Capítulo 61. La incertidumbre.

395 70 10
                                    

Dejame soñar en la nada mientras el suelo nos despoja de lo único que era nuestro de verdad. 

Ander nos habla a todos, como si fueramos unos crios, explicandonos la conexión de los naims con el universo, el significado de las piedras, y porqué nosotras las portamos, la verdad es que no me siento nada cómoda, siendo juzgada por la mirada de todos, tanto los naims como los nemosorum comenzaron a inspeccionarme, y tengo entendido que la causa es la panza que se nota. 

Me acomodo en la silla cuando Helios me toma de la mano, ¡Maldición! otra razón para ser juzgada por la mirada de todos. Puedo ver cómo los celos se instalan en los rostros de las chicas que son soldados de los dominis, y del otro lado, veo a una Paulina bastante contenta con mi condición, claro, estoy alejada de Hugo al fin y al cabo. 

—¿No estás escuchando a tu hermano?—Helios me susurra al oído—Concéntrate, es importante.

Me siento de nuevo bien, y tomo su mano más fuerte, para al fin escuchar de verdad a Ander, quien sólo emitía sonidos inentiligibles para mí, hasta que me dispongo a descifrar sus palabras. 

—Y esas joyas las ayudarán a concetrar sus energías en un sólo punto, les servirá como un generador en el que guardarán sus ataques, y con él podrán devolver sea lo que sea que deben al momento de ser agredidas. 

>>Ahora, ya sabe que contiene las piedras, por ende, implica que estarán tras ustedes más que nunca, ahora que Zafiro no es la designada, con mayor razón, pues ella ya no podrá abrir la bóveda. 

—¿Y que pasa con Aracy?—pregunté algo nerviosa cuando Ander traga fuerte su saliva.

—Ella, lamentablemente será la llave, hasta el día de su muerte, por lo que no creo que la suelten, de verdad, ella es una prisionera de la orden de las rosas, nuestra prima, lo más seguro, debe estar encadenada. 

—¿Y no pensamos hacer nada para rescatarla?—La voz de Ebe se proclama sobre nosotros causando que nos alertemos, estaba por preguntar lo mismo, pero no me dió tiempo de hacerlo. 

Ander mira a Helios quien me suelta para al fin ponerse de pié y estar frente a todo el público que nos observa atentamente. En eso también lo hace Hugo, quien se para a lado de Ander. 

—Lamentamos—Dice Helios—no poder ayudar a Aracy, lastimosamente, somo concientes de que no estamos listos, a penas y huimos de ellos, imagínense si nos tocara ir nosotros de casería, al menos...

—No por ahora—Dice Hugo al ver que estoy por hablar—Debemos esperar, al menos hasta que tengamos las fuerzas suficientes, ashora, no estamos listos, cuando las cosas mejoren, para los dominis y los nemosorum iremos tras ellos, y prometemos hacer lo posible para salvar a su prima. 

—Absolutamente de acuerdo—Habla Alex desde las gradas—No pienso dejar que la popnzoña de Dara se haga cargo de mi prima, y si puedo hacerme cargo de esa víbora, les estaría muy agradecida. 

Mi hermana me mira, como pidiendome permiso, pero ella sabe que esa presa es mía, sin embargo, ahora, yo no puedo hacer otra cosa más que ser espectadora en las batallas. Y de verdad tengo ganas de ser yo quien la destruya. 

—Pero...—Berenice habla desde el otro lado—No nos dejemos llevar por la angustia, al fin y al cabo, esto es sólo una prueba de lo que se puede y no se puede. Estoy segura que rescataremos a Aracy, pero no podemos, por nada del mundo caer en lo mismo que ello... no los podemos asesinar...

—Pero si ellos lo hacen con nosotro abuela—respondo desde mi posición sin inmutarnos. 

—Pero eso nos deshumaniza—y esa palabra de da un enorme bofetada, no pensé que no estuviese de acuerdo con Berenice en algo, es decir, siempre que la oigo, entro en razón, pero salvar a Dara, no es algo que yo quiera hacer. 

—Hablas cómo si mereciera compasión—Escupe Alex, leyendome la mente una vez más. 

—No es compasión hija, es pensar en no ser igual a ella. 

—Yo estoy de acuerdo—Dice Ebe quien una vez más actúa como la niña buena, estoy segura que Alex y yo ponemos los ojos en blanco al mismo tiempo. 

—Las niñas buenas no tienen cabida en esta discusión—Se mete Ross desde el otro lado...

—Y las personas que no son de esta familia tampoco—La voz de mi padre se hace eco en el gran salón, no sé porqué no pude evitar ponerme firme al oirlo.

Él está empapado, como si hubiera estado en una zona con mucha lluvia, se sacude, y luego despliega energía de su cuerpo para secarse de una buena vez. Y así es como entiendo que mi madre siga enamorada de él, se ve tan elegante, tiene un buen porte, al igual que mi hermano. Creo que la elegancia entre nosotros fui la única que no la heredó al final. 

—¡Y tú empezarás con tu discurso humanista!—Acuso cuando Alex sale corriendo a su dirección, creo que es evidente el favoritismo de mi Hermana hacia mi padre. Lo abraza, y este corresponde. 

—No—Su tono tajante hace que la piel se me erice de moción, mientras que Berenice se ruboriza de la rabía—Si bien soy de los pacifistas siempre, por esta vez, lo siento mucho Berenice, pero estoy a favor de Alex y Amit, no voy a perdonar a la orden de las rosas, mucho menos a mi hermana, y ni que decir a Beatriz. 

—Entonces ya lo sabes—Acusa Helios cruzandose de brazos

—Sí, he advertido a todos los dominis domo sobre la traición de Beatriz, ¿Quién sabe desde cuando nos ha estado manipulando a su antojo?

—Me alegra—Digo mientras me levanto y mi vestido se arrastra por el suelo—Me alegro, porque es hora de acabar con la lacra de una buena vez, estoy harta de que ellos nos exterminen, y nosotros sólo jugamos a ser los buenos, sin embargo, nos hace mal, un mal totalmente planeado, destruyendo nuestras filas, sin perdonar a los más pequeños...

—O a las embarazadas—Añade Alex con desprecio.—Merecen desaparecer, pero... sí haremos caso a una cosa, nos mantendremos al margen, hasta que nos recuperemos, y podamos estar seguras de que las piedras están a salvo, entrenaremos, y esperaremos a que mis sobrinos nazcan. 

—¡Que consederación de tu parte hermanita! Cada vez te quiero más—Digo haciendo un gesto de triunfo. 

Helios sólo me observa, y sé que se viene un discurso épico de que hay que ser buena gente, que no podemos apelar a la sangre y de que primero está todo lo que somos, antes de asesinar a alguien, cuando está por abrir la boca, el sonido de las puertas abriéndose lo interrumpe. Volteamos con curiosidad, para ver a Dana agitada, con el aire entrecortado, atrás de ella veo la figura de Lior, tambíen agitado, pero él cae de rodillas al suelo, por lo que no dudo en ir trás él.

—Los perdidos...—Dice Dana apenas, cuando también se desvanece, pero es sostenida por Andree que vino pronto, para evitar que se lastime.

La sangre fluía de sus cuerpos, causandome náuses, y llenandome de incertidumbres ¿Qué fue lo que pasó?

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora