Capítulo 66. Gizah.

354 70 5
                                    

Definitivamente lo hemos perdido todo, tu voz suena lejana, y tu Alma parece haberse apagado para siempre.

En mi cabeza pasan acordes, de alguna música  que alguna vez hemos escuchado juntos, en esas incontables tardes en donde ella estaba tirada en la cama y yo iba a molestarla tirandme  sobre su regazo, para tomar mi celular y pensar una y otra  vez si le confesaba que me gustaba su mejor amiga.

Terminábamos hablando de mil otras cosas, menos lo que de verdad quería contarle. Mi hermana, mi hermanita ahora está  tirada en el suelo siendo auxiliada por Ebe quien grita cosas que no entiendo, es sólo  ruido, ruido y nada más.

—Pide que suelten la barrera y saltemos junto a Berenice—La voz de Tamirá se hizo legible cuando sus manos se apoyaron sobre mis hombros.

Intento contener las lágrimas  de mis ojos y suelto un leve sí que sale de mis labios  caso en forma de suspiro, intento no romperme pero cuando Saskia levanta las manos al aire para avisar que hay demasiado grafeno en el aire como para regresar el tiempo  mis ojos se desatan y el agua cae.

—Suelten  la barrera  y vamos —ordeno mientras veo como Ebe comienza a mancharse la ropa y las manos de la sangre de mi hermana.

La mano de Nuri sostiene mi mano  y ahora me arrepiento de no haberla hecho caso, ella me lo advirtió, me dijo que debía  traer a René  y me rehusé.

Tan pronto Fer me hace la seña de que el salto puede realizarse  ordeno a Julia que asegure el patrón de energía de todos  para que podamos hacer el salto sin miedo a que nos veamos afectados por el grafeno.

Configurar  la ebergia de tantas personas no es fácil, pero como líder puedo hacerlo, los uno a todos a hilos de mi energía, y solo tengo que pensar en Ander y Zafiro, para que al segundo todos estemos en el patio de Alexandra.

Al fin los murmullos  se hacen más  fuertes en mis oídos, Ebe  ordena a Franco algo que no entiendo  mientras Sofía lleva como puede a Julia, quien está  sumamente  debilitada. A la par veo a Tamirá  tomar la pista junto con Andree y Fran  ordenando a los soldados para que regresen a sus habitaciones, o lugares desde donde vinieron  hay muchas caras nuevas y la verdad  eso me desespera, porque no sé  nada de ellos.

Quedo con los puños cerrados mirando toda la danza de la gente a mi alrededor, y como si mis mis oídos hubieran  sido taponados los sonidos se dispersan alrededor.

Tan pronto Franco regresa, lo hace acompañado de Berenice y Etiel  quienes con suma destreza toman a mi hermana, quien ahora yace inconsciente. La meten dentro de la casa, mientras  de la misma  sale Ander  quien no logra entender lo que pasa.

En mi cabeza sólo  suenan acordes de una melodía  vacía, llevándome a la primera vez que tuve un concierto de piano  Gizah me había visto practicar  un millón  de veces, y esa noche antes del concierto, entré  en pánico, ella me tomó de las manos, y me prometió que no se iría abajo, que estaría allí, detrás  del escenario, no me dejaría solo, nunca.

Cuantas cosas me ha prometido, cuantas cosas me ha dado  y ahora, por mi culpa, está  a punto de morir.

Me arrojo en el suelo, para sentarme en el frío suelo, mientras aún  todos corren a mi alrededor. ¿Qué  porqué  no estoy allá? Con Ebe  y Berenice? Por que no podría ayudarlas, no ahora, de ninguna manera. Sólo soy un estorbo, que no sirve ni para pensar en una salida a tan fea tormenta.

—Helios—Nuria me mira con lástima, y no atino a más  que ignorarla, pues no, no hay palabra que ella pueda decir que me consuele ahora. —Sólo... lo siento—dice y desaparece, lo ha adivinado, eso es lo mejor que puede hacer, desaparecer  de una buena vez.

No, no estoy enojado con ella, pero si lo estoy conmigo mismo, y de verdad  quiero estar solo en este instante.

Rodeo mis rodillas con mis brazos y meto mi cabeza en el pequeño nido que acabo de crear. Para ponerme a llorar desconsoladamente, como nunca antes lo hubiera  hecho, y la vida entera me viene de golpe.

Zafiro, mis padres, Bruno, Nadir, Dará, la  nona, Gizah  mi hermanita Gizah... si  ella no sobrevive ¿qué  hago de mi vida? ¿Qué  hago como líder de los dominis?

Mis sollozos salen con ira y desesperación, pues es más  rabia la que siento que  otra cosa, porque no soy capaz de centrarme y contener a la desesperación  que se apodera de mi.

De la nada, siento una mano sobre mi hombro derecho, y cuando estoy por maldecir, oigo su voz, y quedo helado.

—Un Anta es poderoso, y fuerte como una Roca, nadie ha visto a un Anta perder nunca—El papá  de Zafiro, si Spiero, me da esas palabras, y como nunca siento que son  reales.

—Señor... intento agradecer, pero la boca se me seca, y me quiebro más  al ver a Yeru  quien viene corriendo hacia nosotros.

Primero da un abrazo desesperado a su padre, quien le da un beso en la frente, para luego ponerse de rodillas ante mí, para estar a la misma altura.

Mis lágrimas se hacen ríos, cuando la veo a ella también  llorar. Pone sus manos sobre mis mejillas y seca mis ojos con sus dedos, sin más me tiro a sus brazos y lloro, lloro como condenado, mientras ella caricia mi cabeza.

—Estará  bien amor—dice ella, y olvido porque estaba furioso con ella.—Fran me ha dicho que ya cerraron la herida.

—Es mi culpa...Nuria...

—No lo es... es mi culpa— me aparto de sus brazos y la miro confundido— Ambar  es mi responsabilidad... y me quiere a mí... quizás, nunca debí  excederme con ella.

—Tú  sólo te defendías...

—No, amor, yo en verdad lo hice por placer... pero no te preocupes, yo me encargaré  de poner las cosas en su lugar.

—¿qué dices Zafiro? Ella te quiere a ti, ella necesita de ti para abrir el portal...—estoy enojado y frustrado, que apenas me salen las palabras.

—Lo sé, y es por eso que me voy a encargar de ella, sin estar allí...

No lo entiendo, de verdad no lo entiendo  ¿qué  pretende Zafiro? Estoy por hablar conado de la casa viene Liza corriendo hasta nosotros.

—Berenice los necesita, a los dos, ahora.

Ni bien dijo eso mi hermana Spiero nos ayuda a levantar y seguimos a mi hermana hasta la casa. No he soltado de la mano a Zafiro y ha sido de propósito, sus palabras aún  resuenan en mi cabeza, por lo que me da mucho miedo lo que se le ocurra hacer.

Cuando llegamos a la habitación donde está  Gizah, me topo con la escena más dura de mi vida, mi hermana está  manchada de sangre, atravesada por mil hilos de energía, las cuales se terminan enredando en dos cordones que penden de la mano de Etiel.

—Debemos usar sus energias—Etiel nos habla a través del tapa boca— y debe ser de manera gradual, es para evitar los sangrados internos, pero para ello... Amit, debes deshacerte de algunas sombras... le pediría  a Julia, pero ella está  muy cansada.

—¿Julia? —pregunta Zafiro extrañada.

—Sí, —responde Berenice— Julia y Helios tienen el mismo patrón de energía, al igual  que tú  y Helios por su conexión, no necesito  cantidad... sólo  calidad... así  que, hagamos esto de una buena vez, para asegurarnos de que Gizah se recupere pronto.

Cuando termina, Ebe quita a su abuelo los dos cordones de energía y me pasa uno a mi y otro a su hermana.

—Deben soltarse las manos—Pide ella y obedezco a duras penas, no por el lado romántico y tierno, más  bien, porque debo evitar que haga una locura. —A la cuenta de tres—Zafiro libera sombras de una, y mi Alma cae en mil pedazos al darme cuenta, que la mejor amiga de Gizah  ahora se está  volviendo en una versión  oscura y fría, se nota que estamos más  cerca del nacimiento de nuestros hijos, la estoy perdiendo... y ahora sólo  me queda ser fuerte para lo que vendrá —tres...

Con la orden de Ebe, suelto energía y Zafiro  igual, con ese gesto, de nuevo, veo el pecho de mi hermana moverse, y por el momento con eso me basta, mi hermana, está  viva, Gizah, lo está.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora