Capítulo 2: Mariposa

349 33 17
                                    

Prometí 3 capítulos, espero que hayan disfrutado del primero. Acá les dejo el segundo (Esperaba esperar un rato más para publicar; pero acabo de recibir una amenaza de muerte si no publicaba rápido :) Querido asesino, este capítulo está dedicado a ti: 

Apenas terminó la comida, los novios no perdieron un segundo más y se pusieron a bailar en medio del salón. Tomé la mano de Jackson y lo llevé hacia la pista donde ya había varias parejas bailando. Jackson me hacía reír mucho, no dejaba de insultar a todo el mundo y de pisarme los pies.

—Eres el peor bailarín que conozco—le dije entre risas.

—Dices eso porque aún no has volteado a ver a Francesco—señaló detrás de mí.

Cuando volteé, él estaba bailando con sus dos hermanas pequeñas y las niñas se tapaban el rostro avergonzadas por lo ridículo que era Francesco.

Mi mirada se cruzó con la de Andrew y él me sonrió. Estaba solo a un costado con una copa. Estaba tan perdido como yo lo hubiera estado si no hubiesen invitado a mis amigos. Jackson se dio cuenta que Andrew me miraba y lo miró con los ojos entrecerrados. Volteé hacia él, tomé su rostro entre mis manos y lo besé para demostrarle lo tonto que era al sentir celos. Sé que Jackson es celoso a pesar de que él jamás me ha hecho una escenita de celos.

Jackson me sonrió, puesto que lo había tomado por sorpresa y me tomó la mano.

—Ven—dijo.

—¿A dónde vamos?—le pregunté.

Él no respondió, sólo me sonrió y continuó guiándome hacia la casa. No había entrado, era muy rústica por dentro, era todo en madera y no era tan grande como parecía por fuera. Subimos las escaleras y Jackson me guio por el pasillo.

—Creo que no podemos estar aquí—susurré.

—Están todos abajo, nadie nos sacará—respondió tranquilo.

Finalmente abrió la puerta de una habitación, se fijó que no hubiera nadie dentro y nos adentramos en ella. Jackson cerró la puerta.

Frente a la ventana había un piano de cola blanco y al lado un caballete con un lienzo en blanco. Me acerqué al piano y pasé mis manos por las teclas sin presionarlas. Nunca aprendí a tocar. Cuando volteé, no había notado que Jackson me observaba detenidamente.

—¿Por qué tanto misterio?—él se acercó a mí y me tomó por las caderas.

—Abajo hay mucha gente y yo sólo quiero estar contigo—respondió—Además, tenía una sorpresa para ti y quería que estuviésemos solos para cuando te la de.

—¿Eso es lo que querías decirme en el departamento?—le pregunté. Él asintió con la cabeza y metió su mano al bolsillo de su pantalón.

Sacó una pequeña caja color roja y me la entregó. Lo miré con una sonrisa de curiosidad en la cara y abrí la caja. Era una bella cadena de plata de la que colgaba un dije de mariposa.

—Dalo vuelta—señaló Jackson.

Le di la vuelta al dije y leí lo que había grabado en él. "Te amo -J"

Sonreí y lo abracé con todas mis fuerzas.

—Yo también te amo—le dije.

—Juntos en las buenas y en las malas—dijo él y asentí con mi cabeza. No podía quitar la vista de sus ojos. Jamás me cansaría de ver esos ojos que me hipnotizaban.

—Pero ni siquiera es nuestro aniversario—observé.

—¡Claro que lo es!—exclamó Jackson. Lo miré preocupada creyendo que había olvidado nuestro aniversario. En realidad no teníamos una fecha exacta para nuestro aniversario, de alguna forma siempre estuvimos juntos a pesar de que no éramos oficialmente novios, eso era lo que realmente importaba—Hoy se cumple un año de que bajé esas escaleras de Villiers y me encontré con esa chica que era nueva allí y que me parecía insoportable; pero se llevaba bien con todos excepto conmigo porque yo no sabía hacer otra cosa más que actuar como imbécil cuando la tenía cerca.

Entré a Villiers justo dos semanas después de que empezaron las vacaciones de verano. Un año de Villiers, no podía creer lo rápido que pasaba el tiempo.

Una ligera lágrima cayó de mi ojo y reí ante el recuerdo que parecía tan lejano; pero a la vez sentía como si fuese ayer.

—Me vuelves loco, Alex—suspiró Jackson.

Volvimos a bajar al jardín donde la fiesta seguía. Ya estaba atardeciendo y en seguida ya nos tendríamos que ir.

No dejaba de tocar mi nuevo collar y de leer el mensaje detrás de él.

—¿Ustedes dos a dónde estaban metidos?—preguntó Becca cuando llegamos al jardín—Desaparecieron hace como una hora.

—Déjalos en paz, no eres su madre—dijo Bill y nos miró con una sonrisa cómplice.

Noah me miró dudoso y coloqué mi mano sobre el collar. Él sonrió y asintió con su cabeza. Me imagino que ya sabía del collar, es obvio que Jackson no podría haber hecho todo esto solo.

—¡Jackson!—un hombre bajito y con traje verde bosque saludaba alegremente a Jackson. Tenía un frondoso bigote gris que bailaba al ritmo de su boca—Pero qué sorpresa verte aquí.

—Señor...eh...qué bueno...verlo—tartamudeó. A Jackson parecía ponerlo muy nervioso la presencia del hombrecillo, como si este lo intimidara. El hombre desvió su mirada hacia mí y Jackson me miró con ojos asustados—Ella es...eh...

—Alexandra Crawford—me presenté por mí misma.

Él hombre hizo un paso atrás y me miró boquiabierto, por lo que inmediatamente deduje que también era de la Sede Central.

—¿Esa Alexandra Crawford?—preguntó en voz baja, como si alguien aquí supiese quién soy. Asentí con mi cabeza y él hombre sonrió de oreja a oreja, abriéndose su bigote como un abanico. ¿Por qué Jackson le tenía tanto miedo a este hombre?—Encantado de conocerte, Henry Gower, tu fan número uno—bromeó y comenzó a reír frenéticamente.

Andrew se acercó a nosotros con dos copas de vino blanco, y una de ellas se la dio a Gower. De repente la cara de susto de Jackson fue cambiada por una despectiva.

—Veo que ya la conoció, Señor—comentó Andrew.

—¡Estás viendo a dos joyas de la Sede Central!—le dijo Gower a Andrew—Tú no estabas en ese momento, Paterson, pero este chico...—colocó su mano sobre el hombro de Jackson—hizo cosas muy grandes también. También nos trajo grandes problemas—rio.

—Algo he escuchado—sonrió Andrew.

Jackson le lanzó una mirada furtiva. Él jamás me contó de eso que hablan Gower y Andrew.

—Jackson jamás me contó nada—comenté y lo miré de reojo.

—En serio que no es nada—respondió Jackson con una nota de nerviosismo en su voz—¿Cómo van las cosas en la Sede?—cambió de tema.

¿Por qué estaba evadiendo el tema? Recién no dejaba de repetirme lo cuanto que me amaba y ahora no me quiere contar algo que al parecer todo el mundo sabe.

—Un poco movidas, de hecho—respondió Gower ceñudo.

—Es por ese hombre al que mataron en su casa—explicó Andrew—Trabajaba en la Sede—lo recordé de inmediato, Richard O'Connelly—No cree que sea serio ¿cierto, señor Gower?

—En la Sede muere y desaparece gente todo el tiempo—explicó Gower saliendo de su ensimismamiento—Como lo que le pasó a Mary Adler. Se armó un revuelo enorme porque llevaba desaparecida una semana y resulta que sólo estaba engañando a su esposo. ¡Se había ido de vacaciones con su amante! Vaya a saber en qué ha estado metido O'Connelly. A veces las cosas que les pasa no tienen nada que ver con la Sede.

La fiesta ya estaba llegando a su fin y la gente comenzó a irse apenas empezó a caer el sol. Me despedí de todos los Dentolini. Ellos pasarán el resto del verano aquí, lo cual me alegró mucho porque así podría ver a Fran. 

La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora