Salió el sol algunas horas después. Me encontraba en la cama, enrredada entre las sábanas. Cuando abrí los ojos lentamente, noté que Lucas no estaba a mi lado en la cama, pero no me preocupé por eso. Tomé mi teléfono para ver la hora: siete y treinta y nueve de la mañana.
Me quedaban segundos para estar en el escuela.
Teniendo en cuenta que tenía el teléfono en las manos llamé a mis padres, para decirles que todo estaba bien y que Lucas me llevaría al instituto.
Entré al baño, lavé mi pelo alizado y me lo sequé para que mis rizos volvieran. Luego cepillé mis dientes. Me puse mi uniforme que por cierto estaba perfectamente planchado y doblado sobre una de las silla de la habitación. Bajé a desayunar.En el comedor estaba la mesa preparada con el desayuno. Lucas se encontraba perfectamente listo para irse. Estaba desayudando con el perrito en las piernas. Le daba de comer de comer pedacitos de tocino.
—Buenos días a los dos.
—Buenos días dormilona.
—Debiste despertarme más temprano.
—Lo intenté, pero ni te movías. Llegué a pensar que estabas muerta.
—¿Ves? Te lo dije. Y así querías que lo hiciéramos de nuevo. Sería para que no reaccionara hasta las cuatro de la tarde.
El perrito bajó de las piernas de Lucas y corrió hacia mí. Me agaché para poder cargarlo.
—Hola cosita preciosa. ¿Quién es el bebecito de Natie? Pues tú, mi vida.
—Empiezo a pensar que fue mala idea regalarte un perro. Te dañan el cerebro.
—¿Estás celoso de un cachorrito?—Pregunté mientras me sentaba en una silla junto a él. El pequeño animalito se quedó acostado sobre mi regazo.
—No ¿Cómo piensas nombrarlo?
—No lo he pensado.
—Tienes suerte, porque yo sí.
—Te escucho.
—¿Qué te parece Prince?
—Muy lindo—Respondí después servirme y de probar el zumo de naranja—¿Por qué Prince?
—Ese era el nombre de mi perro.
—¿Cuál perro?—Mordí una tostada crujiente que chorreaba mantequilla.
—Cuando era niño no tenía muchos amigos. Siempre que se me acercaban otros chicos, mi madre consideraba que no eran merecedores de mi amistad. Ella casi me obligaba a estar alejado de las personas. Es normal que siempre estuviera solo. Cuando cumplí los cinco años mi papá, me compró un labrador y lo nombramos Prince . El día que cumplí los ocho desperté y no encontré a mi perro por ningún lado. Entonces le pregunté a mi madre. Marie me dijo que Prince había escapado. Me afectó mucho perder a mi mascota, pero en el fondo nunca creí esa historia de que escapó.
—Entonces significa mucho para ti. Está bien. Tú—le dije al perrito. Él comenzó a mover la cola frenéticamente—ahora te llamas Prince. Lucas, creo que sería mejor que se quede aquí contigo. Mi mamá ama a los perros, pero mi papá es alérgico.
—Con eso no hay problemas. Vamos, apresuráte, que tenemos que irnos a la escuela.
En ese momento comenzó a sonar mi teléfono dentro de mi bolsillo de la camisa escolar. Limpié mis manos aprisa con una servilleta y tomé la llamada.
—Hola Paul.
—Hola Natasha. ¿Y bien?
—Pásame el teléfono—Lucas estiró su mano hacia mí a la par que decía eso.
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"Entraste a mi Vida" [Terminada]
Teen FictionUna decisión, por pequeña que sea tiene el poder suficiente para cambiar radicalmente una vida. Como en este universo todo y todos estamos interconectados, a veces, tu vida dará un giro inesperado aunque la idea no te pertenezca. Puede ser una decis...