Al día siguiente cumplí con mi rutina matutina tranquilamente. Salí de casa como de costumbre, porque si me hubiese desesperado habría levantado sospechas. Papá, me dijo que él tenía suficiente tiempo para llevarme a la escuela en su coche. Por supuesto esa fue una proposición a la cual me con sutileza. Él no insistió mucho, supongo que sabía que necesitaba mis momentos a solas.
Me alegré mucho de que mis padres tuviesen esa manera de ser, tan compresiva. Por un breve instante me invadió el colosal deseo de confesarlo todo, de decirles que no me dirigiría hacia la escuela aquella mañana, pero me contuve.No existe ninguna ruta de autobús que llegue hasta las cercanías de la mansión de los MillerGheat. Sólo había una en especial, la T-32 que me dejaría más o menos a un kilómetro del lugar. Mi plan era simple: apresurarme para subir a ese autobús, bajar del vehículo cuando este se detuviese y luego caminar hasta llegar.
Me juré que ese día no iría en vano y para no pasar del umbral de la puerta principal. Lograría llegar hasta la habitación donde estaba Lucas. Así podía tenderle mis manos para ayudarle a levantarse y mis hombros para que llorara.Caminé por las aceras. Crucé varias avenidas congestionadas de autos y calles poco transitadas hasta que vi a lo lejos la parada del autobús. En aquel momento no sé por qué pensé que sería bueno llamar a Lucas. Saqué mi celular de mi mochila y me dispuse a buscar el contacto con el nombre "Imbécil".
Desvíe la mirada hacia mi teléfono sin dejar de caminar. Cuando estaba a punto de tocar el botón verde en la pantalla un chico de tez pálida, de unos veinticinco años vestido con una gorra, una camiseta negra y vaqueros poco ajustados pasó por mi lado.
Me arrebató el teléfono de las manos. Salió corriendo a toda velocidad luego de eso.Quedé paralizada unos segundos.
"¡Policía, policía!" comencé a gritar como loca cuando reaccioné. "¡Un ladrón..mi celular...atrápenlo!"
Un oficial, que estaba cerca del cruce de peatones entre la avenida Central y la avenida Pétalos, salió corriendo detrás del ratero. Casi al mismo tiempo vi como se acercaba el autobús. Estaba prácticamente vacío, como invitándome a montar en él y a sentarme en unos de sus asientos de plásticos. Mi cuerpo estuvo a punto de dividirse en dos. De haber sido posible eso una parte hubiese ido hacia la dirección que tomó el ladrón y la otra hacia el vehículo público.
Suspiré con fuerza y frustración mientras pensaba en lo inoportuno que había sido ese chico. Aunque un ladrón nunca es oportuno.
Pero no quería perder mi celular y tenía miles de razones para sentirme así: fotos, vídeos, contactos y aplicaciones."Mi vida está ligada a esa cosa táctil".
Además si perdía el autobús podía tomar otro aunque tuviese que esperar un poco más.
"¡Espéreme oficial!"
Mis pasos cruzaron por donde mismo se habían ido el chico y el policía. Sin notarlo estaba corriendo a alta velocidad entre la multitud. Me molestaba un poco el miedo que me provocaba perder ese pequeño trozo de tecnología, pero eso era inevitable.
El chico había girado a la izquierda en una esquina, detrás de él fue el señor de uniforme y porra, luego yo.Cuando llegué al lugar me sorprendí ante aquella escena. El chico que me había robado yacía en el suelo quejándose. Con ambas manos presionaba su abdomen. Mi teléfono había caído a su lado. Delante del ladrón, parado imponentemente estaba Frank acariciando los nudillos de su mano derecha. Rosembell me vio aparecer y se sorprendió mucho. Al mismo tiempo dejó que una sonrisa hiciese notar los pequeños hoyuelos que se forman a los lados de su boca.
—Espera, esto ya no lo puedo creer—la situación me dejó perpleja—¿De dónde saliste Frank?
—¿Cómo es que siempre te metes en problemas?—Preguntó él sin parecer enojado con la situación.
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"Entraste a mi Vida" [Terminada]
Roman pour AdolescentsUna decisión, por pequeña que sea tiene el poder suficiente para cambiar radicalmente una vida. Como en este universo todo y todos estamos interconectados, a veces, tu vida dará un giro inesperado aunque la idea no te pertenezca. Puede ser una decis...