolina y lo cojo con la mano que me queda libre. Una vez que me aseguro de tenerlo todo bien sujeto, me doy la vuelta y camino hacia la salida de la furgoneta. Les paso las cosas a las personas que se encuentran fuera, que ya son la mayoría, y, a continuación, bajo de un salto.
Esto causa que me balancee un poco por la pérdida momentánea del equilibrio, sin embargo, Andriu no se demora en posicionarse a mi lado para evitar que me precipite al suelo, cosa que le agradezco con una pequeña sonrisa. Ella me la devuelve, pero con ese aire tristón que llevaba desde horas atrás.
—Kelsey, toma. —La voz de Axel se hace presente a mi espalda.
Cuando me doy la vuelta, le veo todavía dentro del automóvil, tendiéndome un par de cinturones con las balas de cada una de nuestras armas. Estiro los brazos hacia a él y tomo las cosas entre mis manos. Hecho esto, se lo paso a la pelo azul para que vaya poniéndolo donde corresponda.
Vuelvo a girarme y le ofrezco una mano a Axel, con la intención de ayudarle a descender. Tras agarrarla, salta del vehículo. En cuanto se sitúa a mi vera, dirige la mirada hacia nuestras manos entrelazadas, con el ceño ligeramente fruncido.
—Tienes frío —afirma subiendo sus ojos hasta los míos.
Asiento con la cabeza para confirmar lo obvio. No le falta razón, creo que parezco un cubito de hielo, y solo porque no se me ha ocurrido coger un abrigo antes de salir de casa.
Sin yo esperármelo, él toma mi mano libre y lleva ambas hacia su boca. Su cálido aliento da contra la piel de estas, lo que hace que yo vuelva a sentirlas al cabo de unos segundos. Nuestros ojos están fijos en los del otro y, por unos instantes en los que me sumerjo en ellos, todo lo que hay a mi alrededor no existe. Desaparece, como si de un sueño del que te estás despertando se tratase. Pero este sentimiento se va igual que ha venido cuando la voz de Jayden hace acto de presencia.
—No te preocupes por eso, Axel —interviene el dilatas—. Pronto todos entraremos en calor.
Desviamos la vista hacia a él, quien se encuentra a unos pasos de nosotros. Este le echa una rápida mirada a los edificios del polideportivo para hacernos ver a lo que se refiere.
Axel aparta mis manos de sus labios, sin soltarlas en ningún momento. Jayden camina hacia la furgoneta y se dispone a cerrar ambas puertas; acto seguido, las golpea un par de veces con unos de sus puños para hacerle la señal al conductor de que ya se puede marchar. Esta acción logra confundirme un poco, y mucho más cuando el automóvil vuelve a arrancar y comienza a alejarse del lugar.
—¿Por qué se va? —cuestiona Fred con confusión en su voz.
Cuando posamos la vista en él, podemos observar su cara de incredulidad ante la situación, mientras que las personas que han decidido acompañarnos en esta rebelión se mantienen con una expresión facial neutra, como si ya supiesen de que va todo esto.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...