Decidida.

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Lean la nota final. ♥️

>CALLE<

Gorda ¿me escuchas?- Preguntaba Poché mientras sostenía mi rostro con ambas manos para que la mirase directo a los ojos.- Todo está bien, respira profundo.

Mi corazón estaba a mil por hora, la respiración se me entrecortaba y sentía que no alcanzaba a llenar mis pulmones de suficiente aire. Por momentos mis oídos se bloqueaban aislándome completamente de todo el sonido.

Calle aquí estoy.- Me hablaba Poché.- Cierra los ojos.- Me pidió pero era casi imposible para mi.- Por favor, confía en mi.

Asentí y cerré los ojos, mi respiración era agitada y las manos me sudaban. Ella levó mis manos a su rostro.

Tócame.- Su voz inundó mis sentidos.- Estoy aquí contigo, concéntrate en lo que estás tocando.

Mis manos pasearon por todo su rostro. Llegaron a su preciosa nariz, sus ojos verdes que tanto me volvían loca, los labios carnosos que amaba besar. Posteriormente mis manos se deslizaron hasta su cuello, sus hombros y bajaron hasta su perfecta cintura.
Poco a poco mi respiración se normalizó, cuando Poché se percató que estaba más tranquila pegó su frente a la mía y tomó mis manos entre las suyas.

Gracias.- Susurré con los ojos aún cerrados.

Ella plantó un beso sobre mi frente y comenzó a ponerse de pie.- Devolvámonos al hotel.

Asentí y me incorporé tan solo para encontrarme con las miradas de todo el local puestas en mi, tomé mi celular y nos dirigimos a la salida.
Poché ordenó un taxi y de camino yo únicamente miraba por la ventanilla. Creí que todo estaba mejor, que las cosas serían distintas de ahora en más, pero como siempre, fue una idea equivocada.
Tenía tanta rabia, ¿qué costaba tanto amar verme feliz sobre todas las cosas?
Mis ojos se humedecieron y me limité a cerrarlos con fuerza obligándome a no llorar, estaba harta de sufrir por aquello.

Cuando llegamos a la habitación fui directamente a la ventana, miré la ciudad con el objetivo de hallar una solución; por supuesto que esto no iba a permanecer así, mi padre había excedido mis límites.

¿Quieres hablar gorda?- La voz de Poché sonó detrás mío.

No me lo creo.- Pronuncié y nuevamente las lágrimas comenzaban a apoderarse de mis ojos.- ¿Cómo es posible que un padre odie tanto a su hijo?

Amor el no te odia tan sol...

¡Si me odia!- La interrumpí gritando con rabia.- Si odia mi felicidad entonces su amor no es suficiente.

Calle, es tu padre.

¡Lo sé!- Exclamé con la voz entrecortada, las lágrimas ya comenzaban a correr por mis mejillas.- Pero eso no le da derecho...- No pude terminar la oración ya que el nudo de mi garganta se apretó con fuerza, tomé aire.- No permitiré que haga esto nunca más.

Me giré al fin quitando la vista de la ciudad y tomé mi celular que se encontraba botado en la cama, Poché me miraba atenta para comprender que estaba haciendo.
Abrí los mensajes de texto y fui directo a su contacto.

- Frank, hazme el favor de reunir prensa mexicana, diles que daré una conferencia a las 8 pm.-

Envié el texto y bloqueé mi celular, miré a Poché y fue cuando caí en cuenta que había arruinado todo, este viaje sería algo especial y ahora estaba vuelto una mierda.
Fui hasta donde la peliazul y la abracé, descansé mi cabeza sobre su hombro y ella acariciaba mi espalda.

Amores pasajeros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora