your brand, my life

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Alexander:

Había pasado un tiempo y la verdad...estaba ansioso, demasiado quizá. Nuestra pequeña y preciosa Alicai ya tenía dos meses de vida, estaba sana y era una increíble mezcla de nosostros, nos hacía muy felices. Akiraka había encontrado trabajo en una empresa y yo me había quedado como "dueña de casa" lo bueno es que había logrado aprender a cocinar sin quemar la casa.

Los días habían sido iguales, uno tras otro y era agotador. Supongo que esto era ser adulto, algo nuevo a los que posiblemente nunca me acostumbraría. Era de noche y me encontraba arrullando a mi bebé y esperando a mi amado, estaba agotado en más de un sentido ya que podía sentir los sentimientos y estrés de mi amado aún sin tener su marca.

Su marca... Aún no la tenía y aquello no hacía más que preocuparme e impacientarme. Sólo quería que él entendiese de una buena vez que no era tan débil y que lo acompañaría para siempre.

Acosté a nuestra bebé en su cuna y me dirigí al salón, notando como llegaba oportunamente mi amado. Sonreí levemente, me encontraba en camisón mientras él vestía un traje. Me acerqué y besé sus labios.- Bienvenido a casa, amor mío.

Akiraka:

Tiempo después de que naciera Alicai, las cosas se volvieron ajetreadas pero sin recurrir al caos. Ahora teniendo a dos personitas que mantener a mi lado, me vi obligado a buscar trabajo, cosa que no me costó demasiado, terminando en una pequeña empresa en la cual trabajaba de gerente. Muchos números, pero nada imposible.

Pero nunca quise acostumbrar a la urbanización, por lo que seguía trepando los árboles y caminando por el bosque en el camino de ir a casa, sentir que aún seguía siendo vampiro, a pesar de que debía acostumbrarme a ser humano.

Troné mi cuello con una pequeña mueca y mis ojos cerrados, desabrochando un poco mi camisa, ya que nunca me gustó la corbata no la llevaba, y atraía ciertas miradas por culpa de eso. Como si realmente me importara.

Llegué al umbral de la puerta, introduciendome a la casa y escuchando mientras volteaba ligeros pasos aproximarse, lo que me provocó sonreír inconscientemente, ya que sabía perfectamente de quién se trataba, por su olor, pensamientos y su simple aura, Alexander.

Besé sus labios con lentitud, no queriendo separarme de su presencia mientras acariciaba su cintura con una mano.— cada vez que me voy, te extraño mucho.–le dije con un puchero en los labios, dejando mi maletín sobre el sofá, suspirando levemente.— ¿Alicai ya se durmió?—susurré curioso, contento ya que aún me emocionaba saber que teníamos una bebé.

Alexander:

Sonreí entre el beso, abrazándome a él jadeando levemente, al sentir como nos separamos me acurruqué en su pecho ronroneando levemente!.- También te extraño mucho...- Susurré acurrucándome en su pecho y frotándome contra él, estaba demasiado necesitado de atención, al ser un Omega y tener mi cría necesitaba a mi alfa cerca a todo momento cosa la cual era prácticamente imposible o lo era sin una marca o presencia física. Lo hice entrar a casa y cerré la puerta, volviendo a abrazarme a él mientras me acurrucaba en su pecho.- Así es...Nuestra pequeña se durmió esperando a su padre - Susurré acariciando sus hombros y abrazándome a él.- Te extrañamos mucho, Papi...- susurré a su oído melosamente.

Akiraka:

Sonreí, suspirando levemente mientras acariciaba su espalda, dándole una mordidita a su labio inferior al separarme, ansioso, podía sentir lo mucho que me necesitaba y eso sólo me hacía quererlo conmigo cada vez más. Acaricié su cabello mientras lo escuchaba hablar.— le daré un beso de buenas noches.—sonreí imaginando a mi preciosa Alicai durmiendo plácidamente. Acto seguido, estreche con ansía a Alexander entre mis brazos ante su último comentario. Por el trabajo y tener que acostumbrarnos a tener una bebé, habíamos perdido contacto íntimo, cosa que me desesperaba, y buscaba cualquier mínimo lapso de tiempo para tenerlo junto a mí, justo como ahora.

Entre la traición y la lujuria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora