Capítulo 39: La Fosa

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Ya que Patrick tenía acceso a casi todos los sitios de la prisión, lo usamos para llevar a cabo mi plan. Él se encargaría de meterse en la sala de control y abrir todas las celdas.

Jackson y yo fuimos a buscar a Natalie y los demás se quedaron dando vueltas en el pasillo a esperar la señal de Patrick.

Una vez que llegamos a la celda de Natalie, toqué tres veces seguidas, esperé dos segundos, y toqué dos  veces más, tal como lo habíamos acordado. Natalie abrió la puerta y nos dejó pasar.

Al entrar a la habitación, nos encontramos con que el guardia ya había despertado, le habían atado los pies y tapado la boca con corbatas y ahora Gilbert y Brennan le estaban sosteniendo los brazos mientras Gower intentaba atárselos con otra corbata.

—Tranquilo, niño, no queremos hacerte daño. Sólo deja que te atemos las manitos—le decía Brennan con su voz chillona. El guardia la miraba como si esta estuviese loca y parecía asustado de todo este grupo de viejos.

—Hagamos un trato, te quedas quieto y te invito un vodka—dijo Gower.

El guardia siguió forcejeando mientras trataba de sacarse la corbata de la boca para poder gritar. Natalie volteó hacia nosotros en busca de ayuda.

Jackson tomó el arma del guardia, la cual habían dejado a un costado y le apuntó. Gilbert y Brennan lo soltaron de golpe y el guardia se quedó quieto.

—¿Qué órdenes te dieron cuando te enviaron aquí?—le preguntó Jackson.

—A mí sólo me mandaron a buscar a Gower—respondió el guardia temeroso.

—¿A dónde lo tenías que llevar?—insistió Jackson.

—Debajo de los calabozos. Hay una especie de fosa—se explicó el guardia.

—¿Qué hacen ahí?—preguntó Jackson.
El guardia negó con su cabeza y no quiso responder.

—Responde o disparo—dijo Jackson acercándole el cañón aún más a la cabeza.

—¡No lo sé! No tengo permitido bajar ahí—dijo cubriéndose la cara con las manos—Pero algo sí sé: de todos los que he visto entrar, no he visto salir a nadie.

Jackson volteó hacia a Natalie buscando información sobre este lugar, pero ella parecía tan desconcertada como nosotros, lo mismo con Gower y Gilbert. Brennan, por el contrario, se había puesto pálida, incluso pareció que se iba a desmayar. Natalie le colocó la mano en la espalda y la ayudó a sentarse sobre la tabla.

—Por supuesto que no van a salir de ahí—dijo Brennan con lágrimas en sus ojos. Todos, incluido el guardia, nos quedamos mirándola esperando a que contara—Yo era la directora del momento cuando se descubrió ese lugar. Fue por accidente que se descubrió, se habían roto unas tuberías en los calabozos. Sabíamos que en un principio se usó la Sede para hacer fusilamientos, pero no sabíamos dónde. Era ahí abajo—se limpió los ojos y se sonó la nariz—Estaba lleno de cadáveres. La Junta Directiva de ese momento me prohibió hablar sobre el tema. Así que tapamos el hueco y lo mantuvimos en secreto.

Ese es el lugar indicado para hacer desaparecer un cuerpo, no aparece en los planos y se encuentra al menos a cien metros bajo tierra. Además, vaya a saber cuántos años habrían pasado hasta que encontraron esos cadáveres ahí, los deben haber dado por desaparecidos. Turner habrá habilitado nuevamente ese lugar para hacer desaparecer a las personas.

—Necesito encontrar a alguien que tal vez esté allá abajo—dijo Jackson al guardia.

El guardia negó con su cabeza.

—Si esa persona está allá abajo, con toda seguridad ya debe estar muerta—respondió el guardia—¿Cómo se llama?

—Harry Carrington—respondió Jackson.

La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora