Capítulo 50: Alma Dividida

211 28 2
                                    

La noche después de que descubrí al creador, no logré conciliar el sueño. Jackson me había dejado su cama y se había ido a dormir a la habitación de su mamá, la cual se encontraba trabajando en el hospital.

Cada vez que cerraba los ojos veía a Andrew muriendo una y otra vez. Incluso en un momento me dormí y soñé con que le disparaba, pero le erraba y ahora él estaba vivo. Luego soñé con que no agarraba el arma a tiempo y él me enterraba el cuchillo en el estómago.

Me desperté de un salto y llorando. Miré el reloj digital que Jackson tenía en su cómoda y este marcaba las dos de la mañana. Me quedé un rato apoyada sobre el respaldar de la cama y luego me levanté. Fui hacia la habitación de Elena y me encontré a Jackson con los brazos detrás de la cabeza y mirando el techo.

Jackson volteó hacia mí y encendió la lámpara. Apenas vio mis ojos húmedos, abrió la manta y me hizo un espacio para que me acostara a su lado. Me metí antes de que cambiara de opinión. Luego apagó la lámpara y me rodeó con su brazo.

—¿Me perdonas?—susurró.

Volteé hacia él y apenas si veía su rostro por el pequeño resplandor de luna que entraba por la ventana. Asentí con mi cabeza.

—Con todo lo que pasó, ni siquiera recuerdo por qué habíamos peleado—sonreí.

Él rio despacito. Me quedé pensando un rato tratando de recordar por qué había sido nuestra pelea. Ahora lo recuerdo, él me acusó de ser una persona que nunca se conforma con nada y yo lo acusé de nunca querer entenderme. Ahora mismo sonaba tan tonto.

—¿Qué te mantenía despierto?—susurré.

—Estoy preocupado—respondió. Junté mis cejas y él miró hacia el techo—Es que no dejo de pensar en eso que me dijiste antes de irte el otro día—lo recordaba bien, le dije que me quería ir a casa, pero no a mi departamento, sino a mi casa en Nueva York. Jackson bajó la mirada hacia mí, me miraba triste—¿Quieres irte?

—No, lo dije para hacerte enojar—respondí encogiéndome de hombros. Si este hubiese sido un día normal, hubiera inventado cualquier otra excusa, pero esa pelea había sido tan tonta que nada de lo que se dijo ahí tenía validez.

Jackson se quedó mirándome ceñudo y creí que se iba a enojar, pero comenzó a reír y se tapó la cara.

—No me vuelvas a hacer eso, por favor—rio Jackson.

Al otro día Natalie nos llamó a primera hora para que fuéramos a la Sede, nos tenía noticias. Cuando llegamos allí, subimos a la habitación de los leones y nos encontramos a Natalie y Gower, a Brianna y a Patrick allí.

A Brianna se la veía bastante decaída y estaba mirando por la ventana hacia los jardines. No parecía querer estar aquí.

—¿Qué pasó?—preguntó Jackson.

—Hablamos con la Cueva y ellos aceptaron llevar a cabo el plan de Alex—explicó Natalie sonriendo—No más listas.

—¿Cuándo será eso?—pregunté ansiosa.

—Ahora mismo, sólo tenemos que dar la orden—respondió Gower contento—Ahora veremos si funciona o no. Vengan.

Todos bajamos hacia el piso de abajo donde se encontraba la oficina de Andrew. Era raro entrar aquí y que él no estuviese. Era escalofriante estar en esta oficina, porque estaba todo tal y como él lo había dejado. Se sentía como si en cualquier momento él estuviese entrando por esa puerta y se recostara sobre su silla acomodándose los lentes y nos explicaría un montón de cosas que descubrió gracias a haber pasado toda la noche despierto.

La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora