Capítulo 21 "No preguntes lo que no quieres saber"

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Un mes después...

Habían iniciado las vacaciones de verano ¡Por fin! Había sido un curso escolar muy difícil: muchas tareas extraescolares y exámenes. Lo que más me emocionaba era que podía dormir hasta las doce del día. Al señor despertador lo desprogramé. Lo guardé dentro de una caja, la cual puse dentro de una mochila que luego tiré en el rincón menos utilizado de mi clóset. Sí, una completa estupidez, pero una noche soñé que el despertador cobraba vida y me mataba mientras dormía. No podía arriesgarme. "¡Natashaaaa!" bociferó mamá, que es la versión actualizada de mi reloj asesino "Baja a desayunar hija, para que luego vayas al mercado".


Eran las nueve de la mañana. En ese momento, y por suerte, no estaba dormida; pero si me encontraba muy relajada en mi cama. Miraba al techo y pensaba en cosas tontas: un tiranosaurio-rex, un unicornio y un marciano, bailando a ritmo de música electrónica."¡Ya vooooy!" grité en respuesta"Como vuelva a interrumpir mis pensamientos inmaduros la voy a meter en un asilo con menos siete estrellas"dije para mí. Obviamente estaba bromeando. Nunca le haría eso a mi generala.

Salí de mi cama con dificultad porque  ella me quiere mucho y le es muy difícil dejarme ir. Mis rizos estaban alborotados y mi cara reflejaba las pocos horas de sueño que tuve. Todo era culpa de Internet. Me obligó a estar conectada hasta las cuatro de la mañana. También Lucas tenía mucha responsabilidad en el asunto. No dejó de escribirme mensajes por WhatsApp. Quería que le enviara una foto desnuda para ponerla en su computadora como fondo de escritorio. La respuesta fue un "no" bien contundente.
Hay que entenderlo. Después de todo, al pobre no le dieron unas nalgadas cuando nació, directamente lo estamparon contra el piso.

Después de ducharme y cepillar mis dientes  me adentré en mi clóset para buscar la ropa que usaría. Me decidí por una blusa corta blanca. Unos pantalones deportivos no muy ajustados blancos con rayas negras a los costados y sandalias. En el pelo me hice una cola de cabello algo suelta. Tomé un par de gafas de sol. Usé un poco de labial con un color a juego con mi piel. Me perfumé con mi loción favorita. Bajé las escaleras.

—¿Y tú, a dónde vas?—preguntó Joseph desde el sofá, sin mantener contacto visual conmigo porque estaba muy concentrado viendo una de sus muchas series anime—Estás muy arreglada como para ir de compras.

—¡Chicos, a desayunar!—se escuchó desde la cocina una voz maternal.

—¡Ya vamos, mamá!—Respondí alzando un poco el tono y después miré a mi hermano—Joseph, a ti no te importa como yo me vista.

—Es cierto, eso es asunto tuyo.—Pausó el anime con el control remoto y se levantó del sofá—Necesito que pases por alguna pizzería para que me compres una con extra de queso—pasó junto a mí en dirección a la cocina.

—¿Por qué haría eso, si se puede saber?

—Porque sé que tratándose de pizza no te negarás—contestó sin detener su marcha.

—Dios, solamente te pido que me des paciencia con este demonio. Paciencia o suficiente fuerza para lanzarlo desde el tejado.

Joseph río.

Aunque tenía mucha razón. Odio cuando usa mis debilidades contra mí.

Me dirigí a la cocina también. Me senté en la silla que normalmente usa papá. Joseph estaba disfrutando de sus cereales. Parecía un pequeño y tierno cerdito."Si se entera que pienso que se ve tierno me cuelga boca bajo dentro de la chimenea" pensé y sonreí.

—Buenos días mi niña. ¿Dormisté bien?—Mamá puso dos tostadas con jamón y queso en mi plato.

—Sí mami, como un tronco.

"Entraste a mi Vida" [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora