Puedes escucharme en tu mente, puedes verme en medio de las sombras.
Limpiaba la sangre que caía de mi nariz, esto no es normal, yo no sangro, pero parece que alguien está jugando a ser mi juez, y poniéndome en medio de una gran prueba.
Me siento en medio del gran pastizal y observo el anochecer como lo hago siempre, intentando llenarme de algún tipo de emoción que no sea la desesperación de los humanos, o el sonido de los estupidos animariums hablando uno tras otro.
Los miro cuando los escucho murmurar sobre la sangre, mientras de fondo escucho como si las agujas del reloj corrieran, ellos parecen temerosos, pero a la vez se ven aterradores al intercambiarse miradas como si yo fuera un rico platillo.
—Más vale que se mantengan alejados de mi o los hervir vivos—Amenazo y ellos retroceden.
Me haya suavizado o no sigo causando terror a todo ser vivo que se atreva a enfrentarse a mi. Mis pequeños niños se calman y el silencio se hace de nuevo cuando mis ojos dan al sol escondiéndose tras los cerros.
En mi cabeza se repite la escena en que Ander me pedía quedarme, pero la verdad es que aunque me duela, no me quedaría, revivir recuerdos fatídicos no es lo mío, yo simplemente quiero destruir a la orden de las rosas, luego a Dorot para ir al fin por las almas y reclamar este mundo para los nemosorum. Aunque ahora... todo se ha vuelto confuso ¿por qué estaba peleando?
No voy a negar que saber que mi muerte fue planeada no me causa dolor o tristeza, más de la que ya tengo, pero al fin y al cabo ese dolor se intensifica al saber que me usaron tan vil y fríamente. Mi vida y la del hijo que llevaba en mi vientre no valían para esa persona.
Aveces considero que el mundo ha sido injusto conmigo, con mis hijos, con mi amor, pero el mundo es eso, un sumidero de ir y venir, de caos por resolver de mentiras que crear y de verdades que revelar.
Más injusto es que acuse a la vida si al final terminaré rompiendo almas de mil más, al final me estorbo a mi misma, soy quien soy, por que lo necesito, lastimosamente es así.
Muchas veces me pregunté como callar el dolor o las voces que están en mi cabeza, o quizás simple desnudar mi Alma de esa oscuridad.
—De nuevo tú —acuso en voz alta cuando friego de nuevo la nariz para asegurarme de no tener nada antes de voltear—No te cansas de seguir mis pasos, deberías superarme Aldebaran.
—Lo mismo digo, deberías superarme y guardar ese anillo en otro lugar que no sea contigo.
—Es sólo costumbre—miento, la verdad que ese anillo es lo único que me ata a la cordura, lo que hace que recuerde quien fui, que hice, a quien amé, a mis hijos, a él. —¿De nuevo se te activaron los instintos acosadores mi querido Aldebaran?
Él ríe y se pone en cuclillas tras mío, sobre la Roca que sobresale a mis espaldas, y sin mirarlo tan siquiera sé que sus ojos dan al mismo lugar que los míos, al atardecer.
Los animariums tararean con el viento como si anunciaran una muerte, un Alma hecha luz, reconozco ese canto, cuantas veces lo he oído, por lo general lo ignoro, pero hoy es diferente.
La respiración de Aldebaran se hace más fuerte, como si los nervios acabaran de poseer todo su cuerpo, y eso me anuncia un futuro posible.
Mis ojos son invadidos por las sombras, para ganar ventaja sobre sea lo que sea que pretende.
Intento levantarme, pero mis movimientos se hacen lentos, en menos de un parpadeo estoy contra la Roca, un brazo rodea mi cabeza y un cuchillo naim está alrededor de mi cuello, y claro, he sido inmovilizada por la energía de Aldebaran.
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Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]
FantasíaLuego de la partida de Zafiro con Lior, Helios debe enfrentar el dolor que su corazón aqueja. Pero eso no es todo, ahora le toca volver al mando de los dominis, y fingir que nada ocurrió. La lucha entre los poderes se vuelve cada vez más clara, y...