Capítulo 6. Dentro de la burbuja

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Debes saber
Que te metiste hasta mis huesos
Que me devoraste los sesos
Lo debes saber.

Debes creer
Que vi tu luz desde lo lejos
Entre espejismos y reflejos
Lo debes creer.

El Sistema solar.
kchiporros

El sonido de los acordes de una guitarra me despertó, abro apenas los ojos, para ver a Helios practicar, su voz suena suave, y las notas tan bien practicadas.

- Mucha ceniza en el piso
Hay recuerdos de ella en cada rincón
Son como clavos clavados al piso
Aquel graffiti en la pared
Las iniciales de tu nombre y el mio, han desaparecido.

>>No necesito recordar, todos los días son igual. Y se te extraña de lunes a domingo
Y necesito un poco mas, de golpe no puedo dejar
Voy a morir si no te veo un ratito.-Su voz siempre fue tan melodiosa, que hábilmente derrite a cualquiera, es únicamente bello oírlo cantar.

Puso su mano sobre las cuerdas y me clavó lo ojos, espero un pequeño tiempo para luego acariciar mi cabeza.

-¿Qué haces?-Pregunto abrazando la almohada.

No puedo crees que haya dormido la noche a lado del chico que me tiene como loca, es como si estuviese viviendo un  sueño.

-Estabas tan dormida...-Contesta, con una mirada cargada de tristeza.-Así que comencé a practicar, no sé porqué, pero me dieron ganas de hacerlo, de cantar, después de mucho.

Lo miro y sonrio, por que recuerdo que uno de mis pecados gustosos luego de descubrir que él cantaba era Escucharlo, y lo descubrí en el hospital, cuando fue a visitarme.

Más tarde Ebe me habría de confesar que iba a todos sus recitales y sus peñas, yo nunca iba a esos eventos, me parecían aburridos, así que su talento permaneció oculto para mi.

-Mucho tiempo sin cantar...-Repito-También yo, es más de oír música. Es bastante el tiempo que ha pasado entre nosotros Helios.

—¿Triste?—Pregunta dejando la guitarra a un costado de la cama, para recostarse y estirar mi cuerpo al suyo, acomodandome en sus brazos.

—Melancolia, más que tristeza...— Respondo poniendo mi cabeza sobre su pecho—¿Recuerdas Laguna Blanca?

Helios suelta una pequeña risa y acaricia mi cuerpo con su mano, pero no es una caricia de fuego, como la que nos hemos dado últimamente, es más bien, algo así  como de ternura, y lo peor es que me gusta.

—¿Cómo olvidarlo? Para mi fue el Día más revelador de todos, alli caí en la cuenta que estaba perdidamente enamorado de ti, y que en definitiva tenía un efecto fuerte en ti, Me seguías con los ojos, me mirabas, estabas  atenta a mis pasos. Fue satisfactorio.

—Siempre logrando incomodar Helios—Digo dándole un pequeño golpe en el brazo, «wow qué brazos»—Esa fue la primera vez que cantamos.

—Y que nos sentamos juntos,  que hablamos sin pelearnos, y que me di cuenta que eras rara, fuiste a abrazar a un árbol—Recalca riendo, estaba por defenderme, hasta que dijo algo más—Allí lo supe. Te amaba, pérdida y locamente.

—Pero me tratabas de igual manera mal...acuso mientras me separo de su agarre. —¿Qué es esto Helios? ¿Qué se supone que es? Tanto he guardado mis sentimientos, y tú lo has hecho igual conmigo. ¿Por qué debo creer que las cosas serán diferentes?

—Por qué ya no hay nada que me impida decirte cuanto te amo.

Suelto un suspiro e intento levantarme, pero me toma de la cintura y vuelve a tumbarme en la cama a su lado.

Me da un beso fugaz y queda mirándome por un largo rato, intentando sacar algo de mi, o al menos, es eso lo que yo creo.

—¿Qué me hiciste?—Pregunta mientras sus ojos recorren ni rostro, y yo intento alejarme un poco.

—Nada...—Respondo algo intimidada—Absolutamente nada, y es por eso que no logro entender qué pasa entre nosotros.

Acaricio su brazo y todo mi ser se vuelve fuego, y lo mejor es ver su rostro tan ido en mi. Acaricio su cabeza, luego paso mis dedos sobre sus labios. Al fin lo tomo de sus mejillas y le doy otro beso, pero esta vez dejo que lento, tranquilo.

Un beso extraño entre los dos, por que sólo he vivido fuego con él.

Helios sigue mi ritmo, y con la dulzura de un niño enamorado me acomoda a su lado, para tenerme más cerca. Y así de la nada, el hilo que nos une se enciende.

Cuando esto ocurre, una voces comenzaron a invadir mi cabeza, parecían mil personas hablando al mismo tiempo, algunas sonaban tristes, otras furiosas, unas agonizaba mientras que la mayoría parecía quejarse.

Mis ojos se iluminaron una imagen extraña, como si comenzará a ver redes de energía por todos lados.

«Ven a mi»

La voz, esa voz la reconozco, aquel día antes de ojos de mar, la había escuchado por primera vez.

Abro mis ojos y me separo un poco de Helios. Algo no está bien, y no necesariamente es lo que está pasando entre nosotros.

Helios queda sorprendido, sin entender que fue lo que pasó. Así que me levanto de la cama, y colocó mis manos sobre mis orejas, como.m intentando callar esas voces.

—¿Estás bien Zafiro?—Niego cuando termina de formular la pregunta.

Inmediatamente se levanta tras mío, cuando viene hasta mí, por que comienzo a desesperarme. Me tiro contra la pared y  ruego por que paren los sonidos, las imágenes.

«Te voy a destruir» «No descansarás en paz» «Sus almas se pudieran» «Tu universo desaparecerá»

A esto último, acompañan unas imágenes. Estaba yo, con el cabello recogido en una cola, vestida de negro, contra un árbol, como si me escondiera de algo, esto ya lo he vivido.

Guerra, muertos, cuerpos descomponiendose, moscas, mil moscas.

—¿Yeru?

«Yeru» «Yeru» se repite como eco en mi cabeza. «Mami» «Mami» «¿dónde está?» «Custodios vienen» «Son una legión» «Las piedras no los salvarán» «Destruye Kururukua»

Las manos de Helios se posaron sobre mis hombros, y en ese  momento vi la carne de mil cuerpos pudriéndose, el olor se instaló en mis fauces, y lo inevitable pasó.

No me dio tiempo de correr al baño, símplemente, vomite allí. Helios me tomó de la cabeza y sujeto mi cuerpo para que no me desplomara. Las voces seguían, pero en eco, nada era entendible.

Anta puso su mano sobre mi frente e hizo una ligera presión, en ese mismo momento, las voces callaron, y mi cuerpo languidecio.

—Vamos al baño—Me ordena preocupado. intento afirmar, pero mi cabeza pesa demás, así que sigo a duras penas los pasos de Helios.

Cuando llegamos a su sanitario, me quita la blusa, luego el short. Abre la ducha, con el agua templada y me arrastra hasta allí. Suelta mi cabello el cuál estaba en una coleta y también me obliga a mojarme la cabeza.

Obedezco, y aún está la sensación de mal estar que me dejaron las voces en mi cabeza.

—¿Estás mejor?—Pregunta, intento contestar, pero no puedo.—Iré a  limpiar ese desastre... y te traeré un té... ¿Te puedo dejar sola Yeru?

Si rostro sólo refleja preocupación, y a la vez una madurez absoluta, como si pudiera con esta situación, como si yo fuera al fin importante para él. Me sentí como una de esos niños a los que él iba a socorrer, en pocas palabras, me hizo saber que le importo.

—Si... —contestó apenas

—Bien—Dice—Vendre pronto, cualquier cosa, me gritas, me metes en una bifurcación, o lo que sea necesario, vendré corriendo a cuidarte.

Afirmo mientras el agua cae sobre nuestros cuerpos. Finalmente sale del baño y deja la puerta abierta.

¿Qué mierda fue eso? me pregunto mientras me recuesto contra la pared. A veces quisiera vivir como en una burbuja, y que nada malo me pasé otra vez.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora