Capítulo 43. Los naims

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Nunca caeremos.

—Tu hija será hermosa.

—Dara te quiere matar.

—Quiere a Helios en realidad.

—Ya enterraron a Bruno y a Nadir.

—Cuando sanes deberías ir al lapacho blanco.

—Ella debe descansar.

—¡Y ustedes se deberían callar! —Grito con furia  arrojando una almohada en dirección a esas cosas.

Parecen ratas recién nacidas, no tienen ni un pelo, sus orejas son largas, y sus dedos parecen ganchos, sus ojos son pequeños mientras su dientes se ven afilados, la verdad dan miedo.

Pero supongo que tengo tanto sobre mi ahora que no me da tiempo de pensar en que me molestan.

La puerta de mi habitación se abre y ver a Aldebaran entrar me da algo de paz, y más al percartarme que sus ojos se dirigen al rincón dónde esas cosas están amontonadas. Los mira con algo de incredulidad hasta que al fin los apunta con un dedo.

—¿Las ves?—Pregunta cuando yo afirmo con la cabeza—Mmmm, suerte, son un poco molestas, pero muy poderosas, si están aquí es buena señal, quiere  decir que aún puedes curar árboles y animales.

—¿Y eso en verdad es bueno?—Pregunto recordando cuando cómo ingenua creía que esa era mi misión en el mundo, ir a curar árboles en todo el mundo—Digo, hablamos de que La orden de las Rosas nos mata, Los perfugaz andan callados planeando quién sabe qué, hay perdidos del lado de los malos. Los problemas se acrecientan día tras día... no sé que tan importante es curar árboles.

Aldebaran sonríe, y ya veo porqué mi mamá lo escogió, papá tiene una linda sonrisa y un peculiar hoyuelo del lado izquierdo, Sí, espero que mis hijos estiren sus buenos rasgos.

Camina hasta mi cama y se sienta a mi lado, acaricia mi frente, acomodando mis cabellos, no puedo evitar mirarlo con admiración.

—Si salvas un árbol, es como salvar más de mil almas, todo lo bueno que hagas, te será devuelto.

—¿De qué sirve? —Pregunto desanimada, y sin ganas de ver lo bueno.

—Abriste la bóveda...se nota—Asegura cuando me muerdo el labio—¿Sabes cuál es el precio?

—Ser como mamá—respondo casi enojada— Sentiré al mundo por completo, y los odiare, más de lo que los odio ahora. Se muy bien  Aldebaran a lo que enfrento.

—¿Aldebaran? acaso no soy «Papá»

—¿En verdad quieres que me salga de forma Natural? cuantos años estuvimos separados, es más ni sabía de tu existencia, y pretendes que de la boca me salga un gesto de amor tan fácil.

Aldebaran vuelve a sonreír, agacha la cabeza y siento que no debí ser tan dura, es decir, el no tiene la culpa, él no quería vivir esto, tanto como yo no lo quería, y estoy segura que su vida también está llena de tristezas a causa de que no vio a sus hijos crecer, separados, lejos unos de los otros.

—Lo siento—logro decir a duras penas.

—Supongo que eso lo sacaste de mi, decir las cosas tal como son, lo siento yo, por no haberme dado cuenta que no es el momento para pedir ese tipo de cosas.

Separa su mano de mi, y termina mi llevandolas a sus bolsillos para buscar algo. Cuando lo saca, veo un collar, con un pequeño dige en forma de árbol, rodeado de un círculo que pareciera el sol y la luna encontrados. Me lo muestra colgando frente a mis ojos.

—Me lo dio un Ángel—Dice y muerde el interior de su mejilla, hasta que al fin decide continuar hablando. —Es como el que lleva tu hermano, para evitar que tu madre lo encuentre.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora