Una decisión
No estoy muy segura de saber como ni cuando empezó esta historia, ni de como comenzarla a narrarla, ni de si tendré el talento suficiente para desarrollarla hasta el final. Solo sé que ocurrió.
Cuando despierto en las mañanas, malhumorada porque el despertador arruinó mi descanso; lo primero que viene a mi mente es su nombre. Es en ese nombre en lo último que pienso en las noches antes de quedar profundamente dormida. En algún momento él aprendió a entrar en mi mente, en mi cuerpo, en mi vida.Para comenzar a andar con el pie correcto diré soy una chica de casi de dieciocho años que responde al nombre de Natasha y al apellido James.
Dije que "respondo" porque si algún día sales de tu casa para pasear con tu perro, me ves en la calle y me gritas ¡Ana! ¡Rose! ¡Marie! es muy difícil que de vuelta para saludarte porque entenderé que tus gritos no están dirigidos a mí.
De mi aspecto físico lo más importante que tengo que señalar es que no soy una rubia despampanante, ni una graciosa paliducha con rasgos asiáticos, ni una dulce morena con la piel bronceada. Soy de tez negra. Sí, mi piel es un espléndido homenaje a las barras de chocolate con crema de leche: suave, con dulce aroma y un matiz agradable de color marrón, sin ser demasiado oscuro.
Mi cabellera tiene mucho volumen y está coloreada de un denso castaño oscuro. Los mechones de mis cabellos forman rizos definidos que se extienden hasta un poco más abajo de mis hombros.
Deseó el ADN que heredara los ojos de mi madre: ojos grandes, expresivos, con el iris de esmeralda, repletos de sinceras miradas.
Tengo un cuerpo femenino, con curvas; y que se conserva atlético gracias a las "rigurosas dietas" que he seguido toda mi vida: tostadas a la francesa con batidos de chocolate para desayunar. Sándwiches con tocino, jamón, queso, salami; pizzas o hamburguesas para almorzar. Todo acompañado con soda de limón. Diferentes variedades de pastas italianas como spaghetti y lasaña para cenar. Eso, sin contar los pequeños tentempiés que me preparo cuando el hambre empieza a estorbar de madrugada. Estos últimos no son muy comunes en mi vida.
Hasta mi médico entra en dudas cuando tiene que explicar como es que me mantengo perfectamente delgada y sana comiendo todo eso. Se encoge de hombros. Le tira parte de la culpa a mi metabolismo, a la edad y a los cambios hormonales que experimentamos las chicas durante toda nuestra vida.Al final tengo que declararme culpable del pecado del gula; pero no es para hacer una tormenta en un vaso de agua. Después de todo, soy una simple mortal. Tengo defectos, sueños, virtudes, miedos...
De hecho, no me gusta decirle a la gente mi edad. Cierto, es fácil notar que no soy precisamente una cuarentona premenopausica, ni tampoco una anciana de cabellos plateados, ni una niña de cuna, es sencillo percatarse de que soy una adolescente.
De aquí se desprende el problema, que ahora soy una adolescente; pero en poco tiempo cuando cumpla los dieciocho años seré legalmente una adulta. ¡Una adulta!
¿Es en serio?
¿Cuándo mi reloj biológico aprendió a correr?
Prácticamente ayer era una bebé a la que sus padres le tenía que cambiar los pañales, que jugaba con muñecas y les arrancaba la cabeza, que se chupaba el pulgar y que no le prestaba la menor atención al transcurso constante e inevitable de los días.
Debo confesarlo. Debo admitir que tengo miedo de crecer. Me aterra no ser suficientemente fuerte para lograr mis metas personales o no tener lo que hay que tener para ser una buena madre y para enfrentar las dificultades que la vida me imponga.Mamá y papá siempre me dicen que es normal tener esas dudas y temores a mi edad, que no debo sentirme agobiada por ello. Me explican que la vida poco a poco me irá enseñando como superar cada contratiempo que surja y que solo necesito recordar ser fuerte.
Para ellos seré su niña pequeña toda la vida; pero eso no cambia que quieran aconsejarme, apoyarme y mostrarme como es verdaderamente el mundo para ayudar a que mi desarrollo mental y físico sea el adecuado.
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"Entraste a mi Vida" [Terminada]
Teen FictionUna decisión, por pequeña que sea tiene el poder suficiente para cambiar radicalmente una vida. Como en este universo todo y todos estamos interconectados, a veces, tu vida dará un giro inesperado aunque la idea no te pertenezca. Puede ser una decis...