Capítulo 43 "Una estudiante desconocida"

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Tritiriiii triritiriiiii tiritriiii

Era el primer día del curso y obviamente mi despertador había recuperado su odioso trabajo. Pero esa vez no fue él el que me hizo pasar por la peor de las torturas. Esa vez fue mi madre. No había acabado mi reloj de sonar y ya estaba ella abriendo de par en par las cortinas.

—Vamos Natasha.

—Cinco minutitos más.

—Nada de minutitos.¡Vamos!—Me zarandeó—Vas a llegar tarde y es tú primer día del curso.

—Mamá, no me hagas esto.—Supliqué.

—Cuando tengas treinta y nueve años, vivas en tu propia casa y tengas trabajo para sostenerte te podrás levantar a la hora que quieras. Mientras vivas aquí llegarás a tiempo—Volvió a agitarme— ¡Apresúrate que tengo que despertar a Joseph también!

—Sí, sí, ya voy, ya voy.

Me senté en la cama con dificultad. Froté mis ojos. Estiré todo mi cuerpo . Extendí mis brazos hacia arriba. Solté un colosal bostezo.
Fui hasta el baño. Me miré en el espejo del lavabo. Mi cara estaba horrible. Con una combinación perfecta de ojos colorados, ojeras, cabellos enredados y alborotados.

Las mañanas no son lo mío.

Lentamente retiré el pijama de mi cuerpo y lo dejé caer en el frío suelo. Me metí a la ducha para dejar que agua caliente cayese sobre mi piel.

Luego de vestirme bajé a desayunar. Joseph, estaba sentado a la mesa cuando llegué y ya casi había terminando su desayuno. Ocupé la silla justo en frente de él.

—Enano, alcánzame la mantequilla.—Le ordené.

J.J. continuó comiendo como si no me hubiese escuchado. No establecía contacto visual.

—¡Joseph! ¿No me escuchaste?

Asintió con la cabeza.

—Entonces ¿por qué no me das la jodida mantequilla?

Me miró entonces—Porque no dijiste por favor.

—¿Estás hablando en serio?

—Pídemela adecuadamente.

—Eres...

—¿Soy?—Alzó una ceja—¿Qué soy?

Suspiré profundamente.—Nada, Joseph. Tienes razón. ¿Puedes alcanzarme la mantequilla, por favor?—Le dije pero no con buena cara.

Él sonrió de lado. Acercó su mano al plato que contenía la mantequilla, lo tomó y me lo aproximó.

—¿Cómo se dice, hermanita?

—¿Qué?—Pregunté sin mirarlo.

—Cuando alguien te hace un favor debes agradecer. ¿Dónde quedaron tus modales? ¿Los dejaste tirados por ahí?

Lo miré desafiante.

—Mis modales están donde deben estar. El caso es que te conozco y sé que haces las cosas buscando que me moleste.

—Normalmente sí. Lo admito.

—¿Ves?

—Pero relájate. No es mi intención que empieces el año escolar con el pie izquierdo.

—¿Ustedes siguen aquí?—Llegó mi madre a la cocina. Ya estaba vestida con su bonito uniforme de enfermera—¡Van a llegar tarde!

—Mamá, no te estreses que vas a envejecer antes de tiempo—Le aconsejó Joseph.

"Entraste a mi Vida" [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora