Capítulo 40. Maldita

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Cuando te decidas, espero que me lleves al paraíso, que no aguanto más este infierno.

Aparecimos en la casa de Alexandra. El panorama era desolador, por no decir desesperante. El cuerpo de Zafiro se hacía más débil, ella se retorcia, como si todo le doliese y supongo que debe ser así.

Debo admitir que los dominis son eficientes y rápidos, ni bien se percataron de la situación, ya tenia a Saskia y a Ebe ante mi.

Rápidamente me apartaron del cuerpo de Amit, a quien sin perder tiempo comenzaron a pasar energía para que se recupere, pues se había desvanecido. Le había dicho que no envíe los pétalos de energía, pero la muy obstinada lo hizo.

Si cuerpo languidecio por completo y se sentía la tensión en el ambiente, pues es obvio que algo va mal.

Llevo las manos a la cabeza cuando veo que Hugo también viene corriendo, eso sólo significa malas noticias.

La conmoción se pintaba alrededor de su cuerpo, y mi alma temblaba de miedo. Pero todo lo poco que me quedaba de cordura se hizo añicos al ver como hilos de sangre corrían de su boca, oídos y nariz.

Eso sólo significa una cosa. Veneno. Y sé quién se lo puso, la chica que me atacó, ella no quería su energía, ella quiere matar a los hijos de Zafiro, y de Ser posible a ella.

Intento calmarme y ver la forma de ayudar, en vez de ser un simple expectador, pero no se me ocurre forma alguna de hacer algo.

Inmediatamente, vi como Hugo sostenía su cabeza y liberaba sombras de su cuerpo, las cuales ingresaban en el cuerpo de Amit.  Así como Hugo actuaba, Ebe parecía saber bien que hacer, con su energía limpio la sangre y puso todo su esfuerzo para detener la hemorragia.

De la misma manera Saskia, con ayuda de Bruno y el chico nuevo de los dominis, Franco, parecían estirar algo del cuerpo de Amit, por lo que veo, condesaron el veneno en hebras.

—Lior—Me llama Hugo e intento reaccionar lo más rápido posible para ayudar en lo que sea necesario.

—Pasame algunas sombras, las necesito.

Apesar de que Hugo ya no está en posición de darme órdenes, obedezco, y mientras paso mis sombras, escucho la voz de Andree ordenar a los soldados que despejen el lugar y hacer un sello al rededor del lugar en el que estamos.

—¡Fran! Ve por Berenice, y pide que venga pronto—Ordena Abdree, mientras comienza una carrera en dirección a Aldebaran, el padre de Zafiro, quien también parece estar herido.

Ander ya estaba auxiliadolo, pero parecía  necesitar ayuda.

Intento centrarme sólo en Amit, pero mi mente recorre todo el lugar. Y cuando al fin miro a Zafiro, mi cuerpo entero tiembla.

Todas mis sombras ya estaban en manos de Hugo y el seguía introduciendo en el cuerpo de la chica.

A pesar de estar desvanecida, se sigue viendo hermosa, y no puedo creer que aún piense en ella, que no la pueda arrancar de mi ser sabiendo que no me corresponde.

Ahora miro a Hugo y me pregunto si el siente lo mismo que yo, esta impotencia de querer tomarla en brazos, besarla, pero saber que no puedes, que no es tuya, y nunca lo será.

Intento controlarme y centrarme en la emergencia, pero mi mente no puede, no puede separarse de lo que pasa en mi corazón.

Y más sabiendo que en gran medida lo que le pase es culpa mía.

—Estará bien—Asegura Alexandra cuando me pone una mano sobre el hombro.

—Estoy seguro que si—contesto cuando me doy la vuelta para verla directo a los ojos. Sí, Alex es hermosa, y hasta en los momentos trágicos su semblante es provocativo, sensual y bien parecido.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora