Capítulo 11. Alexandra

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No importa cuán terrible creas que es una situación, siempre puede empeorar si no comienzas a buscar la luz.

El aire se me hacía pesado, los pulmones me ardían, y las sombras se retorcían en mi. Llevo muchos días luchando con ellas, para que no devoren mi alma, sé cuánto Lior espera eso, y se que en verdad me quiere destruir, pero no se dejaré tan fácil.

Me inclino sobre mi estómago, intentando pasar algo de energía para evitar caer, pero esto requiere mucha energía de mi parte, el hambre es voraz, y no es que me tengan sin comer, pero me siento así. 

Comienzo a marearme de nuevo, pero me recuesto contra la fría pared para evitar que mi cuerpo se desplome. 

La puerta de la oscura habitación se abre, con ella llega una luz, cierro mis ojos por el golpe intenso que me da, la verdad que he preferido estar en la oscuridad, me siento más cómodo. 

  — Hugo— la voz de Alexandra me sobresalta, pero termino abriendo mis ojos al fin, la vislumbro a penas, sin embargo me alivia saber de ella—   ¡Dios estás muy pálido!— Dice preocupada. 

  — Estoy bien— respondo apenas cuando me ayuda a separarme de la pared y me lleva hasta la cama en donde me obliga a sentarme.

— Toma, te traje algunos frutos secos— dice pasándome una bolsita llena de almendras y nueces— No es comida consistente, pero créeme, si algo me enseñó Amit, es que son muy buenas para recuperar energía. 

  — Gracias...— digo abriendo la bolsa y en verdad con el hambre que tengo me da igual que me traigan hasta isopor, me lo comería. 

 Alexandra se sienta a mi lado y comienza a pasar energía en las partes de mi cuerpo en dónde hay heridas causadas por las sombras que están en mi interior, a veces se escapan de mi cuerpo, y me atacan en sueños, si bien, ya casi no pasa tan seguido, pasa, controlarlas es un tanto difícil. 

  — ¿Qué haces aquí?— pregunto entrecerrando los ojos, por que maldita sea como duele esto.

— Vine a verte Hugo... han pasado cuatro semanas, y bueno, hay novedades fuera de esta caja de fosforos, has sobrevivido un mes...al igual que los nemosorum.

— No lo entiendo...— digo mirando a Alex a los ojos— ¿Los nemosorum sobreviviendo?

— La orden de las rosas comenzó a acorralarnos, Lior hizo un gran trabajo la verdad, hemos conseguido contener muchas tragedias, pero las malditas conocían muy bien nuestras debilidades.  Ahora, nos escondimos. 

>>Mi madre considera que Dorot está ayudando a la orden de las rosas, Por suerte, estamos ocultos de todos, por sobretodo mi hermana, por decisión unánime está escondida, sólo Lior sabe dónde está. 

Pensar en Zafiro, me hace recordar la razón de mi confinamiento en este calabozo, a fin de cuentas, traicioné a Lior, si bien, mis planes iban en función a lo que Tamirá veía para que Helios y Zaf queden juntos, pero nos olvidamos del pequeño gran detalle, la aparición de Hiara causó interferencia en sus predicciones. 

Fallé, y ahora Zafiro a vuelto a los nemosorum y bien oculta de Helios, mi sacrificio fue en vano. Sigo comiendo lo que hay dentro de la bolsa, mientras Alexandra me cuenta las novedades de arriba, y por sobre todo me prepara para lo que tenga que decirme, pero antes de que me dé duro con la noticia que tenga para mi, debo saber qué pasó de mi hermana. 

  — ¿Dana se encuentra bien?— pregunto cuando Alex desordena mi cabello y sonríe, había olvidado cuan hemos es cuando sonríe. 

—  Está genial. No te preocupes, ella comenzó a trabajar de nuevo con los nemosorum, sin problemas, se atañe a las reglas, pero eso sí, tiene prohibido hablar con Amit. Han sido bastante astutos ustedes dos, en verdad, me han sorprendido, no pensé que serian capaz de cometer semejante locura por amor. 

— Sí, el amor nos hace muy tontos... o extremadamente valientes, de igual forma mi jugada, no sirvió, Zafiro volvió a los brazos de Lior. 

— Y muy feliz por cierto— Dice levantándose de mi lado— Me fascina hablar contigo Hugo, pero debo darte una noticia... sales hoy, conmigo.

Sus palabras provocaron una mezcla de rabia, miedo, ansiedad, alegría, era indescifrable para mi, la verdad es que son tantos sentimientos mezclados, que no sé si pueda con ellos.   Tengo mil preguntas y ninguna sale de mi cabeza... 

  — ¿Dónde?

— Hoy haremos nuestra entrada triunfal...y tú serás mi estratega, necesito que encontremos a Dara, cuanto antes, ella tiene respuestas, y sabe dónde está la llave, pero no sólo eso, esa chica, es una mente malvada, yo necesito que la tengamos cuanto antes y comencemos a descubrir más cosas de la Orden de las Rosas. 

— Hasta que al fin me creen.

— Sí, a mamá le costó, pero finalmente lo vio todo claro, por eso Dorot nos usaba, quería llegar a Zafiro, y no, no le importaba salvar a mi madre, o a cualquier mestizo, él sólo quería evitar que Zafiro y Helios estén juntos, no me preguntes por qué, aún no lo sé, sólo sabemos que su principal objetivo es Helios. 

>>Tampoco entendemos por que se presentó al funeral de Zafiro, y por qué hice el triple trato con los nemosorum La orden de las rosas y los perfugas, hay algo grande, y creo que Dara tiene más respuestas de las que podamos conseguir uniendo cabos, algunos son demasiado cortos hasta para hilarlos.  

  — Y... ¿Por qué Lior está de acuerdo en que participe en algo tan importante?

— No, no bebé, el no lo está, pero mi madre y yo sí, así que tuvo que dar el brazo a torcer, te imaginarás las ganas inmensas que tiene de verter... y romperte la cara, pero este acuerdo es por mayoría, así que,  más vale que te levantes.

Alexandra me ayuda a levantarme, y en eso casi me desplomo sobre ella, la verdad me alegra que sea fuerte, por que podría haberme caído al suelo con ella, pero Alex nunca fue de las niñas frágiles, a pesar de su apariencia tierna, o su exagerada feminidad, esta mujer podría hacer pesas con tacones, se destaca por ello. 

  — Bien, creo que antes de ir por Dara, tú te tomaras un baño de burbujas, y te preparé un té energizante, quizás unas horas de sueño también te venga bien.

— Me estás consintiendo demasiado, ¿No lo crees?

— Nunca es lo suficiente Hugo, si voy a sacar beneficio de esto, que realmente sean beneficios de un hombre fuerte, y no del saco de papas que tengo ahora. 

— Siempre tan tierna...

— Y educada, lo sé.  

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora