Capítulo 77. Castigo

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La Victoria del mal, es sólo por momentos, al final, la luz siempre limpiará el terrible dolor que deja el anochecer.

La sangre bañaba mis manos, todo lo veía borroso, debo admitir que me da asco, bastante, el olor a herrumbre del líquido rojo se metió en mi hasta el fondo de mis fauces, me inclino sobre el cuerpo que está en el suelo, e intento contener las ganas de respirar.

—Esto está  muy mal—La voz de la chica que me está ayudando suena a pura preocupación, como si dentro de poco estuviera a punto de morir, y no voy a negar que tengo la misma sensación.

El aire que recorre mi espalda me da a entender que las cosas se pondrán muy feas, pero feas de verdad.

—Solo un poco más —insisto a la chica, quien con la toalla caliente está  tallando los cuerpecitos  diminutos de esas cosas, que a decir verdad, se asemejan a pequeñas ratas.

El llanto de uno de ellos me hiela de golpe, y mis manos comienza  a temblar, mientras en mi cabeza se repite que esto va mal, va muy mal, no debería estar haciendo esto, yo debería estar con mis hijos del otro lado, pero mi bebé ha sido apartado de mi, y Aracy me odia, si supiera, si me entendiera, me odiaria más.

—Rápido, limpialos, esto se pondrá  feo si llegamos a perder el control del sueño de esta niña, necesito que calme al que llora, pronto.

—Sí, señora Vicky.

Con estas palabras la joven continuó con si trabajo. Mientras, saco al último bebé, es un niño, inmediatamente se lo entrego  a mi ayudante quien lo coloca en una de las cuneras de vidrio, lo limpia, mientras su llanto despierta a los demás.

Mis manos comienzan a temblar, ahora me toca el trabajo más pesado, lo último que me pidió Dara, cegar la vida de mi sobrina una vez más, y debo hacerlo ahora que su corazón late, porque en breve, ella dejará de latir, y sangrar, y no porque muera, sino, porque se convertirá en una Astram.

Los bebés siguen llorando, y mi pobre ayudante debe acabar de limpiarlos, para luego pesarlos, y pasar a ver el color de la piel, asegurarnos que están  sanos y salvos.

—Llama a alguien más —Pido y la joven obedece, sale del cuarto con apuros, mientras me giro para volver a lo mío.

Y que grande es mi ingenuidad, o simplemente, de manera inconsciente estaba buscando esto.

La sangre del suelo se secó, la gran herida que mi energía había dibujado sobre el vientre de Amit se había borrado, y ante mi, tenía a una mujer, que acababa de parir, sobre la mesa, parada, los bebés seguíamos llorando, sin embargo, los ojos de la chica estaban sobre mi, se veían vacíos, tristes, furiosos, todo junto, y en cuanto intenté  entenderlo las manos de Amit estaban sobre mi cuello.

—Tú...—su voz suena rencorosa, vacía, —lo vas a hacer por mi...

—¿cómo? —apenas consigo decir esas palabras, al momento en que ella arroja energía a la puerta obligando que esta se cierre, mis manos, comienzan a temblar mientras mi cuello siente más la presión del tacto de Amit, quien definitivamente  ahora da miedo, sus ojos vacíos me dan ganas de gritar y salir corriendo.

—El vinculo... acaba de formarse, y el niño ha llevado mi hilo de vida, el que tenía con Helios... lo debes soltar...

—Yo no puedo hacer eso...—confieso con miedo, cuando una sonrisa macabra atraviesa  su rostro.

—Si puedes—me tira contra la pared, a lado de sus hijos, mis pulmones quedaron eximidos del aire, y mis pies volaban, a causa del miedo.

Es hora de pagar los pecados, y supongo que voy a morir en manos de mi sobrina, la misma a la que yo había matado, en un terrible intento de salvar a mi hija de un destino, que realmente  es inevitable.

Amit, genera una cuchilla de energía y me la clava en el hombro causando que grite de dolor, pero mis gritos fueron opacados por el lío que acababa de armarse afuera, la guerra se acaba de montar, y eso sólo me indica que los dominis han llegado y se están encargando de destruir a los miembros de la orden de las rosas.

La chica se acercó a mi boca lo más que pudo, y soplo  sobre mis labios, y no voy a negar que el miedo me hizo suya, como exclava, comencé  a oir voces, y mi cabeza se hacía de imágenes horribles, ella me estaba haciendo ver y sentir lo que ella sentía.

Mis ojos se comenzaron a aguar, porque acabo de entenderlo todo, No fue Dara, ni la orden de las rosas la que montó la trampa, fue ella, Amit, la que nos tendió la trampa a nosotros, o al menos, nos ha manipulado.

Amit levanta su mano izquierda, y con fuerza parece tensar literalmente el hilo que la une con el último niño nacido, el pequeño, llora a mares como si esto le doliera, pero finalmente, consigue romper su vínculo.

Y con una sonrisa tétrica, más  el sonido de la guerra de afuera, mis entrañas sufren una sacudida de adrenalina, para finalmente ser víctima de las garras de Zafiro... literalmente, ahora estaba siendo desgarrada a la altura del vientre por las uñas de mi atacante, quien de un sólo  golpe logró  perforarme y por lo que siento, sé  que busca mi matriz, y lo ha conseguido.

—Querida  tía, si sales viva de esto, prometo que te buscaré, de nuevo  y te mataré, pero sé, que no habrá peor tortura para tu vida que esto... ahora el hilo que atraviesa tu sangre, y tu útero, realmente  busca...

—A un hijo mío —Digo apenas mientras siento el frío recorrer mi espalda 

—Aracy, siempre ha sido una niña que siempre quise... quie  diría que mi prima, ahora es mi vínculo de vida... y no descansaré, hasta matarla y recuperar mi hilo... ¿y que la vida da vueltas no?

—Pero aún así, estás  aquí —intento amenazarla, haciéndola recordar, que no podrá  salir con cuatro niños...

—Pero no sola... upsi tía, Pero en algo tienes razón... no podré  salir con 4.

La puerta de la habitación se cae, mientras Amit me suelta de una vez, para finalmente  caer resbalandome contra la fria pared, desde dónde estoy veo a Lior llegar, y los hilos de las manos de Zafiro, uno conectado a mi vientre y el otro a la muñeca de Lior, ¿en qué  lío  nos hemos metido ahora?

—Debemos llevar a los bebés...—Habla Lior quien toma de los hombros a Zafiro, mientras está niega...

—Ellos estarán en el lugar que les corresponda, tú  y yo, vamos en busca de Beatriz...

—Pero tus hijos...

—Al fin y al cabo—Habla mirándome con asco—Mis hijos estarán bien, pero ahora, vamos por Beatriz y luego... por Aracy.

Salieron de la habitación y el llanto de los bebés se intensifica, mientras respiro con dificultad ¿cómo  puedo mantener a salvo a mis hijos? ¿De verdad matará a Aracy?

Mierda, mierda, mierda, creo que al fin y al cabo, este es el castigo que me merezco por haberla matado y obligar al universo a tener un Astram más.

Debo avisar a Dará cuanto antes... pero las fuerzas se me acaban, y la guerra se nota, se ha intensificado fuera de la casa. ¡Dios esto es una total locura! Y yo, estoy muriendo en ella.

Las Luces el Sol y la Luna [Libro3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora