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S&N

Un silencio siniestro pareció caer en la calesa. Hasta Yukito lo sintió, y volviéndose hacia Naruto le pregunto con incertidumbre:


-¿Ocurre algo, maman?¿no quieres ir a casa del costurero con nosotros?


Naruto inspiró profundamente para controlarse.


-¡Pero por supuesto, mon cour!-dijo con una sonrisa forzada-¡Es solo que me hubiera gustado que tu papá lo hubiese discutido conmigo primero!


Sasuke le sonrió con ironía.


-De ese modo habrías encontrado una excusa para no venir.


-¿Por qué?-preguntó el niño con curiosidad-¿no te gusta el costurero?(1)


-Si, si-dijo forzando una sonrisa-por supuesto que me gusta. Es solo que tenía planeado hacer otras cosas más tarde.


-¿Cuales?-preguntó con inocencia y Naruto sintió el deseo nada maternal de amordazarlo.


-Ya lo he olvidado-respondió con impotencia.


-Entonces puedes venir con nosotros ¿oui?


Sasuke ahogo una risita mientras Naruto asentía con la cabeza y el viaje a Natchez transcurrió en una calma aparente. "¡Como se atreve!", pensaba Naruto con furia "¡como se atreve usar a Yukito como un arma en contra mio!". Entonces se volvió hacia Sasuke y sintió deseos enormes de abofetearlo. "Si estuviéramos solos..."


El señor Hayate vivía en una bonita cabaña blanca en las afueras del pueblo. Una cerca rodeaba la casa y el jardín estaba lleno de hermosas rosas amarillas. Sasuke detuvo los caballos y con rostro inexpresivo, rodeo la calesa y ayudó a bajar a Naruto. Ocultando la risa que le producía su expresión iracunda, lo tomó del brazo y susurró:


-El señor Hayate es un doncel muy agradable, no debes temerle.


Naruto se negó a mirarlo a los ojos, y como un condenado a muerte, permitió que lo escoltase hasta el salón del señor Hayate. Era una habitación acogedora y alegre, con muebles de roble que brillaban por el intenso pulido. El señor Hayate los recibió con una amplia sonrisa mientras su ojo experto recorría el cuerpo delgado de Naruto.


-Creo que varias de las prendas le irán a la perfección ¡que suerte!-al ver que Yukito observaba la habitación con la expresión de quien está a punto de hacer una travesura, el doncel dijo alegremente-¿tal vez podamos hacer que el pequeño se pruebe la ropa primero?-entonces se dirigió hacia Naruto-Su suegra solo ordenó lo que consideró necesario, pero si usted desea algo más, solo tiene que pedirlo.


Naruto aguardó a que el señor Hayate desapareciera con Yukito y entonces se volvió hacia Sasuke.


-¿Como se atreven ustedes los Uchihas?¿como se atreve usted y su madre actuar a mis espaldas de ese modo?¡Nosotros no necesitamos de su caridad, monsieur! Si me devuelve mi dote me iré y de ese modo no tendrá que avergonzarse por nuestro aspecto.


Sasuke lo observó con expresión pensativa. Si en verdad estaba actuando, su representación era perfecta.


-¿Por que te molesta tanto que te obsequie unas pocas prendas? Tal como sabes, yo soy un hombre rico. Tu mismo has admitido que solo estás aquí por dinero, así que ¿por que te opones a que gaste un poco de dinero en tí?


-¡No queremos nada de usted, monsieur!-le dijo con orgullo-¡excepto lo que nos corresponde legítimamente!


-¿Por que no considerar la ropa como parte de tu dote?


-¡Ropas!-exclamó con desprecio-¿usted cree que yo desperdiciaría el dinero en ropas?


-¿Y para que lo usarías?¿joyas?¿un carruaje más grande que el de cualquier otro doncel?


-¡El dinero tiene un solo propósito!-respondió con fervor-¡salvar el castillo Namikaze!


-Ah, si...la tierra de tus ancestros-dijo con ironía Sasuke.


-Usted no me cree, pero es la verdad, monsieur.-le dijo mientras le daba la espalda.


-¿Tan verdadero como el certificado de matrimonio que agitas bajo mi nariz?-preguntó con cinismo.


-¡Es usted despreciable!-dijo Naruto dándose la vuelta para enfrentarlo-¡desearía no haberlo conocido jamás!


-No más que yo-dijo con los dientes apretados tomándolo de las muñecas y acercándolo a su cuerpo. Era demasiado tentador, y, lanzando una maldición, Sasuke capturó su boca en un beso voraz. Sin embargo, pronto comprendió su error ya que el cuerpo de Naruto era demasiado embriagante para él.


Para el doncel, el beso fue igualmente devastador. Luchó con impotencia para contener el deseo que crecía en su interior, pero todo fue inútil. De forma inconsciente, le devolvió el beso y se estrecho con fuerza contra su cuerpo.

NO ENGAÑES A MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora