Se levantó, fue hacia un aparador con fotografías y libros, agarró un periódico doblado y me lo tendió. En el se veía mi fotografía (una no muy buena), bajo el rotulo «¡El gen de los humanos se repite!» había varios diarios matutinos todos con diferentes encabezados «Nace primer humano en casi mil años» «Se descubre un humano y es inmune»
—Y mañana estará en los periódicos de los demás países.
Lo miré anonadado, lo peor de mi cólera era que nunca podía descargarla sin perder dignidad y quedar como debilucho. Cuando me enojaba era igual que una mariposa o un bebé molesto: no te causa ni una pizca de respeto.
—Al tener un gemelo licántropo llegué a la conclusión de que desarrollaste una inmunidad a la enfermedad que altera nuestros genes. Te mordieron varias veces y ni así te contagiaste. Eso me hace pensar que había inmunes antes, pero fueron devorados y el gen se despertó en ti como los anteriores casos que te cité. Lo averiguaré, descubriré el por qué, pero ya sé qué eres. Sin lugar a dudas. De todos modos, no te necesitaré para hacerlo, pasaste tantos años visitando a médicos y sometiéndote a pruebas de todo tipo que tengo lo que necesito para continuar con la investigación.
—¿Por qué? —pregunté comprimiendo mi voz a un susurro porque de otro modo gritaría hasta perder la garganta.
—No podía dejar al mundo sin este descubrimiento —recorrió la habitación con sus manos como si viera la audiencia—. Sería un pecado para la ciencia. Lo siento, pero no me mires como si fuera un monstruo.
Se inclinó sobre una de sus gavetas y extrajo un regordete sobre de papel madera, me lo arrojó y lo agarré, era mullido, lo abrí recelosamente y en su interior descubrí fajos de billetes. Eso era lo que ganábamos en un mes todos los de Betún.
—Eso es lo que pagó solo la revista científica, mañana tendrás las membrecías de los periódicos y cada vez que nombren tu caso tendrán que pagar patente, a mí principalmente que fui el del descubrimiento, pero compartiré la mitad contigo. Entre los billetes encontrarás los datos de una cuenta bancaria a tu nombre en donde iré depositándote más ganancias. Si las cosas van bien, podrías ganar mucho dinero por años. Podrías cambiar la vida de toda tu manada ¿No hay un sueño que querrían cumplir?
No podía hablar, rápidamente se me vinieron millones de cosas a la cabeza.
Podría pagarle la Universidad a Ceto y verdaderamente tendría posibilidades de llegar a juez o gobernador, Yunque podía tener la prótesis de una mano, Cuarzo y Tibia nunca habían ido de luna de miel ¡Y pronto tenían un bebé! Mirlo podría reducir horas en ese odioso restaurante, podía invitarla a salir como una pareja normal, en una cita normal, en un maldito hotel o algo. Panda y Pato querían bicicletas nuevas y Runa podría usar un casco en lugar de una cacerola para calmar su manía con el granizo o mejor aún podría llevarla a un terapeuta y que superara su temor al hielo.
Y la lista seguía.
Tragué saliva con cautela.
—Puedo desmentirme, lo haré —aseguró—, prometo hacerlo, aunque no prometo que otro médico no se sienta atraído por el artículo y no siga la investigación como lo hice yo y tal vez ese otro no comparta las ganancias contigo.
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La ciudad de plata
Science FictionHydra Lerna vive en un mundo muy diferente al tuyo. En la nueva sociedad los humanos se extinguieron y su lugar fue ocupado por licántropos: personas que mutaron y adquirieron nuevas habilidades, similares a las antiguas leyendas de hombres lobo. P...