21. ¡Te descubrí!

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Narra Adrien...

Ya era el día siguiente, el frío invadia toda la casa, me levanté y comencé a vestirme.

Me puse un pants negro ajustado, unos tenis negros con franjas blancas, una playera blanca y una sudadera con gorro negra.

- Estoy listo- acomodé el gorro de la sudadera.

Baje las escaleras y llegué al comedor, ya estaban Elliot y los demás sentados.

- Aquí hay un lugar- Axel señaló un lugar vacío junto a el.

- Gracias- me senté.

Comencé a comer, mientras todos platicábamos. Unos treinta minutos después terminé y fui a la sala, puse una película y poco a poco fueron llegando los demás.

- ¿Adrien por que no salen a jugar afuera?- dijo mi padre mientras leía el periódico.

- Claro- exclamé emocionado.

Fui a mi habitación por un balón y salimos a jugar, mientras Luka, Erick, Gabe y las gemelas nos cuidaban.

- Elliot ahí te va- le lancé el balón.

La atrapó en las alturas y la pasó a Axel, Axel a Sakura y Sakura a Amber y así sucesivamente.

- ¿Jugamos a fútbol?- dijo Axel emocionado.

- Esta bien, juguemos- exclamé emocionado.

Empezamos a correr por todas partes. De un momento a otro quedé agotado.

- Voy por agua y de pasó voy al sanitario- dije con la respiración agitada.

- Esta bien- dijo Sakura limpiando su frente.

Corrí hacía la casa; entré, fui a la cocina y tomé un vaso de agua y limpié mi frente con una servilleta. Iba al sanitario cuando cerca de mi habitación escuché ruidos, subí a ver que pasaba.

- ¿Quien esta ahí?- pregunté pero no hubo respuesta.

Entré y vi... A mi padre buscando algo debajo de mi cama... Los documentos.

- ¿¡Papá que haces!?- pregunté exaltado apretando laa mangas de mi sudadera.

- ¡Te descubrí!, ¿Cómo es posible que hayas robado MIS documentos y hayas ayudado al enemigo?- exclamó mi padre.

- ¡No es justo que lastimes a niños, no es justo que les quites sus dones!- grité furioso.

- ¿¡Te debería parecer justo que no merecieras controlar el metal!?- habló cruzando los brazos.

No respondí, no sabía que responder...

Me tomó de un brazo y bajamos al laboratorio. Entramos a la habitación y me encadenó de las muñecas y pantorrillas.

- ¿Por que haces esto papá?- dije forcejeando.

- Mis cualidades son puras al igual que la de ellos, si mezcló sus cualidades con las mías, seré invencible- explicó.

- Ellos no se merecen eso- dije con un forcejeo.

- Tal vez ellos no... Pero tu si, te mereces esto y más, te mereces morir como tu madre- se mantuvo serio.

- ¿¡QUE!?, ¿¡POR ESO MAMÁ NO VIENE!?- grité con los ojos húmedos.

- Ups, perdón por decírtelo- prendió la máquina y empezó a acercarse a mí.

Los aguijones se acercaron a mi cuerpo y poco a poco se fueron introduciendo, gritaba de desesperación, pero nadie podía escucharme.

- ¡Ayuda!- dije y todo se tornó borroso.

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