Capítulo 49 "Necesitaba verlo"

56 19 0
                                    

Las cenizas de Marie fueron colocadas cuidadosamente dentro de un pequeño jarrón chino lacado en negro, con un complejo diseño tradicional de finas líneas de polvo de oro.
Era un recipiente extremadamente exquisito y muy costoso.

Hay quienes afirman que ella lo había comprado tiempo después de haber decidió que quería ser cremeda cuando muriera. No me resultó difícil creerlo. Marie era del tipo de persona que consideraba que todo en la vida tiene un patrón inquebrantable y que existe un modo perfecto de hacerlo todo. Supongo que no quería dejar cabos sueltos ni nada fuera de lugar aún después de su muerte.
Era como si lo hubiese planeado todo. Como si supiese que iba a morir. Y quizás sea lo más probable porque ella muy bien que conocía sus problemas de salud. Pero como dijo el doctor Gordory: ella estaba tan obsesionada con el quirófano que iría hospital por hospital, de médico en médico, ofreciéndoles dinero hasta que alguien aceptara someterla a tal riesgo. Después de todo, cualquier doctor pudiera haber aceptado si ella antes de la operación firmaba un documento donde librara de toda culpa al hospital si le ocurría algo malo.
Pero no había vuelta atrás, Marie ahora está reducida a cenizas y descansa en paz en su carísimo repiente de asiáticos orígenes.

Lucas asumió ser el protector de los restos de su madre. La colocó en un altar, en el salón de la mansión y a unos tres metros del suelo. Para que todo el que entrara, saliese o viviese en ese lugar notara que ella seguía siendo tan poderosa como antes.

Dakota regresó a España nuevamente, pero esta vez no se despidió de nadie. Lucas no me dio muchos detalles, solo me dijo que ella no estaba de humor para quedarse. Yo sabía que Diki estaba destruida por dentro no solo por la muerte sino porque lo último que hizo con su madre fue pelear. Le dijo que deseaba que dejara de molestarla y de arruinar su vida. Ella se sentía culpable por no haber estado junto a su hermano cuando lo peor ocurrió. Es fácil entender la causa de su desesperación y apuro por irse a otro continente.
Lucas y yo no perdimos el contacto, pero pasaron varios días sin que lo viese. Se había encerrado en la mansión de sus padres y no quería salir, ni ver a nadie, ni charlar con nadie. Incluso cuando hablábamos por teléfono prácticamente le tenía que sacar las palabras de la boca.
Estaba apagado, poco comunicativo y muy distante. Charlábamos escasos minutos y sólo una o dos veces al día.

Durante ese tiempo él no bromeaba, ni decía elogios de sí mismo, ni me daba a entender que yo era sólo para él. Tampoco me preguntaba por Lisa y los chicos. No quería saber nada de la escuela, ni hablar de mi familia. Todo esto me dificultaba muchísimo sacarle conversación.
Lucas contestaba con monosílabos y sonidos guturales a mis preguntas. No se enojaba, no lo escuchaba reír, no usaba el sarcasmo, tampoco inventaba frases graciosas. A veces sentía que un extraño se había apoderado de la voz de Lucas y de su cuerpo y que en realidad no estaba charlando con él, sino con alguien más.
Ardía en ganas de ir a buscarlo, abrazarlo, de decirle que todo estaría muy bien que no se preocupara; pero también sabía que su dolor era perfectamente comprensible y que debía respetar su espacio, al menos unos días más.

Para ese entonces estaba perfectamente adaptada a la escuela, pero sin Lucas ahí ese lugar era tremendamente horrible. La incertidumbre me estaba matando. Ni siquiera salía al recreo, ni iba a almorzar. Me pasaba todo el tiempo mirando mi celular con la esperanza de que por fin entrara una llamada de él y que su voz me dijera "Ha vuelto el Lucas que amas, nena".

—¿Hablaste con él?—preguntó Lisa en el momento en que se recostó contra mi mesa escolar.

Estaba sentada en mi silla mirando mi celular. En el salón de clases habían muy pocos de nuestros compañeros, prácticamente todos habían salido para tomar el descanso de la mañana.

Asentí con la cabeza-Hoy en la mañana lo llamé.

—¿Y bien?

—Y nada, sigue igual.

"Entraste a mi Vida" [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora