Capítulo 33. Créeme

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Que el odio no te quite lo que el alma ha conseguido luego de mil batallas, amor mío.

No tengo ni la más pálida idea de que haremos, cuál es el plan o la estrategia, yo voy a pelear si es necesario, a llorar si hace falta, a romper huesos si o si, y por sobretodo con el único objetivo de abrir la maldita bóveda, si mis hermanas dijeron que si, es sí, confió en Ander después de todo.

Helios me está atando los cordones de las botas, porque según él no quiere que me agache, no hay lógica en su razonamiento, porque voy a una batalla, pero, sólo guarde silencio, después de todo me gusta su cercania.

—Crees que es realmente necesario atar de esa forma los cordones—Pregunto mientras me siento al borde de la cama y él sigue con el nudo. Cuando finalmente me mira con algo de fastidio.

—Creo que sí, por eso lo hago, deberías dejarme hacer lo que sé que es importante hacer.

—¿Y qué es importante hacer?—pregunto entrecerrando mis ojos con algo de confusión.

Se sienta a mi lado, da una honda respiración, cuando preparo mis oídos para escuchar todo el sermón que tendrá listo para mi.

¡Pero que tonta soy! es obvio que aún Helios puede conmigo, cuando estaba segura que él iba a hablarme, sus labios estaban en los míos, quitándome el aire por completo, logrando que mi piel se electrizara.

Su perfume de metía en mis fauces encendiendo recuerdos tan vividos, tan míos, de cuando moría por esto, y ahora que lo tengo, está tan inalcanzable.

¿Y todo esto se volverá ceniza? ¿Lo dejaré de amar? Cómo mi madre lo hizo con mi padre, acaso, debo aprovechar este momento... en definitiva, él lo está haciendo.

Su mano derecha se apoya sobre mi muslo, mientras que con la izquierda sostiene mi cabeza, sus carnosos y suaves labios me rozan los labios en besos cortos, pero profundos, haciendo que quiera más de él, que quiera tenerlo siempre conmigo.

Se separa de nuevo, y apoya su frente en la mía, para soltar de nuevo el aire que tenía contenido en sus pulmones.

—¡Esto es importante hacer!—Responde a la pregunta que ni recordaba había formulado hace unos minutos—Te amo tanto, y no me dejas entrar en ti, ¿No crees que las cosas serían más fáciles si tú y yo nos tomaremos de las manos?

—Helios—Suelto el aire—Te...—Guardo silencio—Te das cuenta que esto se ha convertido en un carrusel, damos vueltas sobre lo mismo, allá afuera están todos, pidiendo a gritos nuestra ayuda, nuestros amigos, Lior...

—Lior estará bien Zafiro, él puede cuidarse—Su voz suena molesta, odia escuchar el nombre del chico. — El problema aquí, el único problema es que eres una caprichosa.

—Motivos me sobran—Dije intentando levantarme cuando él me toma suavemente de la mano y me estira para sentarme de nuevo.

—¿No me extrañas?—Pregunta con la voz gruesa, y por Dios, que sensual, que profundo, tanto que mi piel se enciende.

—Sí...—Digo en un hilo de voz, ida por su cercanía—Pero no es momento de hablar de nosotros...

—Nunca lo es para ti, desde aquel beso, desde ese día, nunca me dejas hablar sin que termine rogando, o gritando...¿Cómo es que terminé queriendo a una chica tan espantosamente malcriada?

Río, porque recuerdo perfectamente que tiene un gran punto débil, coloco mi mano sobre su cabeza y lo acaricio suavemente, su rostros se vuelve más amigable y su cuerpo entero se relaja, hasta que recuesta su cabeza sobre mi hombro.

—Quiero una vida a tu lado—Confiesa—No importa que tengas que ser como tu madre, si al final me condenas como a tu padre, si terminas odiandome, per yo quiero estar contigo, quiero estar allí cuando mis hijos vengan al mundo, quiero acariciarte la cabeza por las noches y ayudarte con nuestros hijos, estar ahí para ti...

—Para nosotros— lo corrijo—Para la familia—agacho mi cabeza cuando la melodía de la tristeza se instala en mi. —Voy a ser como Ader, y capaz, no sé, termine no queriendote más Heliis—Pero Alex tiene razón el algo, tú serás un buen padre... y mi destino está prácticamente marcado, así que sí.

Helios se separa de mi hombro tan rápido como puede para mirarme con asombro, alegría y asombro.

Sus ojos se iluminaron, y su rostro se llenó de alegría. Me tomo de la cabeza para darme un beso profundo. Sus labios siempre se sienten bien.

—¿Sí?—Vuelve a preguntar.

—Vivamos juntos, hasta que ya no se pueda, y prometeme que no separaras a mis bebés, que los esconderas de mí, pero los mantendrás Unidos.

—Yeru...—Me planta otro beso mientras toma mi rostro con ambas manos. Dios, es tan fuerte, tan dulce, es puro veneno.—Prometo que haré todo lo mejor para nuestra familia, amor, en verdad, los voy a cuidar, como sea.

—No diré que te creo, pero esta vez, te voy a obligar a que nos cuides—Digo enojada— No permitiré una sola falla Helios.

—¿Y cuando ya no me quieras?

—¿Y si te sigo queriendo?

—Me quedo con esa pregunta, y con las ganas de que nunca me dejes de querer—Su respuesta fue pura, Real sincera, lo sé, pero de todas maneras me sigue dando miedo, me sigue doliendo, y corre en mis venas al miedo. La incertidumbre.

—¿Puedo?—Pregunta levantando la mano, y se perfectamente que quiere. Afirmo con la cabeza, suavemente, cuando baja su mano en mi vientre y lo acaricia, su rostro se ilumina, y ahora parece estar vivo de nuevo, su expresión, sólo se compara a aquella vez, cuando se enteró que fue mi primer beso, el ego se le inflo tanto, que no podía ocultar su felicidad, y ahora, es así mismo.

—Voy a ser papá—Dice para sí mismo, como si fuera el mayor logro de todos—Y les prometo,—Habla mientras baja hasta el pequeño bulto de mi vientre—Que nunca rompere sus sueños, que respetaré sus ideas, y no les impondré ideales, serán libres a su causa, pero siempre los guiare hacia el camino del bien... y el día que debamos de escondernos de mamá, será como un juego, en dónde sólo buscaremos la forma de que ella nos encuentre y podamos ser felices... los ¿Seis?—Levanta sus ojos hasta los míos y con esa sonrisa egocéntrica que tan bien le queda, me guiña un ojo para lanzar al fin su pregunta—¿O tendremos más niños?

—Los vas a criar tú, ¿Te animas a más? —cuando terminé de formular la pregunta, la puerta se abrió, era Ander.

Su collar colgaba en el cuello y sus ojos parecían desesperados. Creo que ya es hora de ir.

Helios se apresura en ayudarme a ponerme de pié, cuando lo hace, toma mi mano y caminamos hasta mi hermano.

—Es hora, nos apegamos al plan, y no quiero ninguna sorpresa, si en verdad quieren que esto acabe bien, por sus hijos, por ustedes, hagámoslo rápido, y tal como les he dicho.

—No tengo idea de que es lo que has dicho—mi voz sonaba dolida, como si estuviera agonizando.

—Me basta con que abras la bóveda, mientras Helios, Hugo y yo, nos ocupamos del resto. Será una batalla dura... así que no salgas del círculo, hagamosles creer que tienen el control.

—Y lo tienen Ander—Helios aprieta levemente mi mano, porque siente que estoy alterada...

—No, si lo tuviesen, tus hijos no estarian en tu vientre... créeme.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora