7. Demasiada información

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Londres, Inglaterra.
Narra Leah...

Acabábamos de regresar del ministerio ruso. Tenía que hablar de algunos asuntos con la reina, que también era la ministra de Londres.

Al salir del aeropuerto el comandante y yo tomamos un autobús que nos llevaría al palacio de Buckingham. Al llegar algunos soldados custodiaban la reja color dorado del terreno real.

- Vengo a ver a la reina, necesito hablar con ella- dije a uno de los guardias.

Asintió con la cabeza y abrió una pequeña puerta para que pasaramos; el otro guardia nos acompañó hasta la entrada principal del palacio.

- ¿Que pasó con la Dra. Khristenn?- dijo el comandante susurrando en mi oído.

- Ya que estemos con la reina sabrás todo. Ten paciencia Stephen- dije con unas palmadas en su hombro izquierdo.

- Claro Leah- dijo un poco más tranquilo.

Llegamos a la puerta, el guardia la abrió y pasamos sin más que decir. Caminamos por un pasillo hasta llegar a la sala donde estaba la reina leyendo y tomando una taza de té.

- ¡Leah! Siete años y no nos hemos visto desdé que paso lo de Gabe- se levantó muy despacio y me abrazó.

- Lo siento alteza pero hasta ahora he tenido tiempo de verla- dije correspondiendo al abrazo.

El comandante aclaró la garganta para llamar la atención.

- ¡Oh si! Reina el comandante Stephen, Stephen la reina- los presenté.

- Mucho gusto Alteza- el comandante estrechó su mano.

- Igualmente- dijo la reina con una sonrisa.

Nos sentamos en uno de los sofás. La chimenea apenas iluminaba la habitación y todo estaba más tétrico.

- Dime lo que me quieres decir- la reina cerró su libro y bebió de su taza.

- Alteza usted sabe todo lo que viajo y me esfuerzo para que los derechos y leyes de nuestra comunidad sean cumplidos y respetados pero ahora... Estoy más estresada que nunca. El ministerio ruso, alemán, italiano y francés me piden a diario la información sobre las investigaciones de Chernobyl. ¿Que puedo hacer?- dije apunto de colapsar.

- ¿Las investigaciones de Chernobyl?- dijo confundida.

- Si, fui a Chernobyl para investigar sobre el origen de los Le Strange, encontré varios objetos que mandé a que los estudiaran, entre ellos un oso de peluche y la cabeza de un perro mutante. Lo malo es que nuestro origen se remonta con mutaciones, estoy preocupada por eso... Si la gente se llega a enterar las leyes se verán colapsadas.

- Lo entiendo Leah pero no hay nada que hacer, los rumorea corren.

- Tiene razón... Encontré algo... Algo que se parece a algo que le dio a Elliot- dije sacando el molde del amuleto.

- ¡Oh! Claro. Esa parte que encontraste, sola es fuerte junto a la otra... Son imparables- dijo la reina bebiendo de su taza.

- ¿Imparables?- preguntó el comandante.

- Si. El molde quita los poderes de un Le Strange, el ojo aumenta los poderes. Pero los dos ya unidos, son poderosos, muy poderosos; puede arrebatar los poderes de los Le Strange que estén cerca y dar todos los poderes juntos al portador del amuleto- explicó la reina muy fríamente.

- Recuerdo el día que me lo puse, sentí un enorme dolor pero sentía como con una simple mirada de reojo leía todos y cada uno de los pensamientos de cada persona- dije algo pensativa.

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