Capítulo 25. Restos del ayer

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Hoy te extrañe también, te sentí aquí adentro, lo viví en la piel.

Y fue amor, fue amor, que se nos pasó, se nos escapó.

El dolor, que dolió, que dolió, y como nuestro amor, también se paso.

Hoy
Kachiporros.

Sentado, en el sofá, acompañado de Hugo, Alexandra, Dana y Rossana, quien por cierto me consiguió ropa seca y cómoda.

Ader acaba de llegar a la sala, cuando Alex me extiende una taza de té verde, es asqueroso, prefiero el té negro, pero a caballo regalado, no se le mira los dientes.

—Me alegra saber que aún puedo verte—ella sonríe de nuevo para finalmente sentarse frente nuestro—¿cuánto sabes de los nemosorum?

Si pregunta me descoloca por completo, la verdad que lo que sé de los nemosorum lo sé por Berenice y por alguna que otra carta que la Nona había dejado, más lo ganado en batalla. Así que niego con la cabeza y digo lo obvio.

—Lo necesario para seguir con vida luego de casi 8 meses.

—Entonces, nada—Dice riendo triunfante—Hugo, traeme las almas negras que tenemos.

Olvidé eso, ellos tenían almas negra que habían recogido cuando Zafiro los ayudó, obteniendo allí un gran ejército de nemosorum, de personas sin alma, y llevándonos ventaja frente a esta batalla.

Hugo trae un enorme frasco de vidrio y lo pone sobre la pequeña mesa de vidrio cuando Dana lo destapa y pasa una piedra a Ader.

—Los Anta—Habla mirando la piedra atenta, hasta que con un soplido, esta se purifica, mi sorpresa es notoria, pues no puedo creer que ella como Astram pueda purificar una alma—Son conocidos en el mundo de los dominis domo y de los nemosorum, como los encargados de la puerta del fin del mundo—Nunca había escuchado lo que ella me estaba diciendo—Mientras que los Lamied, sólo conocidos como los purificadores—Suelta la roca en el frasco de vidrio y todas se  convierten de negras a blancas en un segundo.

>>El padre de Andree, sabía bien esto, él, era parte de un círculo selecto de Dominis domo encargado de buscar a los dominis, así que se encargó de que todos los posibles padres se enteren de que sus hijos tendrían la energía del universo en su interior.

>>Tu padre, particularmente, no estaba tan feliz, siempre creyó que él sería el guardián y yo la designada, tonterías de adolescentes en aquella época, pero las cosas de la vida, terminaron juntandote con mi hija.

Ader ríe, y la piel se me eriza, por que no logro concebir que mi padre alguna vez se haya fijado en ella, y no hubiese estado feliz por el futuro de sus hijos, simplemente, porque él quería ser el guardián.

—¿Sabes por qué te llaman guardián?—Niego rápidamente, por que estoy seguro que mi concepto de guardián está equivocado—Por que resguardaras la puerta de nuestro universo por la eternidad, dicen que la felicidad inundara un día tu corazón, y la puerta cuidaras con honor.

>>Y esa es una de las razones por la que generas molestias a los antiguos.

—¿Quiénes son los antiguos?—me apresuro a preguntar con miedo y dudas.

—Hugo... ¿se lo explicas?

Hugo en verdad se rebordea con esta victoria, saber más que yo, estar en la sima de todo esto mientras caigo en el desconocimiento absoluto. La verdad es que aún no me siento cómodo en este lugar, porque tengo la conciencia plena en defenderme, y por sobre todo que estoy en territorio hostil. Y a pesar de la tregua, ellos no dudan en hacerme saber que somos enemigos, o simplemente que soy odiado por alguno de ellos. 

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora