Capítulo 46. El pacto

453 73 7
                                    

Con el fuego del infierno, prometo destruir cada parte de tu ser.

Debo admitir que podría mal acostumbrarme a esto, recibir la atención de Helios, y gozar como se muere por hacerme sentir bien. Es como si este chico fuera otro, o mejor dicho el verdadero, pues siempre actuó así con todo el mundo menos conmigo.

Quisiera echarle eso en cara ahora, pero recuerdo que es mejor mantener la armonía en este momento, a demás, estoy tan cansada... No puedo creer que me agote tanto haciendo tan poco... bueno, para ser honestos me siento como en los viejos tiempos, cuando no sabía lo que era hacer una rutina de ejercicios tan siquiera.

Helios termina de tenderme la cama, coloca las almohadas y con una sonrisa me invita a que me acueste. El gesto hace que el estómago se llene de electricidad, verlo feliz, sonriente, emocionado, por estar conmigo.

Y estoy segura que tengo la misma expresión en el rostro, esa expresión de enamorada atontada, y no es que me des muy agradable, pero honestamente, no se puede evitar.

Me recuesto estre las almohadas y él hace lo mismo, aunque ahora, debería ir a ver a Gizah y Berenice, realmente todos están con mucho trabajo preparando la cena de hoy, en total estamos como 60 personas en este lugar, esas son muchas sillas, mucha comida y una mes o muy larga.

—¿Por qué me miras así?—Pregunta Helios tomándome de la mano para luego llevarla a sus labios y plantar un tierno beso en ella.

—Deberías ir a ayudar a los chicos. —Respondo sin dejar de verlo a los ojos, cuando él vuelve a sonreir. ¡Dios, que bello! Espero que mis hijos saquen ese encanto.

—¿Me echas de tu habitación?

—No, no... es sólo que, si yo fuera uno de los que está afuera, me enojaria que no me ayudaran a organizar algo tan grande.

—Pues, señorita—Dice mientras acaricia mi mejilla y acomoda mis cabellos tras mi oreja—Olvidas que soy Helios Uria Anta... mi amor, aquí todos quieren verme feliz, y bueno... Nadie se enojara por que no ayude hoy, saben que hago cosas verdaderamente importantes.

—¡Ja!—Me burlo—Nunca dejas lo engreído, y yo que en mi cabeza te estaba presumiendo a mis amigas imaginarias... «Sii este chico es adorable, encantador» Y mira nada más, tu ego por las nubes como siempre...

—Es tu culpa—Rie un poco encantado—Me levantaste al cielo por años Yeruti... te recuerdo que me mirabas y babeabas, y estoy seguro que si tú estuvieras del otro lado, ahora, estarías haciendo algo para que vaya junto a ti, porque estarías muerta de celos...

—Deja de presumir—Cerré mis ojos, pero sonreí, porque es verdad, estaría muerta de celos si estuviera del otro lado.

Siento las manos de Helios acariciar la piel de mi rostro, luego mi cuello, mis brazos, baja lentamente por el, permitiendo que disfrute de su tacto, de su amor. Regresa el movimiento hasta mi cuello dónde de queda jugueteando,  causándome una especie de cosquillas, pero placenteras. Me dejó llevar por todo lo que me permite sentir, hasta que mis labios son atacados por los suyos, la verdad no lo esperaba.

Abro de nuevo mis ojos, cuando él se separa de mi, y se baja de la cama.

—¿Al final te vas?—Pregunto un poco a penada, quería que se quede más, quizás por otros besos, o algunas caricias, no sé, solo que se quede.

—Sí—Responde sonriendo, feliz de verme suplicar que no se vaya.

—Lastimosamente debo ir ayudar, y tienes razón, a demás, quiero hacer una reunión con mis soldados, como sabrás, estos son los momentos en que la moral se hace trizas, y debo estar para ellos.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora