Capítulo 51. Las luces

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Ayer mis ojos se cerraron con el pesar de que al levantarme las cosas ya no serán igual.

Los naims se quedaron, según ellos, por la mañana  es mejor que se larguen de nuevo a estas horas en donde hay mayor movimiento  de energía.

La verdad que el cansancio podía más  conmigo, así  que cuando tuve la oportunidad  pedí a Helios volver a mi cuarto. Que sea él  quien averigüe  la función de esta tobillera  con  la piedra.

No tenía ganas alguna de soportar toda una noche hablando sobre sea lo que des debía saber sobre mi nueva joya, lo único  que quería era pegarme a la cama y olvidar todo de una vez.

Respiro profundo  y me tapo con las sábanas,  esperando conciliar el sueño cuanto antes, pero la puerta de la habitación se abre y veo a Helios llegar con muchas ansias. ¡Rayos lo había olvidado! Debemos hablar de los nombres de los chicos.

Y parece algo aplazable, pero realmente  esto es muy importante, no podría seguir aplazando esto, ¿Y si pierdo la razón mañana? Y olvidó que quiero para mis hijos... no permitiré  eso, al menos, no hoy.

—¿Cómo  ha ido la cena?— pregunto un poco cansada mientras tobillera suena a medida que me acomodó en la cama.

Helios me hace un gesto de no querer hablar, simplemente  se arroja a la cama y se acomoda de la misma  manera que lo hice yo.

— Ha terminado en tremenda discusión  en medio de todo, tu padre  sabe ser obstinado cuando quiere, pero al fin y al cabo las cosas tomaron su curso. Sin embargo —me da un beso desesperado en la frente, otro en la mejilla y por último en la boca ese es un tema que podemos discutir  mañana, hoy yo necesito  otra cosa, necesito  que hablemos de lo que habíamos planificado.

De su bolsillo saca mi celular ¿ Dónde  carajos estaba? Hace tanto no lo veía. Lo pone en medio de los dos y me observa con detenimiento, como si el mundo dependiera de ello, pone ese rostro como el que  suele poner cuando está a punto de tomar una decisión muy importante.

—¿Cómo  es que lo tienes?pregunto  sorprendida cuando estoy por tomarlo y él  me lo arrebata de las mano de nuevo.

—Al parecer los naims aman hacer este tipo de cosas, supongo que traer cualquier  objeto que deseen hasta aquí no es obstáculo  para ellos.

—¿Y porque  me lo quitas de las manos?

—Necesito  preguntarte algo antes de que hablemos y ponga algo de música  que sé  mueres por hacerlo.

Como siempre a tres pasos delante de mi, la verdad hace tanto tiempo que no siento  estas ganas terribles de oír música  y hacerlo ahora me encantaría  es más parece más  una necesidad  que otra cosa.

—¿Qué?—digo acariciando mi vientre.

—¿Dejaras que te ame por siempre? Es decir, dejarás que mi Alma siga la tuya, a pesar que intentes irte, a pesar de que ya no estaremos juntos...

—No te entiendo Helios...—digo intentando descifrarlo.

—Tu madre aún  ama a tu padre, me di cuenta esta noche, y se nota que a pesar de todo ella lo deja amarla, se nota que él  está  para ella y a pesar de todo ella no ha destruido a tu padre  o no lo ha obligado a olvidarla... sólo  quiero saber si tu también  me dejaras  amarte.

Helios parecía feliz con su descubrimiento,  yo por el contrario me siento triste, desvastada y adolorida, pues me pongo en el lugar de mi padre y del terrible dolor que debe estar acunando en medio de su pecho.

—Helios... yo no quiero que sufras lo que sufre mi padre.

—¿Y por qué  dices que sufre? Él  ama Yeru, él  ama, y es eso lo que yo quiero, amarte todo lo que no te ame, todo lo que te tuve lejos, todo lo que te intente alejar, no quiero volver a hacerlo, eso si es sufrir. 

Lo que él  me decía no tenía lógica,  sin embargo  no hay tiempo para el dolor, o para el sufrir. Simplemente  es tiempo de decir sí  y esperar que así  sea.

—Solo dejame contemplar siempre tus ojos, a pesar que parezcan fríos y llenos de odio, y no dejes que te aleje de mi el dolor. Solo quiero que siempre  me dejes luchar para seguir a tu lado, sin importar  que la luz del sol se apague en tu corazón, déjame encontrar esa luz  en ti.

—Helios...—lo llamo adolorida, por que es justamente  eso lo que no va a ocurrir, porque sé  muy bien que para sobrevivir tendré que hacer cosas, tendré que dejarlo atrás  e ir por un nuevo camino, pero tampoco puedo decir que no ahora mismo. —hagamos algo—Digo acariciandole la cabeza—hablemos de los bebés, al fin y al cabo son ellos los que nos mantendrán unidos por siempre, pues es tu sangre y la mía la que  se ha mezclado para dar vida. Y si hay vida en ellos, estoy segura que amor habrá en nosotros.

Helios sonrió  de manera triunfal, y quien puede  negar que es un galán que se ve bien, y que cuando hace esa mueca tengo ganas de detener el tiempo  para verlo así, tan él, tan mío, tan seductor. Y casi comos si se lo hubiera  pedido se arroja a mis labios y me planta uno de esos besos que se trasforma en fuego.

Sus labios carnosos y suaves devoraron los míos, fuegos artificiales  se escapan de mi interior mientras sus manos acarician las sábanas que cubre mis piernas, mientras  su respiración  se va agitando provocando que yo cayera de nuevo  en su hechizo.

—Eres mi veneno Yeru, estoy seguro que terminaré  hecho nada al final, pero no quiero dejarte ir de aquí— Se golpea el pecho  mientras su mano se enreda en mis cabellos y sigue dandome besos cortos—Te amo demasiado, como para negar que el dolor puede que sea hasta incluso necesario.

— Sólo  un loco hablaría cómo  tú.

—Si llegue hasta aquí es porque loco estoy—Asegura mientras me planta otro beso.

—Amor—Digo extasiada— Los nombres de nuestros bebés...

—De nuevo, dímelo...—suplica.

—¿Qué?—Suspiro cuando besa mi cuello y me derrito.

—Amor..  soy tu amor ¿no?

—Lo eres.

—Con eso me basta para amarte toda la vida.

Vuelve a mis labios y con todo el amor del mundo me besa, trasportandome con cada caricia, con cada suspiro ¡Rayos! ¿Se puede amar tanto?  Un  beso de verdad nos puede llevar a la locura.

Helios se separa de mi y con los ojos iluminados me habla al fin.

—Elena, Elaine y Eleonor...—Dice de la nada y sonrío como una tonta.

—Ahora vamos por vocales —río como si no tuviera preocupaciones—¿por que esos nombres?

— Son hijas de la piedra — me señala colocando su dedo índice en medio de mis pechos— y del sol— Se señala a él  mismo mientras se muerde el labio y ¡Mierda que bien se ve!—Todas tienen relación con el fuego y la luz, es lo que provoca  cuando aplicas la luz del sol con alguna piedra brillante...

—Genial... por que él  se llamara Iriel...—respondo y beso al padre de mis hijos.

—¿En verdad? Te juro que me sorprende... no sólo  que también  se relacione con la luz...

— Nada mal para una Atea renegada—digo encogiendo mis hombros.

—Dios es mi luz... no, nada mal, y a decir verdad, me gusta... nuestras luces, tienen nombre...

— Y apellido...—completo, Helios me mira sorprendida, porque sabe lo que significa, no es la forma más  romántica  de decir sí  a su propuesta... pero es lo mejor que se me ocurre.

—¿,De verdad? ¿Te vas a casar conmigo?

—Sólo  si me prometes que no habrá fiestas, ni bombos y platillos.

—Te juro que será la boda más  silenciosa  del siglo

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora