Un suave y cálido tacto se hace notar por la piel de mis mejillas, acariciándola muy lentamente. Esta simple acción hace que abra los ojos. En cuanto lo hago, la poca luz de la mañana que entra por el cristal de la puerta de la terraza se adentra en ellos, provocando que los vuelva a cerrar por una milésima de segundo.
En el momento que separo los párpados, nuevamente, dirijo la mirada hacia la persona que sigue tocando mis mejillas. Axel aparece en mi campo de visión, sentado en el borde del sofá y con una de sus manos acunando mi rostro. Cuando se da cuenta de que me he despertado y le estoy mirando, no tarda en mostrarme una pequeña y tierna sonrisa en sus labios.
—Buenos día, reina —me saluda él, pasando los dedos de sus manos por mi frente y apartando los mechones de pelo que hay sobre la misma.
—Buenos días. —Sonrío y, al segundo, bostezo.
Me acomodo en el lugar, dándome la vuelta hasta quedar boca arriba. Axel baja su mano hacia las mías, las cuales mantengo sobre mi abdomen. Sus dedos acaban por entrelazarse con los míos y no puedo evitar sonreír como si fuese boba.
—¿Por qué has dormido aquí? —me pregunta con curiosidad.
—Phillip y tú os quedasteis dormidos en la cama.
—Cabías de sobra con nosotros. —Se ríe.
—Os hubiese tirado al suelo en menos de dos minutos —le recuerdo mientras arqueo ambas cejas.
—Es verdad —admite—. Tú y tus famosas patadas de guerrera.
Suelto una breve risotada, intentando que no salga muy fuerte para no despertar a Lipy, ya que creo que sigue durmiendo. Aparto las manos de la suya y poso las palmas de estas sobre el sofá, después procedo a incorporarme, despegando la espalda del mismo hasta quedar sentada en él. Axel se mueve un poco hacia un lado para darme el espacio que necesito para cruzar mis piernas como los indios y poder estar así más cómoda a la hora de hablar con él.
—¿Qué hora es? —cuestiono—. Tengo que ir a trabajar.
—Las ocho y algo. —Se encoge levemente de hombros—. He venido a despertarte por eso, aunque preferiría que te cogieses el día libre para pasarlo con Phillip y conmigo. O usarlo para que puedas descansar, creo que lo necesitas.
Me llevo las manos a mi rostro, restregándolo levemente debido al sueño que tengo todavía. Estoy en esa posición durante unos instantes, pensando en la opción que Axel me ha dado, pero no puedo aceptarla. Quiero acabar con esto lo antes posible. Además de que necesito hablar con Chelsea sobre todo esto, no me gusta la idea de estar sospechando de esta forma de una persona que ha sido mi amiga desde que llegué a la ciudad. No se merece el comportamiento que estoy teniendo hacia a ella, al menos, no hasta que se explique. Sí, está actuando de una manera que irradia extrañeza. Pero una parte de mí me dice que todo puede ser un malentendido.
—No, debo ir a comisaría —rechazo su propuesta.
Aparto las manos de mi cara y las dejo caer sobre mis piernas. Al fijar los ojos en los de Axel, veo como su expresión se vuelve a una que muestra un poco de desilusión, pero no tarda en sonreírme como respuesta.
—¿Te duelen los golpes de la cara? —me pregunta observándome los hematomas que sigo teniendo por uno de mis pómulos y ojos.
Niego con la cabeza para hacerle saber que todo está bien.
—¿Y las del resto del cuerpo?
Vuelvo a negar, pero él me mira como si no me creyese del todo.
—Duelen, pero es soportable. Apenas noto que están ahí —declaro.
Gracias a la crema que él me compró, ha desaparecido ese color morado que había en ellos. Ahora son de uno más suave que, a pesar de que se siguen percibiendo a simple vista, no dan mucho el cante. Sobre todo, los de la cara, esos son los que menos se ven ahora.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...