Hydra Lerna vive en un mundo muy diferente al tuyo.
En la nueva sociedad los humanos se extinguieron y su lugar fue ocupado por licántropos: personas que mutaron y adquirieron nuevas habilidades, similares a las antiguas leyendas de hombres lobo. P...
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—Estamos investigando, mis colegas de la Universidad 19 y yo —comentaba Maestro mientras creaba un remolino de vino en su copa—. Se cree que el famoso Cristóbal Colon de los humanos. El individuo que descubrió América...
—Ya —escuchaba atentamente Milla, entrelazando sus dedos delante del rostro.
—Bueno, estamos investigando sobre él en antiguos documentos porque se cree que era travesti. Uno de los principales argumentos se basaba en su particular cabello y sus ojos saltones, pero se desconoce la verdad porque los humanos se sentían muy sensibles con el tema de la sexualidad o su identidad de género. Y, es más, creían que la homosexualidad no era natural.
Hubo algunas risillas dispersas en la mesa. Nuca y Cartílago se lanzaron una mirada preocupada, ellos tenían suerte de no haber nacido humanos porque en ese mundo los hubieran discriminado, pero en este sistema lo discriminaban por su debilidad y su posición social, lo que me parecía un poco menos delirante, más justo.
—¿Me pasas la carne? —preguntó Mar, del otro lado de la mesa—. Oye —Hizo un sonido gutural, como una especie de gruñido que demostraba lo fastidiosa que estaba—. Remo, te estoy hablando, tarado.
—Aquí tienes tu carne —respondió su hermano, agarrándose partes privadas y agitándolas.
—Eres repugnante —ella avinagró el rostro y reculó con la silla—. ¡Mamá Remo se está tocando otra vez!
—¡Remo! —chilló Rudy desde la otra punta.
—Deja que lo disfrute —intervino Tiara—, la única persona que lo toca es él mismo.
Cet se mordió el labio para no reír.
—¡Pásame la carne! —insistió Mar.
—No, eso te enseñará a no pisar mis naipes otra vez —respondió Remo con la boca llena—, ni usarlas como abanicos ¡Son de colección, por amor a los dioses!
—A nadie le importan tus estúpidos trucos de magia, fracasado —respondió ella, soltando violentamente el teléfono celular sobre la mesa.
—Tampoco a nadie le importa que le textees pero ya ves que piso tu teléfono, solo pido respeto.
—¡Basta de una vez! —vociferó Rudy, apretó los labios en una fina línea, entornó los ojos y los fulminó con la mirada a ambos, luego llevó sus ojos hacia mí y me observó revolver sin interés la comida—. ¿Qué te sucede querido?
—Nada, estaba disfrutando de la discusión.
—Es lo del médico, mamá —delató Mirlo, ella estaba sentada a mi lado.
—¡Mirlo! —Le di un puntapié.
Ella soltó el tenedor enfada, abrió los ojos enervada y me encestó una patada debajo de la mesa. Agarré mi cabellera húmeda después de la ducha e hice ademán de querer arrancármela.