Mis ojos ruedan de un lado a otro de la puerta que pertenece a la antigua vivienda de los Williams, buscando las fuerzas para poder llamar y que los nuevos inquilinos me abran. Pero todos los pensamientos de que, quizás, me estoy metiendo en el terreno sentimental de Axel invaden mi cabeza, haciéndome darle vueltas a la opción de que él se enfade aún más cuando se entere de esto.
Era su casa. Donde vivió por diecisiete años. Es donde tuvo lugar el asesinato de su madre, cosa que él presenció. Siento como si estuviera a punto de entrar en sus recuerdos más tormentosos. Y a nadie le gusta que hurguen en esos recuerdos, ya que estarías abriendo una herida ya cicatrizada. Sin embargo, debo hacerlo para sacar algo en claro y ayudarle.
Después de haber respirado con lentitud durante unos segundos, golpeo la madera de la puerta con mis nudillos, provocando un sonido leve que consigue resonar por el lugar a causa del eco que hay en todo el pasillo.
—¡Ya voy! —Una voz suave, perteneciente a una mujer, entra en mis oídos.
Rebusco entre los bolsillos de mi abrigo la placa policial mientras espero a que me abran. Una vez que mis dedos rozan el material frío con el que está hecha, la agarro con fuerza contra la palma de mi mano, como si la situación me provocase demasiados nervios. La puerta de la casa se abre de repente, haciéndome pegar la mirada en la joven mujer de cabellera rubia que me observa sonriente desde el interior de su piso.
—¿Puedo ayudarte en algo? —inquiere ella con dulzura.
—Sí. —Asiento con la cabeza al mismo tiempo que saco la placa del bolsillo y se la muestro—. Kelsey Davenport, de la policía de Nueva Orleans. Debo pedirle que me deje entrar un momento a su vivienda.
La sonrisa de la chica cae en picado, mostrándome una expresión seria y de confusión en su rostro.
—¿Pasa algo, agente? —pregunta en un hilo de voz apenas audible.
Vuelvo a guardarme la placa en el bolsillo.
—No, solo vengo por el asesinato que tuvo lugar aquí hace seis años. No sé si sabe lo que ocurrió —explico.
Saco la orden de registro y se la enseño, dándole el tiempo suficiente para que ella pueda leerla. La mujer se acerca y la ojea por encima. Tras unos minutos en los que no dice nada debido a lo concentrada que se encuentra leyendo el impreso, sube sus ojos hasta los míos.
—Sí, sé lo que ocurrió —afirma—. Pero mi familia y yo llevamos viviendo aquí algo más de un año, no creo que pueda encontrar pista alguna sobre los asesinatos.
—Lo sé de sobra, solo quiero echar un vistazo. —Guardo la hoja donde estaba.
—Oh, pues entre. —Se echa a un lado y me hace un gesto con la mano para que haga lo propio.
Después de mostrarle una leve sonrisa en mis labios, entro con pasos lentos en la antigua casa de Axel y su familia. El salón es lo primero que aparece en mi campo de visión; es amplio: a la derecha se encuentra un pequeño espacio para el comedor, en la que hay una gran mesa con cinco sillas y, luego, a unos metros de este, está el sofá. Enfrente de él descansa un mueble con distintos estantes en el que hay una pequeña televisión en el hueco que se halla en el medio. A mi izquierda se ve, lo que parece ser, la cocina y el pasillo que conecta el salón con el resto de habitaciones que hay más adelante.
—¿Habéis cambiado la distribución de la casa? —le pregunto a la mujer dándome la vuelta para poder verla.
—No. —Niega con la cabeza al mismo tiempo que cierra la puerta a su espalda—. Está todo igual que antes. Solo hemos cambiado los muebles que había, ya que el dueño del piso se los llevó en cuanto lo pusieron a la venta.
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Liberación | EN FÍSICO |
AcciónDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...