Capítulo 34: Cuando las puertas se cierran

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Que empiece la maratón!!!!


Ya había anochecido para cuando llegamos a la Sede Central. Dejamos la moto en el garaje de la Sede y subimos las escaleras.

La entrada de la Sede, que siempre estaba tranquila, ahora estaba llena de guardias blancos protegiendo las puertas.

Nos acercamos a la salida y allí nos detuvo un guardia.

—No entra ni sale nadie—dijo el guardia.

—¿Qué sucedió?—pregunté.

—Vuelvan al edificio—ordenó el guardia pasivo.

—Nosotros ni siquiera pasamos la tarde en el edificio, déjennos salir—dijo Jackson tosco y empujó al guardia.

El guardia levantó su arma y nos apuntó. De repente nos vimos rodeados por diez guardias que también nos apuntaban con sus rifles. Jackson se colocó delante de mí por impulso.

—Tenemos órdenes de dispararle a cualquiera que intente escapar—gritó el guardia que nos retuvo al principio.

—Jackson, no parecen estar mintiendo—susurré a su oído—Hagámosles caso y ya.

—Qué locura—gruñó Jackson—¿Acaso no saben que soy el sobrino de la Directora y que ella es Alexandra Crawford?—les gritó—Estarán en graves problemas si nos disparan.

—Ya no le respondemos a la Directora—dijo el guardia fríamente.

Jackson parecía tan confundido como yo e incluso asustado. ¿Cómo era eso de que ya no le respondían a la directora? ¿qué le había pasado a Natalie? El miedo comenzó a invadirme por completo.

—Bajen las armas y no quiero ver una sola bala volar—ordenó una voz monótona y gruesa.

El general Carter se abrió paso entre los guardias, los cuales comenzaron a dispersarse otra vez, y se nos acercó a paso lento y con ojos entornados.

—Crawford, siempre apareciendo donde no debería—dijo lenta y tediosamente.

—¿Por qué no nos dejan salir?—pregunté impaciente.

—¿Qué sucedió con Natalie?—lo atacó Jackson.

—¿Acaso pasaron la tarde en una cueva?—preguntó sarcástico. Comenzó a caminar hacia la entrada y lo seguimos a trote—Encontraron al creador de la lista y Turner nos ordenó no responderle a nadie más que a ella. Y más les vale no intentar salir otra vez.

En la recepción había un revuelo de trabajadores preguntándole a la gente del mostrador qué sucedía, los teléfonos sonaban incesantemente y el clima me parecía cada segundo más estresante.

—Jackson, deberíamos ir al despacho de Natalie para ver qué está pasando—sugerí.

Él asintió con su cabeza y fuimos a trote al ascensor. Como el despacho de Natalie estaba en el edificio de la Academia, tuvimos que pasar por el puente que unía ambos edificios. El puente era más bien una especie de pasillo, que en vez de paredes de material, tenía cristales que permitían ver todo hacia afuera.

Al llegar a la entrada del despacho nos encontramos a una muy nerviosa Dorothy empaquetando todas sus pertenencias.

—¿Te echaron?—le pregunté asustada. Muy mal relacioné la partida de Dorothy con un posible descenso del poder de Natalie aquí dentro.

—Renuncié—contestó con una risilla irónica.

—¿Por qué?—preguntó Jackson.

—Este lugar ya dejó de ser seguro para mí—chilló mientras guardaba la última pertenencia, un gas pimienta que siempre tenía sobre su escritorio. Luego se detuvo a mirar el frasquito y decidió guardárselo en su bolsillo—Además, no perderé un segundo más de mi vida en este patético trabajo. Son libres de pasar, ya no trabajo aquí.

Pasó por al lado nuestro con una mirada de superioridad y se subió al ascensor. No llegará muy lejos con esos guardias en la entrada. Allá ella.

En efecto, Natalie estaba en su oficina mirando por la ventana hacia la entrada de la Academia.

—Creímos que te había sucedido algo—suspiró Jackson aliviado.

—¡Creí que estaban en sus casas!—volteó preocupada—Los haré salir ahora mismo, en este momento la Sede no es segura.

—No me iré a ninguna parte sin ti…—dijo Jackson y se vio interrumpido por un fuerte sonido que provenía de afuera.

Nos acercamos a la ventana para mirar. Los portones de la Sede se estaban cerrando y de repente, un montón de guardias vestidos de negro salieron de la nada y comenzaron a atrapar a los guardias de Natalie y a meterlos dentro de la Sede.

—¡Natalie, tus guardias! ¿Qué está pasando?—preguntó Jackson asustado—¡Haz algo!
—Es tarde, ya nadie puede salir—susurró Natalie mientras miraba perdidamente la escena frente a ella.

Natalie cerró las persianas metálicas de la ventana y cerró la puerta de la oficina con llave.

—¡¿Qué demonios está sucediendo?!—preguntó Jackson aún más alterado.

—Todo se ha vuelto un caos, este lugar se convertirá en una masacre—dijo Natalie pasándose la mano por el cabello—Turner ya no confía en nadie y me sacó del cargo hasta comprobar mi lealtad. Esta noche me interrogarán, interrogarán a todos. Por eso, Jackson, necesito sacarlos de aquí. No sé si saldré de aquí esta noche—miró a Jackson con tristeza.

—¡Pero si tú no tienes nada que ver con esa lista!—estalló Jackson.

—No creo que todo esto tenga que ver con la Lista, sospecho que Turner se quiere sacar a mucha gente de encima—explicó Natalie—Yo nunca fui de su agrado.

—Donelly es el creador de la Lista—susurré.

Natalie y Jackson voltearon hacia mí con cara de sorpresa.

—¿Cómo lo supiste?—preguntó Natalie.

—No lo sabía—respondí nerviosa—Lo vi en El Coliseo la noche en la que iban a ejecutar a Jackson, estaba huyendo de allí.

—¡Maldita sea! Sabía que la Junta estaba metida en esto, siempre pagamos por ellos…—refunfuñó Jackson—Espera, eso fue lo que pasó en la reunión—me miró con el ceño fruncido—Le contaste a Turner.

—¿Por qué te reuniste con Turner?—preguntó Natalie confundida.

—La Junta Directiva le ofreció a Alex trabajar para ellos—se adelantó a responder Jackson. Natalie se puso la mano sobre la frente—Y ahora Turner la está usando de marioneta.

—¡Lo hice para salvarte!—lo enfrenté—Si no le contaba lo de Donelly iría tras de ti por andar hablando blasfemias de la Junta—Natalie se puso la mano en el pecho y frunció los labios. Luego se sentó sobre la silla frente al escritorio.

—¿Qué dijo exactamente que le haría a Jackson?—preguntó monótona.

Ambos nos miramos curiosos por su actitud tan inánime, nada típico de una mujer tan físicamente expresiva como Natalie. Su rostro en sí no expresaba nada, pero había algo en esa actitud que resultaba muy escalofriante.

—No fue clara—tartamudeé—Sólo dijo que mejor no tenerlo de enemigo. Podría estar escuchándonos—murmuré mirando para todas partes. A Turner no se le pasaba nada, debe tener a un montón de gente más controlando todo para ella.

—Mi oficina no—sonrió Natalie—Si tanto quiere deshacerse de mí es porque me encargué de evitar toda su vigilancia. Yo también tengo a mis espías dentro del edificio.

Natalie se apoyó sobre el escritorio y entrelazó sus dedos.

—Hacía mucho que sospechaba de sus planes, sabía que las cosas no andaban bien por allá arriba—comentó Natalie—Turner usará toda esta situación para deshacerse de cada persona que no se declare leal a ella. Los miembros de la Junta Directiva están igualados en poder, independientemente de quien sea el líder. Hace muchos años que Turner viene luchando para que el jefe de la Junta tenga el poder supremo, los otros cuatro estarían un puesto más abajo y ella tendría todo el poder de decisión. Pero no pudo hacerlo porque para tomar cualquier decisión necesita los votos de al menos dos miembros más para conformar la mayoría. Y por supuesto ninguno quiso perder su poder—explicó.

—Y ahora querrá deshacerse de todos ellos por la fuerza—dijo Jackson pasándose la mano por la nuca.

—¡Pero no puede!—exclamé—¿No es así? Necesita el apoyo de los otros para sacar a un miembro.

—No necesariamente—dijo Natalie—El líder de la Junta tiene una sola ventaja respecto de los demás, eso es lo que lo vuelve el superior, y es que, siempre y cuando teniendo pruebas de deslealtad, puede someter a ese miembro a un interrogatorio y suspensión del poder hasta comprobar lo contrario. Sólo puede sacarlo del puesto teniendo el apoyo de los miembros restantes.

—¿Es decir que yo le di la prueba?—pregunté espantada—¡Le di el pie para que iniciara todo esto!—me senté frente a Natalie y me agarré la cabeza.

—Claro que no—Jackson se sentó a mi lado y me tomó la mano—Hubiera sucedido de todas formas y si no fuera porque desviaste la atención de Turner hacia Donelly, ahora estaríamos en una situación peor—Jackson levantó la vista hacia Natalie, quien parecía absorta en otra cosa ahora mismo.

Ella no respondió, estaba frotándose las manos nerviosamente, gesto que le había visto tantas otras veces cuando estaba pasando por una situación estresante.

—Ahora mismo tiene el control de todo, cerró todo el perímetro de forma que nadie pueda escapar. Al suspender el poder de los otros miembros de la Junta, puede moverse y controlar la Sede como quiera—continuó Natalie—Necesitamos que alguien esté del otro lado y esa serás tú, Alex.

—No, Turner podría hacerle daño—intervino Jackson.

—No le hará nada, ella ya demostró serle leal al contarle lo de Donelly, hay que mantener esa fachada—explicó Natalie.

—¿Qué puedo hacer yo para detenerla?—pregunté.

—Tú nada, los otros miembros de la Junta sí—contestó—Hay una regla que indica que los demás miembros de la Junta tienen el derecho a destituir al líder. Lo que Turner está buscando con esto es perpetuarse en el poder. Buscará deshacerse primero de cada miembro, por eso aún estoy aquí. Necesitamos al menos a un miembro vivo que de su voto para sacarla del poder. Lo único que tienen que hacer es dirigirse al piso de la Junta Directiva y una vez allí activar el código A.R.B.I

—¿Qué es eso?—pregunté.

—Amelia Rollan y Bernard Idoni—contestó Natalie—Fueron los espías que crearon el modelo de cinco miembros en la Junta Directiva luego de sacar a la fuerza a Quentin MacMillan, que hizo algo muy parecido a lo que Turner está intentando hacer ahora.

—Sólo que a ellos los mataron. El código A.R.B.I es en honor a ellos. No lo parecía, pero sí estudiaba historia—dijo Jackson fríamente enviando miradas furtivas a Natalie—Si Alex va con Turner estaría corriendo un gran peligro.

—¿Entonces qué propones Jackson?—pregunté impacientada.

—¡Un tiro en la cabeza y fin del problema!—exclamó extendiendo sus brazos.

—Esto no es una mafia—respondí.

—Claro que no, los mafiosos son más prácticos que nosotros—dijo sarcástico.
Natalie se había levantado de su escritorio y ya estaba dando vueltas por toda la oficina mientras se tocaba el cabello nerviosamente. Mientras tanto, Jackson no se callaba acerca de cómo una bala nos ahorraría tiempo, vidas y una escoria menos en el mundo.

—Ojalá fuera tan fácil, pero no podemos matarla—lo interrumpió Natalie volviendo a tomar asiento detrás de su escritorio—Ella también quiere detener la Lista y está muy cerca de descubrir cómo. Hay que ayudarla a detenerla y luego nos encargamos de ella.

—Natalie tiene razón—repuse—Tengo que ir, soy la única que puede acercarse a ella, recuerda que confía en mí—miré a Jackson de reojo. Él estaba cruzado de brazos negando con su cabeza—No le tengo miedo.

—Está bien, pero yo quiero estar cerca—dijo—Porque cuando Turner deje de necesitarte, intentará matarte, y ahí es cuando yo llevo a cabo mi plan.

La computadora de Natalie emitió un ruido y todos desviamos nuestra atención hacia la pantalla. Natalie frunció el ceño y apretó un botón. Se abrió una pestaña que mostraba la grabación en vivo de la cámara de seguridad del ascensor fuera de la oficina. Allí iban dos guardias vestidos de negro.

—¿De dónde salieron esos guardias negros?—señaló Jackson.

—Son los guardias de la Junta Directiva—respondió Natalie con un deje de susto—Ya debió haber desplazado a todos mis guardias. Están subiendo, tienen que esconderse.

Natalie se levantó de su asiento, nos agarró de los brazos y nos arrastró hacia un mueble que había detrás del escritorio, el cual estaba pegado a la pared.

—Ayúdenme a moverlo—dijo.

Empujamos el mueble hacia un costado y nos encontramos con un hueco detrás de él. Supuse que ese hueco estaba destinado a otro mueble que encajaba a la perfección en ese hueco, de manera que quedara al mismo nivel que la pared.

—Métanse ahí y no salgan por nada.

—¿Qué pasará contigo?—preguntó Jackson.
—Yo voy a estar bien, ustedes asegúrense de que Turner descubra cómo detener la Lista—dijo rápidamente y nos empujó adentro del hueco.

Natalie volvió a correr el mueble de adelante y nos dejó encerrados. No entraba ni una pizca de luz aquí dentro, por lo cual Jackson encendió la luz de su teléfono. La curiosidad por saber qué pasaba en la oficina se hacía cada vez más desesperante.
Podía escuchar la respiración agitada de Jackson y el constante taconeo de los zapatos de Natalie.

Finalmente, escuchamos dos golpes en la puerta. Natalie no alcanzó a responder, que los guardias abrieron la puerta.

—¿Qué se les ofrece?—preguntó ella. Podía percibir el tono sarcástico en su voz.

—Necesitamos que venga con nosotros—respondió una monótona voz de mujer.
—Está bien—respondió Natalie con la voz baja—Puede soltarme el brazo, sé cómo caminar.

Al cabo de segundos, escuchamos sus pasos alejarse hacia la puerta y a esta cerrarse. Sentí a Jackson moverse a mi lado y le tomé el brazo indicándole que se quedara quieto. Así fue, aún había alguien en la habitación, seguramente revisando que no haya nadie escondido aquí.

Los pasos del guardia se sentían cada vez más cerca y finalmente se quedó parado frente al mueble detrás del cual estábamos escondidos.

Mi corazón se aceleró y miré a Jackson. Él negó con su cabeza. Era imposible que ese guardia supiera que aquí atrás había un hueco.

Pero ya había pasado un rato largo y no se iba. Comenzaba a creer que no había nadie allá afuera hasta que sentí que golpeaban el mueble como si se tratara de una puerta
Con Jackson nos miramos extrañados y decidimos mantener el silencio.

Entonces, el mueble comenzó a deslizarse hacia un costado y pudimos ver al guardia que había detrás. Jackson no dudó y se abalanzó sobre él. Ambos cayeron al suelo, Jackson le había arrebatado el arma y le apuntaba con él sobre el cristal del casco.

—¡Para, para!—gritó el guardia y comenzó a reír—Soy Bill.

Ni siquiera me había dado cuenta de que había dejado de respirar, entonces tomé un gran sorbo de aire luego de escuchar la voz familiar.

—¿Por qué te ríes, maldito?—le gritó Jackson y le propinó una buena piña en el estómago—¡Casi nos matas del susto!
Ambos se levantaron del suelo y Bill se sacó el casco al fin.

—¿Cuándo te volviste tan serio?—continuó riendo Bill mientras se agarraba el estómago.

—¿Cómo descubriste el escondite?—preguntó Jackson ya más calmado.

Bill se encogió de hombros y se sirvió un licor que Natalie tenía guardado en un estante. Luego se acostó sobre el sillón a tomarse su bebida.

—¿Por qué estás vestido de guardia negro?—señalé su traje.

—No seas racista—bromeó y le dio un sorbo a su vaso—“Gracias Bill, por salvarnos el maldito trasero” No, hasta ahora sólo he recibido golpes y cuestionamientos. Que poco ético de su parte.

—Bueno, si tal vez te explicaras en vez de aparecerte por aquí vestido del enemigo y apuntarnos con un arma—replicó Jackson rodando los ojos.

Bill se terminó de tomar su bebida y dejó el vaso sobre la mesilla. Luego se quedó mirando la pared con la mirada media perdida.

—Estaba en la zona de carga bajando unas cajas cuando llegaron los guardias. Los trajes negros, ya saben—se explicó—Inmediatamente reconocí que eran de la Junta Directiva, así que supe que algo no andaba bien. Nos hicieron entrar a la Sede y cerraron las puertas, nadie sabía qué pasaba. Así que fui a buscar a Lucas…

—¿Ellos están aquí?—preguntó Jackson.

—Sí, Lucas y Becca están aquí en la Sede y Noah en la Academia con los de último año—explicó rápido. Por lo que tenía entendido, los de último año se habían resistido a que se cancelaran las clases, así que venían a entrenar igual—En fin, un guardia me interceptó en uno de los pasillos e intentó llevarme a interrogatorio. Así que lo derribé y le saqué el traje. Encontré este micrófono en su oído y por ahí me fui enterando de todo—nos mostró el micrófono que tenía colgando de la oreja— Me enteré que Turner andaba en busca de Jackson para interrogarlo, luego nos ordenaron llevar a Natalie a interrogatorio. Entonces me ofrecí a venir, supuse que ustedes dos debían estar aquí y también le envié una alerta a Natalie para prevenirlos.

—Hay que ir a buscarla, Turner no quiere interrogarla, quiere deshacerse de ella al igual que de los demás miembros de la Junta—dijo Jackson.

Bill abrió los ojos como platos al enterarse de esto.

—Están en los calabozos, están muy custodiados y este guardia no tiene tarjeta para entrar ahí—dijo Bill señalándose el traje.

—Tal vez yo sí—dije. Si Turner confiaba en mí, era la oportunidad que teníamos para meternos allí dentro.

—Necesitaremos otro traje—dijo Bill.

La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora