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 La fiesta no era del asco, pero era como cualquiera reunión social: una pérdida de tiempo

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 La fiesta no era del asco, pero era como cualquiera reunión social: una pérdida de tiempo.

Fue en la costa para que Mirlo, Yunque y Cet no entraran en la ciudad, colocaron luces de velas para evitar los destellos blancos y les dieron nuevos trajes a mis amigos. Eran más ceñidos al cuerpo, de malla, con una máscara de oxígeno ovalada y traslucida, podía verles el rostro lo que fue un avance porque estaban todos radiantes. Se veían como astronautas. Cada uno cargaban un tanque de oxígeno en la espalda.

Todos se la pasaban bomba a excepción de Mirlo.

Ella le iba muy mal lo de ocultar sus pensamientos, su rostro era el espejo de sus sentimientos y noté que, aunque se esforzaba, no se sentía cómoda con los humanos. Reía muy poco por lo feliz que era ella todo el tiempo, me agarraba constantemente la mano y apretaba como si quisiera recordarse que seguía allí. Además, me seguía a cada lado que yo fuera.

Me hacía sentir alagado que me necesitara tanto, ella era una chica ruda e independiente, generalmente se las arreglaba sola cuando tenía problemas, pero ahora se había convertido en mi sombra.

Yun se quejó de que la malla de fibra sintética fuera tan ajustada al cuerpo porque realzaba sus tetas y su barriga abultada y adiposa. A pesar de que estaba dentro de un traje sus alergias habían empeorado.

Cet se veía como un luchador profesional, era más alto y formidable que el resto de los humanos, con los músculos de los brazos notándose bajo la malla como cuando quieres ocultar algo tras la alfombra.

Había muchas mesas en la orilla, una banda de músicos entonaba una melodía que te desconectaba del resto del mundo. Nunca había oído esos instrumentos. Incluso había un escenario donde nos mostraron una obra con todas sus costumbres. Fue de lo más embarazoso sentarse en la primera fila del teatro improvisado que habían montado, porque, aunque tratábamos de contemplar la obra, todos tenía los ojos puestos en nosotros, incluso los actores.

Los humanos eran más raros de lo que decían los libros de historia.

La obra no seguía un hilo de historia, trataba de un humano que había perdido la memoria, por eso inspeccionaba la Ciudad de Plata como si fuera la primera vez y el resto de los humanos le contaban la cultura de su especie.

Tenían un día para festejar el amor, se llamaba San Valentía... o algo así. Los doctores no te hacían pelear por tu puesto en el hospital, generalmente te daban una camilla si estabas enfermo y ya, no debías ganártela, ni debía combatir nadie en tu lugar, en sus colegios enseñaban sociales, trabajaban todos en fábricas desde los quince años, no importara si fueras hija del presidente o un simple individuo más, te tocaba fabricar comestibles o cualquier tipo de cosas.

Estaban locos con las industrias, tenían para casi todo, lo que convertía el aire de la caverna en oxígeno sucio y cargado.

Mirlo levantó la mano a mitad de la obra y preguntó qué eran los Descerebrados y por qué los fabricaban, pero nadie la oyó, incluso cuando terminó la función comenzó a investigar con cada uno que se topaba qué eran los Descerebrados, pero todos partían en risas o respondían:

La ciudad de plataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora