Marco:
Había pasado bastante tiempo desde nuestra última "pelea", las cosas habían mejorado en muchos sentidos, estábamos muy felices aunque no tan unidos... Daniell tenía que preocuparse de su territorio al igual que Alexander ya que al parecer había una manada que quería tener el bosque, las cosas estaban tensas en ese ámbito y también en cuanto al aspecto humano, Daniell había empezado a buscar trabajo y yo había vuelto a mi trabajo de barwoman aún con sus protestas. Las cosas iban muy bien incluso muy normales a decir verdad pero últimamente habían ciertas cosas que me habían estado inquietando, temiendo lo peor o mejor me aseguré de acabar con aquel miedo de una vez por todas y me hice un examen descubriendo algo... sorprendente.
Estaba embarazado, tenía a lo menos dos semanas de embarazo. Daniell y yo seríamos padres, aquello me hacía mucha ilusión y me preocupaba a la vez, aquel bebé me estaba debilitando y mi cuerpo estaba cambiando pero lo más importante de todo...Daniell no lo sabía y eso me preocupaba por lo muy estresado que estaba últimamente por su territorio y trabajo.
Es por eso que decidí sorprenderlo un día de fin de semana, ninguno de los dos tenía trabajo y las hostilidades de la manada nueva parecían haber cesado, era el momento perfecto. Me aseguré de arreglarme y hacer una elegante cena para que cuando él volviese se llevase una gran sorpresa ya que bueno... él estaba de cacería.
Estaba demasiado emocionado e inquieto, sosteniendo una pequeña cajita forrada entre mis manos la cuál contenía un chupón de bebé y el test de embarazo, esperaba que se lo tomase bien ya que...Nuestro bebé era un mestizo y no teníamos idea de cómo podía resultar aquello.
Oí como se abría la puerta principal y apagué algunas de las luces, dejando el ambiente iluminado por las velas y la tenue luz. Me acerqué a él cuando lo noté entrar, se veía sorprendido y extrañado, sonreí.
- Bienvenido a casa, amor.
Daniell:
¿Había pasado mucho tiempo? No tenía tanta noción del tiempo como antes, mis días se habían vuelto ajetreados, sumando a que, había logrado conseguir trabajo de gerente ejecutivo en una pequeña empresa, y esa estúpida manada intentando invadir mi territorio... Mis días parecían monótonos.
Nunca había sentido tanta falta de frenesí, pero suponía que así era la vida de un adulto, algo a lo que nunca me quise acostumbrar, algo que tenía que asumir ahora, que tenía a Marco a mi lado, y tenía que protegerlo, y hacer de nuestra forma de vida segura y cálida para ambos.
Incluso, al pensar que podríamos tener alguna vez una futura familia.
Sonreí, atascado en el tráfico, pensando que lo único que me alegraría la noche sería ver a mi amado, besarlo, tocarlo, y tenerlo a mi lado. También esos meses, decidió volver a trabajar como barwoman, cosa que me desagrado en cierto punto pero, yo confiaba en él, mis celos y posesividad lo quieran aceptar o no.
Sacudi la cabeza intentando disipar esos pensamientos, finalmente pude liberarme del tráfico, para llegar a casa. Me desacomodé la corbata con pereza, pues antes de volver había tenido una junta de emergencia, y aproveché para hacer las compras, aunque yo ya había comido, claro, saliendo un poco a cazar luego del trabajo, por lo que mi camisa estaba algo manchada. De igual forma, si Marco me ofrecía algo, no dudaría en aceptarlo.
Me encaminé hasta la puerta, con las bolsas en una mano, encontrándome con la penumbra de la habitación, mientras algo confundido buscaba los interruptores de luz, pero toda esa confusión se disipó al divisar a mi bello elegido, acercándose a mí, con algunas velas de fondo, lo que me hizo sonreír abiertamente mientras soltaba las bolsas y lo estrechaba entre mis brazos, casi levantándolo del suelo para besar sus labios con avidez, separándome emocionado.— Quisiera que me recibieras así todo los días.–le dije con una sonrisa coqueta, contorneando sus curvas con mis manos, sintiendo todo rastro de estrés o frustración abandonarme casi la instante. Marco tenía un don para tranquilizarme, incluso sólo metiendose en mis pensamientos.
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Entre la traición y la lujuria.
ParanormalLa brisa resonaba en sus oídos. Tranquilo. Sereno. Muchos sinónimos que parecían encajar de la misma forma en cuanto a la forma en la que podía describir el ambiente. Se sentía bien. Respiró el aire, con esa sensación de paz en su interior, mientr...