Capítulo 34. Venceremos

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El abismos de tu corazón podría simplemente destruirme,pero no puedo seguir mi camino sin ti.

La miro, como si fuera lo único importante de todo esto, la guerra, las piedras, la gran historia, mi misión, se redujo a ella, sólo ella.

Sus ojos están perdidos, y su piel tiene un brillo extraño, me puse en su ser, tratando de entender que pasa por su cabeza, y el dolor me rompió por completo. Quisiera ir por ella, tomarla en mi brazos y decirle que mejor volvamos a casa, ir lejos de todos y todo, sólo ell y yo, claro, eventualmente con los bebés. ¡Será una locura! pero el amor, que aún está aquí podría ayudarnos a administrar el caos.

Pero soy lo bastante maduro para entender que eso no puede ser así de fácil.

El crujido de las hojas bajo mis pies, y el canto tenue de las aves me recuerdan a Ojo de Mar, y como esa vez caí a sus pies cuando ella besó mi cuello. Todo mi ser tembló, era la primera vez que me hacía consciente de su poder sobre mí. Y creo que fue justamente por eso que no podía aceptar que ella rechazara una misión tan importante como la de salvar a la humanidad. Estaba tan enojado, ¿Cómo podía amar a alguien tan egoísta?

Pero cuando pasamos más tiempo juntos me Di cuenta que no era egoísmo, era miedo. Miedo a salvar a todos los dolores que había sido capaz de experimentar.

Y hoy, la tengo a mi lado, caminando, sabiendo que estamos tomando un camino tan desesperado, y ello la llevará a vivir de nuevo el dolor de una humanidad corroida y corrompida con el peso sus pecados.

Me da miedo, miedo de perderla por completo, de saber que hoy será la última vez que ella tiene bajo poder sus sentimientos, luego de esta noche, ya nada será de ella, nada. En cada batalla ha sido desmembrada, destrozada tan cruelmente, que debo decir que me sorprende que aún esté queda su alma y su odio a la humanidad no haya florecido.

Detengo la marcha, mientras mis compañeros, nemosorum y dominis caminan en dirección al campamento base del cerro que debemos subir.

Este cerro es diferente, aparte de ser el más alto del país, realmente te trasmite su poderío, advirtiendonos que nadie gana, imponiendo su superioridad. Aquí no podemos saltar, sus rocas y su vegetación antigua tienen un poder sobre nuestra energía, capaz de ponernos barreras.

Desde aquí puedo ver los hilos de energía violeta que se extiende de un árbol a otro, contándose cosas, susurrandose secretos infinitos.

Su formación es diferente, por eso la Orden de las Rosas eligió este lugar, es demasiado poderoso, demasiado misterioso.

Veo a mis acompañantes perderse en la espesa vegetación, cuando mi Yeru está por subir, corro hasta ella, la rodeo con los brazos, y acomodo mi cabeza entre su cuello.

—Helios...—Me llama sorprendida cuando la giro para darle un beso en la frente y volver a abrazarla.

—Lo siento tanto—Digo afligido, culpable, roto—Todo esto es culpa mía, si desde antes hubiera hecho caso a mi corazón, si por si acaso hubiera aceptado que moría por ti desde un principio, hoy no estaríamos aquí, tú no estarías tan lejos de mi, o tan siquiera a punto de desprenderte de esto que te protege a sentir el dolor del mundo entero. Lo siento mi amor, lo siento.

El silencio se hizo mientras la sostenía contra mi pecho, nuestras respiraciones se sincronizaron, y finalmente me rodeo la cintura con sus brazos, su cuerpo daba pequeñas sacudidas y un leve sollozo de escapó de ella.

—¡No!—Digo separandola un poco de mi—Mi amor, no quiero que llores Yeru—Intento secar sus lágrimas, pero salían más y mi corazón se desplazaba. —Soy un idiota por decirte eso en este momento tan delicado, lo siento amor.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora