16. Conejillo de Indias

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Venecia, Italia.
Narra Génesis...

Los Sphinx nos rodeaban mientras gruñian. Todas las personas estaban aterradas por esas extrañas criaturas y por los Sphinx; uno de ellos se abalanzó contra mi saqué una flama y le quemé la espalda.

- Creo que será una persecución- dijo Jordan con un Sphinx entre sus manos.

- Estás en lo correcto- dije pateado a uno de ellos en su felino rostro.

Tom, Jordan y yo corrimos lo más rápido que pudimos, mientras que las personas corrían por miedo a que los Sphinx los atacaran. Llegamos a una embarcadero de balzas y subimos a una.

- A remar- dije tomando tres remos y entregando uno a cada quién.

Introduje el remo al agua y empecé a remar lo más rápido que pude. Jordan y Tom seguían el ritmo del remo, los Sphinx nos perseguían corriendo sobre los muros de los edificios, saltando de lado a lado.

- ¡Cuidado!- gritó Tom.

Giré para ver. Uno de los Sphinx saltó hacía nosotros, levanté el remo y lo golpé en la cabeza haciendo que cayera sobre la balza. Con el peso, la balza se volteó y caímos al inerior del canal.

De repente alguien me tomó del brazo y me sacó.

- Gracias Tom- dije respirando agitadamente.

Tom de nuevo entró al agua y ésta vez sacó a Jordan. Ayudé a salir a los dos y yo quedé dentro del agua.

- Toma mi mano- dijo Tom ofreciendo su ayuda.

Estiré mi mano y justo cuando lo iba a tomar, un fuerte dolor invadió mi pierna. Sentí algo afilado que se aferraba a mi pierna, solté una patada y pude sentir algo.

- Rápido sal- dijo Tom tomando mi mano y jalándome hacía afuera.

El agua se tornó roja y mi pierna estaba sangrando. Del agua salió un Sphinx, se sacudió y caminó lentamente hacía nosotros, por los lados llegaron los demás y uno por detrás.

- ¿Que hacemos?- dije con pánico.

En eso Jordan se levantó, con una mano en forma de una bola con picos y golpeó a uno de los Sphinx que se quedó clavado en los picos. A uno de ellos lancé fuego pero no le provocó daño, se lanzó contra mi y levantó el aguijón de su cola; me intentó picar pero con un rápido movimiento de cabeza esquivé el aguijón.

- Jordan- grité y él al instante volteó a verme.

Cambió su mano a un cuchillo; el aguijón del Sphinx se quedó atorado en los adoquines y Jordan lo cortó haciendo que el Sphinx chillara, gimiera y de más por el dolor hasta que murió de repente.

Uno saltó hacía Tom y lo sacó a volar  a unos dos metros. Saltó contra mí y esta vez abrió su boca y dejo salir su mandíbula extra, levantó su cola y me inyecto en una pierna. Me cubrí la cara y de la palma de mis manos salió una flama que se introdujo al interior del Sphinx, tosió y sacó humo de su boca, se tiró en el suelo mientras se retorcia y como si fuera papel quemado se desintegró.

- Génesis ¿Estás bien?, mírame- dijo Jordan sosteniendo mi cara.

- Estoy bien- dije algo cansada.

Detrás de ellos vi a otro Sphinx, levantó su cola y lo inyecto en la espalda. Cayó al instante sobre mí y al igual que él, me dormí.

°.°.°.°.°.°

Despertamos de nuevo en el laboratorio de Mengele, esta vez en una mesa. Tenía los brazos y piernas atadas y la boca tapada con una cinta; junto a mí estaba Jordan y Tom también apresados.

De la oscuridad salió Mengele, con una bata, un cubrebocas y una jeringa en la mano con un líquido color morado.

- Te lo advertí, o te unes o mueres niñita- dijo con un tono muy frío.

Se acercó a mi cara y quitó la cinta, la cara me ardió un poco por el pegamento de la cinta en mi piel.

- Pensé que nos iban a matar con su picadura- dije con la nariz arrugada.

- Niña, no, la picadura sólo te duerme, lo que mata es la mordida. ¿Por qué  crees que tiene genes de serpiente? Tiene visión térmica, y del escorpión tiene su veneno; claro con menor concentración en la cola para sólo dormir, en la mandíbula extra está la mayor cantidad de veneno, tanto de la serpiente como del escorpión- explicó de manera muy elocuente.

- ¿Y para qué me dices eso? Ni siquiera quería saber eso- dije sarcásticamente.

- Te lo digo por esto niña- señaló la jeringa.

- ¿Es el veneno?- pregunté preocupada.

- Claro que si Génesis. Los dos venenos unidos en uno sólo, mucho más potente y mucho más mortal... Sólo tu decides en que lo uso, en ellos o en ti- dijo señalándome y luego a los chicos.

- ¿Qué es lo que quieres de mí?, ¿Por qué me buscas?- dije molesta.

- De ti nada, tu puedes obtener algo de mí si accedes. Sabes, Leah posé un aparato capaz de quitarle el poder a cualquier Le Strange que esté cerca de él. El aparato de Armstrong- dijo quitándose el cubrebocas.

- ¿Quieres que te lo traiga?- pregunté de nuevo, esta vez más molesta.

- Eso quiero. Con eso en mis manos podemos doblegar a todos los ministerios con un sólo rose de esa cosa; accede o ellos pagarán las consecuencias. Si lo obtienes, ganas tu libertad y si no...

- ¿Y si no qué?- dije casi gritando.

- Serás mi prueba de experimentos, mi conejillo de indias, ¿Tenemos un trato?- dijo estirando su mano.

Liberó mi mano derecha mientras me miraba detenidamente. Lo pensé por unos minutos, sólo tenía dos opciones: o traerle esa cosa o fallar y morir junto con mis amigos; es obvio que nadie quiere morir ni yo tampoco y mucho menos quiero que algo les pase a los dos.

- Trato- dije estrechando su mano mientras Jordan se sacudía con desdén.

- Muy bien. Este es el aparato de Armstrong- dijo señalando una hoja.

Era una especie de amuleto de oro en forma de un enorme ojo, la pupila era un jade y tenía una especie de caja adornada de gemas.

- Quiero que me lo traigas. En este momento Leah está en el Vaticando, buscando archivos de gran importancia; aprovecha la situación, tráemelo y conseguirán su libertad- dijo con una sonrisa retorcida.

Liberó a Tom y después a Jordan. Cambié a mi forma monstruosa y tomé a los dos como muñecos de trapo.

- Ahora vayan- dijo quitándose la bata.

Salimos volando por la entrada al laboratorio y nos elevemos lo suficientemente lejos para que no nos vieran.

- ¿Por qué lo hisciste? Podíamos escapar de todos modos- dijo Jordan sobre mi espalda.

- ¿Cómo?, ¿Sometiendonos? No iba a dejar que mis dos mejores amigos murieran. Son lo único que tengo ahora.

- Sólo que... Nada salga mal, ¿Ok?- dijo Jordan abrazando mi cuello.

- Ok.

...

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