** Advertencia** Canibalismo, Masoquismo y sentimentalismo UwU.
< Akiraka pov >
Lo abracé con fuerza, sintiéndome cohibido pero aferrado a su aura, podía sentirla apaciguada, más de lo normal, tal vez cansancio. Sentí un liquido escurrirse por la piel de mi espalda, fue cuando me percaté de que había sangrado, por lo fuerte que me había estrechado entre sus largas uñas cuando aún estaba transformado, pero no le tomé importancia, ya que en pocos segundos, probablemente ya me habría regenerado.
Entre el beso, sentí como sus facciones y articulaciones se ablandaban, y pude percatarme de su inconciencia en cuanto su cuerpo se recostó sobre el mío pesadamente, y tuve que sostenerlo para que no se deslizara hasta caer.
Deposité un beso en su frente, acariciando su pelo y mejillas, y sonriendo de forma insconciente, mientras me dirigía hasta otra habitación más limpia, y lo dejaba un momento, mientras iba a la que habíamos utilizado, dispuesto a cambiar las sábanas y limpiar un poco alrededor. Abrí un pocos las ventanas, gruñendo un poco al sentir el sol chocar con mi cara, pero terminé por dejar todo de forma impecable, al igual que el cuarto de baño, lo cual me agotó considerablemente, pero aún no podía descansar, no sin dejar a mi pelinegro de forma adecuada.
Luego de eso, opté por ir nuevamente en la habitación en donde había dejado al contrario de ojos impares, y cargarlo entre mis brazos, dejándolo en la cama ya limpia, y arropándolo suavemente entre las sábanas y frazadas. Tuve que encaminarme hacia el cuarto de lavado, donde coloqué toda nuestra ropa y sábanas y demás en el lavarropas, suponiendo que tardaría un buen rato en lavarse por completo. Me encaminé en la cocina, cuando me percaté de que la carne ya se había ablandado por completo, y la dejé reposar un momento en el refrigerador, pues tenía en mente ir a casa de Alexander, y traer un poco de ropa suya para que se sintiese más comodo aquí.
Me coloqué mi gabardina de siempre, junto con mis zapatos y las llaves de la casa. Coloqué el teléfono del pelinegro en la mesita de luz, por si algo ocurriese, podría sentir cuando le llamaba.
Camine con la mirada inmersa en el suelo, el cual se transformaba en una materia diferente a medida que avanzaba en el camino. Ya estaba acostumbrado a caminar para ir a cualquier lugar, la tecnología no me llamaba la atención, por alguna razón que desconocía, pero también me daba curiosidad.
Llegué hasta la residencia con un leve suspiro, sintiéndome algo nostálgico, recordando la primera vez que me había encontrado y visto a Alexander, con esa mirada afligida e inocente que lo caracterizaba, a pesar de tener 27 años, aunque el pensara que no lo sabía, yo sé todo de él, o al menos la mayoría de las cosas que el cree que no sé.
Entré en la residencia con sigilo por la ventana del primer piso, divisando la habitación de Alexander, a la cual había entrado muy pocas veces, incluso a veces solo por casualidad, pero ya era suficiente para distinguirla de la de Daniell. Tomé algunas prendas de ropa suyas, que incluso me atreví a olisquear porque su olor me volvía loco, pero no quise entretenerme más, por lo que tomé algunos pares de ropa, camisetas, pantalones, ropa interior, cosas para el aseo, calcetines, y lo metí todo dentro de un bolso que había encontrado sobre un mueble.
Salté de la ventana de un sólo movimiento, parándome en seco al ver la silueta de Daniell, y otra más pequeña acercándose, gracias a los arboles frondosos, pude camuflarme y evitar que me vieran, pero reconocí al instante ese cuerpo que se ceñía con necesidad al suyo. Lucía.
Sacudí la cabeza, ya sería tiempo de pensar en ello. Llegué a casa nuevamente, arrastrando los pies. Preparé la carne que había dejado en el refrigerador, y lo coloqué en una bandeja, junto con algún otro alimento que se me ocurrió preparar, porque había hecho, mucha, mucha comida, considerando todo lo que había pasado Alexander hasta ahora. Me encaminé junto con el bolso hasta la habitación, el cual dejé tirado en un sillón, y la bandeja la coloqué sobre el mueble.
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Entre la traición y la lujuria.
ParanormalLa brisa resonaba en sus oídos. Tranquilo. Sereno. Muchos sinónimos que parecían encajar de la misma forma en cuanto a la forma en la que podía describir el ambiente. Se sentía bien. Respiró el aire, con esa sensación de paz en su interior, mientr...