Capítulo 26. Asesina

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La linea entre lo bueno y lo malo, sólo lo ve el que te está midiendo.

Bruno me está sosteniendo de la mano, pues la verdad no me he estado sintiendo bien desde hace unas semanas, los mismos mareos de todos los días, más el dolor de cabeza, y un poco de culpabilidad, más después de que todo se haya revelado a Helios.

- ¿Quieres que llame a Lior?- pregunta preocupado cuando me siento en el sofá y yo niego con la cabeza.

-No, deja de ser tan Helios-Pido cuando me siento al borde de la cama y sostengo su mano con mayor fuerza, los mareos son horribles.

-Eso no es por el embarazo, estoy seguro, ya que no quieres hablar con Helios, deberías hacerlo con Lior.

-Bruno, basta, en serio se nota que fuiste muy apegado a Helios, sólo dame unas horas, cuando Lior regrese se lo diré, ahora yo necesito saber dónde está Ámbar y que es lo que saben.

Me levanto de la cama, y muy a pesar mío concuerdo con Bruno, esto no es por el embarazo, desde la vez que Lucía me hirió, las cosas no han salido bien conmigo, y por otro lado las sombras me causan un gran revuelo.

Camino con dificultad hasta la puerta, aún de la mano de Bruno, y mi vientre comienza a volverme con demasía, me detengo para sostenerme contra el marco.

-Señora...-La voz de Bruno es casi imperceptible para mi, maldita sea no puedo creer que el niño este tenga razón.

-Llévame...-es Lo único que logro decir cuando todo mi cuerpo languidece y caigo tumbada al suelo.

El sonido de la madera del suelo contra mi craneo resuena y lo único que pienso es que la caída no dañe a lo que traigo en el vientre.

Mi mente se nubla, y siento como Bruno detiene el tiempo, para luego realizar el salto con mi cuerpo. El sonido de la brisa llegaba a mis oídos, al igual que el olor a hojas de pasto recién cortado, de fondo el sonido de algún arroyuelo pasando a través de las rocas, me daban la información suficiente para inquietar mi alma.

¿Cómo Bruno logro saltar hasta aquí?

Mis ojos podrán estar cerrados y mi cabeza casi en tinieblas, pero podría reconocer el campamento de los dominis hasta sorda. No hay nada en el mundo que se asemeje a estas condiciones.

El tiempo volvió a correr con normalidad y la voz de preocupada de Bruno, me daba a saber que quizás no me vea tan bien.

No entendía lo que gritaba, pero sabía que lo hacía y alguien venía en donde estábamos nosotros.

El pasto húmedo rozaba mi piel, hasta que alguien me toma en sus brazo, el olor del perfume es el que huelo desde el jardín de infantes, el cuerpo menudo, huesudo y delicado.

Gizah me acomoda en su brazos, y sé que oye atenta a Bruno, los escucho como si ambos estuvieran bajo el agua, es como si gorgotearan ya nada más, mientras yo los observo desde algún sitio.

- Es divertido-La voz de Lucía se reproduce como eco en mi cabeza y mi corazón da brincos, pues la verdad es que me aterra y no sé porqué.

-¿Qué es lo que te divierte?-Pregunto cuando en al oscuridad de mi cabeza encuentro sus ojos y su figura se va clarificando de a poco.

-La verdad me fastidia, pero imagínate si me pondré a llorar por cada pérdida-Cruzo mis brazos y la observo detenidamente-Hace unos días di con Rebeca, la hija de Spiero u Rita, ahora está en mi calabozo, ¡Dios! Fue tan difícil conseguir lo que quería, sólo quería saber dónde estaban tus padre adoptivos, pero mi tarea fracasó, y cuando hice un caldo de agua de ojo de mar, más tu sangre, estaba segura que daba contigo... pero te desmayaste justo a tiempo.

>>Casi te tengo en mis manos... eso es lo divertido, la vida, y su juegos sucios... tú nisiquiera deberías estar respirando...

-Vaya...-Digo al fin-¿Me odias tanto?

—No es odio Zafiro... es que eres un error, un error de parte de alguien que planeó esto tan bien, tú no deberías existir aún... y con tu muerte, ya no eres parte de este mundo, así como lo que traes en tu vientre, ese hijo, no debería nacer.

—¡Ja!—mi voz sale resquebraja—Lucía, ¿No te cansas de intentar aniquilarme?

—Niñita, ya te estoy matando de a poco ¿O por qué crees que te sientes mal? Mi veneno es lento, pero eficaz, y si no mueres tú, morirá lo que en tu vientre se forma.

—¡Maldita Asesina!—Grito desesperada cuando ella desaparece.

No puedo creer que mis piernas tiemblen, con miedo llevo mis manos a mi vientre, y por primera vez pienso primero en mis hijos, antes que mi propia vida.

El lugar sigue oscuro, y ya estoy sola, en mi mente, la bifurcación de Lucía se hizo añicos por culpa del sello de Helios.

—¡Ander! ¡Ander!—la voz de Gizah suena a desesperanza, miedo, y frustración. —¡Ander!

Escucho los pasos apresurados de las personas a mi alrededor y las pequeñas manos de de Bruno van hasta mi nariz y limpia lo viscoso que sale de allí, y si que eso no puede ser otra cosa más que sangre. Es por eso que está tan preocupada Gizah, y yo también lo estoy.

—Ander...—susurra, cuando la mano de mi amiga va hasta mi muslo, y no hace falta que diga o haga más nada, sé a la perfección que es lo que está tocando.

—¡Bruno! irás en busca de Helios y Ebe, los necesitamos, con suma urgencia, sólo con ellos aquí podremos salvarlos. ¡Rápido!—Ordena mi hermano, cuando las manos de Gizah van hasta mi vientre y comienza a dispersar energía en mi cuerpo. —Helios tiene grafeno en su sistema, pero lo necesitamos— dice a Gizah.

—Lo sé, y sé que sobrevivirá a un salto, más ahora que sabe que será papá... Ander, voy a ser tia ¿Verdad? ¿No los vamos a perder?

—No te lo puedo asegurar...—Dice con la voz apagada—Pero voy a dar toda mi energía restante Gizah... eso significa que mi proyección se irá, y volveré recién cuando termine el trabajo que tengo con mi padre, dime... ¿Resistiras hasta que lleguen Ebe y Helios?

—Lo haré, juro que lo haré... por Zafiro, por ellos...—acaricia mi vientre, y en eso mi mente termina de irse.

Siento como mi cuerpo se sacude, mis músculos se contraen, y se agitan, golpeando mi cabeza contra la cabecera de la cama, esto se pone cada vez más feo, y mi ser completo se siente desolado derrepente, por que la oscuridad llenó mi alma, y la muerte acarició mi mente, con la esperanza de acabar con todo al fin.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora