Capítulo 45. Animarums

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Que la muerte libere tu alma, y vueles libre por los bosques.

«Abigail, ese es mi nombre» repito como siempre, las voces se hacen cada vez más fuertes en mi cabeza, así que debo recordar quien soy, de donde salí «Abigail Mahina Busse Lamied» Hija de Berenice Abigail Busse y  Etiel Yuen Busse».

«Elegí como nombre Atram Ser llamada ADER ODEIM Lamied»
Ader, no tiene origen, lo inventé, por que fui la primera Astram. Y en mi cabeza se repetía la oración ¡Alejate De Esta Realidad!»

Entró al agua del arroyo que tengo ante mi... si no hago esto todos los días, las voces ganan en mi cabeza y olvidó quién soy y cuál es mi razón de ser. Cada vez cuesta más apartar a la humanidad, pero lo logro, sólo es cuestión de decirme siempre el mismo recordatorio, una y otra, y otra y otra vez.

«Odeim significa miedo al revés, Lamied es el apellido de la persona que más amé en este mundo»

Me siento en el agua y dejó que la corriente lleve  mis sombras, estas se mezclan con ella, y regresan a mí, una y otra y otra vez.

Miro al cielo, y suelto un suspiro, de esos que arrancan el cansancio y se llevan lo triste. Pero las voces siguen en mi cabeza, aunque debo reconocer que no son tan molestos como los animarums. Esas cosas siguen viniendo a pesar de los años, y ultimamente se han multiplicado.

Hablan, y hablan, tanto como los humanos en mi cabeza, casi sin así de insoportables, pero lo bueno es que los animarums me son útiles, por lo general les ofrezco sombras, y se las llevan para luchar, lo bueno de esto es que aunque ellas no quieran me traen almas contaminadas y ellas resuelven sus problemas.

El principal que tienen es la tala de árboles, en bosques donde la madera no está lista, o cuando matan animales por diversión. Digamos que estas cosas con como los Ángeles de la guarda del bosque y viven por y para ellos. Sin embargo, cada vez se quedan sin hogar, y muchos mueren.

Ahora no se cansan de repetir que la odiosa de Dara les da caza, los para y usa su sangre. Quien sabe que descubrió la niña esa, por eso los mata, pero mucho no los puedo ayudar.  Mis sombras no atacan a Dorot, por que quisiera, y ya lo he intentado, por eso vengo a este arroyo. El mismo que está en el cerro en el que Zafiro murió.

Si en este lugar la energía se dispersa, y eso me ayuda a recuperarme.

La últimavez que ataque a Dorot terminé muy mal herida, quise aprovecharme de un situación, pero terminó quemandome con energía de mis propias sombras.

Ahora tengo la marca de la quemadura en el vientre, y es realmente doloroso. Como si no tuviera suficiente dolor con el que lidiar.

Suelto energía de mi cuerpo y esta forma una especie de Red en todo el sitio.

Desato mi cabello y dejo que toque mi cuerpo desnudo, así como el agua que acaricia cada parte de mí, permitiendome ser de nuevo, aunque sea  unos segundos una persona normal, que siente algo por si misma, aunque las voces de mi cabeza nunca guarden silencio.

—Siempre... hermosa.

Esa voz tocó la fibra de mi interior, provocando que mi cuerpo sucumba al encanto aunque no quiera. Sonrío y sin inmutarme tan siquiera me hundo más en el agua.

—¿Te liberaron?—Pregunto apretando la mandíbula, pensé que esto jamás ocurriría— Hábiles los chicos ¿No?

—La verdad que es gracias a la Orden de las Rosas—Escucho los pasos de Aldebaran acercándose a mi, y para que negar que siento revolotear mi cuerpo como si fuera una 15 añera.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora