El jueves me quedé entrenando hasta tarde en la Academia, si quería trabajar para la Junta Directiva tenía que ser muy buena. También me quedaba hasta tarde porque no me gustaba volver a mi casa, cuando lo hacía sólo pensaba en Jackson y en los demás, sin siquiera saber si estaban vivos. Estar aquí me hacía olvidar.
—¿Alguna vez te cansas?—preguntó una voz.
Dejé de golpear el saco de boxeo y miré alrededor del gimnasio. Hacía una hora que todos se habían ido y creí que estaba sola.
En un costado, apoyado sobre el muro de lanzamiento de cuchillos estaba Jay Thompson. Sonreí al verlo y me acerqué a él, hacía tanto no lo veía. Él también sonrió cuando me vio, estaba vestido con ropa de entrenador.
—¿Desde cuándo eres entrenador?—pregunté extrañada. Si fuese entrenador lo habría visto aquí alguno de estos días.
—Entreno a los de primer año. Me bastó una semana con esos niños para llegar a la decisión de nunca tener hijos—explicó. Ahora todo tenía sentido, los de primer año hasta sexto, cursos que estaban formados por niños de seis a doce años, entrenaban y estudiaban en otra sección de la Academia.
—Creí que eras hacker en la Sede Central—observé.
—Lo soy, pero estaba la vacante disponible y la paga era buena. Así que tres veces a la semana, una hora, entreno a los fetos—sonrió burlón e hizo una breve pausa—Beck me contó que volviste, así que quise pasar a saludarte.
Asentí con mi cabeza.
—¿Dónde has estado metido todo este tiempo?—le pregunté en mi intento de desviar todas sus preguntas sobre mi vuelta. El año pasado, luego de que volvimos de Londres, Jay desapareció prácticamente.
—Viajando—respondió—Me costó asumir que Jason ya no estaba, lo conocía desde los seis años, era como un hermano—miró el suelo triste—Así que me fui, solo. Me ayudó a reflexionar. También conocí a una chica y para tu agrado, ella no es como Lilly. Es buena, inteligente y no ha asesinado a nadie—comenzamos a reírnos.
Nunca más supimos nada de Lilly, escapó luego de asesinar a un guardia la noche en que sacamos a Beck de los calabozos. Esa chica era peligrosa, aún no entiendo cómo nos pudimos aliar con ella.
—¿Cuánto llevan juntos?—pregunté.
—Casi cuatro meses—lo miré dudosa y él entendió lo que pretendía preguntar—No le he dicho que hackeo para el servicio secreto, yo creo que eso la asustaría un poco. Esperaré hasta estar seguro—dijo luego de una pausa—Tengo que cerrar el gimnasio—miró su reloj.
—Claro, ya me iba—respondí.
Me despedí de Jay y recogí mis cosas rápido para irme.
Al salir de la Academia, tomé el tren subterráneo que me llevaba a casa. Al bajar del tren, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Era un mensaje, y de Jackson. Me apresuré a abrirlo impaciente. “Donde sea que estés, sal de ahí” decía el mensaje.
Miré a mi alrededor en busca de algo extraño y sólo veía gente bajando del tren. Traté de llamar a Jackson y él no me respondía. Luego de tres llamadas, respondió.
—¡Alex!—dijo agitado—¿Dónde estás?
—En la estación de tren a tres cuadras de la escuela ¿Tú dónde estás? ¿Qué está sucediendo?—pregunté alarmada.
—¡Tienes que salir de ahí ahora!—dijo casi en grito—Está en la estación de tren, vamos—informó a alguien. Se escuchaban voces y mucho ruido de tráfico al otro lado de la línea—¡Voy para allá!
—¡¿Estás aquí?!—abrí los ojos como plato.
—¡Escóndete hasta que lleguemos!—fue lo único que dijo y colgó.
Me quedé mirando mi teléfono estupefacta y de repente me invadió un miedo extraño. Sentía miedo, pero no sé a qué.
Me cubrí la cabeza con mi capucha y me aferré bien a la mochila. Apenas si había gente en esta estación de tren, no era muy transitada debido a su ubicación.
Jackson dijo “hasta que lleguemos” eso significaba que había más gente con él ¿serán sus amigos? Estaban vivos.
La gente que se había bajado junto a mí ya se había ido y ahora estaba sola.
Di un brinco cuando vi algo moviéndose en la pared, era sólo una rata que subía rápidamente hacia el techo. Dejé escapar un suspiro de alivio y relajé los hombros. Luego sentí que alguien tironeaba mi mochila hacia atrás y caí de espaldas al suelo. Un tipo se puso frente a mí y sostenía una navaja en su mano derecha. Comencé a arrastrarme hacia atrás y el tipo me agarró los pies y comenzó a tironearme hacia un pasillo oscuro y desierto.
Empecé a gritar y a patalear. Finalmente, le di en la entrepierna y aproveché que el hombre se revolcaba de dolor para salir corriendo.
—¡Se escapa!—escuché el grito.
Me detuve en seco y miré hacia atrás. Escuché los pasos de al menos tres hombres y mi corazón comenzó a latir desesperadamente. Vi a un hombre con un cuchillo en sus manos, mirándome sonriente. El hombre dio unos pasos hacia adelante golpeando el cuchillo contra la pared, haciendo resonar el metal contra la cerámica. Luego comenzó a correr hacia mí.
Comencé a correr hacia la salida tan rápido como pude. Logré salir de la estación de tren y a correr por las calles. Apenas veía por dónde iba o si la gente me miraba raro, los sonidos no eran claros y lo único que pensaba era en esconderme. Me metí a un callejón oscuro y corrí hasta que me choqué con la pared.
Saqué mi teléfono y marqué desesperadamente el número de Jackson, quien atendió al toque.
—¿Dónde estás?—preguntó.
—Unos tipos intentaron asesinarme—susurré y lágrimas de desesperación cayeron de mis ojos—¡Ayúdame, por favor, Jackson!—lloré y escuché voces fuera del callejón.
—Creo que se metió por aquí—dijo una voz.
Me tapé la boca y evité hacer cualquier tipo de sonido.
—¿Alex?—decía Jackson al otro lado de la línea.
Los pasos cada vez se acercaban más y mi corazón latía más y más rápido. Guardé mi teléfono en mi bolsillo y dejé mi mochila a un costado de la pared. No había traído nada con qué defenderme, así que sólo me quedaba luchar contra ellos.
Esto no era una simulación como esas que hacen el último año, esto parecía demasiado real. Jackson no estaría aquí si esto fuera un simulacro.
Cuando vi las sombras de los hombres en la pared, comencé a buscar desesperadamente un escondite. Me subí sobre el contenedor de basura y me colgué de un caño que pasaba por la pared. Este callejón era tan profundo y oscuro que no se veía nada.
Finalmente, tres hombres ingresaron al callejón y encendieron una linterna.
—Juro que la vi entrar aquí—decía el que sostenía la linterna.
—Más te vale, porque luego de esto somos ricos—dijo otro.
—Una lástima ¿han visto lo buena que está? Podríamos divertirnos un rato.
—Nos pagan por asesinarla, no por violarla—dijo el de la linterna—¡Miren!—señaló a un rincón de la pared donde había dejado mi mochila—Está aquí—los otros dos prepararon sus armas y este los paró—Sólo cuchillos, no queremos hacer ruido.
Los otros dos avanzaron hacia la mochila que reposaba sobre la pared y aproveché el momento.
Me deslicé por el caño silenciosamente, me lancé arriba del hombre que tenía la linterna y le tapé la boca. Este comenzó a tambalearse. Le quité la linterna de la mano, la apagué y lo golpeé con ella en la cabeza. El hombre se desplomó en el suelo.
Sucedió todo tan rápido que los otros recién notaron que detrás de ellos andaba algo mal cuando todo quedó de nuevo a oscuras. Me deslicé detrás de un contenedor de basura, preparándome para atacar de nuevo.
—¿Qué le sucedió?—preguntó uno de los hombres cuando se tropezó con su compañero inconsciente.
El otro no le respondió y dio unos pasos sigilosos hacia donde estaba yo escondida. Podía escuchar el filo del cuchillo deslizándose fuera de su estuche y la luz de la linterna pasándome por al lado.
—Creo que escapó—dijo finalmente y escuché que se alejaba.
Relajé los hombros y de repente sentí cómo me agarraban del pelo y me tironeaban hacia adelante.
—Qué lástima que lo hayas dejado inconsciente, ya no hay nadie que me detenga—dijo el hombre que me arrastraba por el suelo.
Comencé a forcejear y sentía como si la piel se me despegara del cráneo. La linterna había caído al suelo encendida y la luz sólo me permitía ver dos pares de pies.
El otro hombre me agarró las piernas y entre los dos me levantaron. Mientras uno de ellos me sostenía los brazos, el otro, el mismo que me había tirado del pelo, se me puso encima, respirándome sobre la cara. No podía verle el rostro, pero sí podía advertir que tenía barba y un aroma intenso. Era el mismo que me había atacado en la estación de tren.
—Aprenderás a portarte bien—dijo con un tono de voz que me erizó los pelos de la nuca.
Me puso las manos en las caderas y me apretó fuertemente. Luego acercó su boca a mi cuello y sentí su lengua deslizándose hacia mi mejilla.
—No…¡suéltenme!—grité y sólo sirvió para que el que tenía atrás me tapara la boca.
El de adelante deslizó sus manos dentro de mi camiseta y comenzó a toquetearme, clavándome los dedos en la piel. Quería gritar y no podía, quería moverme y estaba inmovilizada. Tampoco tenía sentido gritar, nadie podría escucharme desde aquí y tampoco podían verme.
Mientras más forcejeaba, más me fuerte me agarraban y me golpeaban para que me quedara quieta. En un momento sentí que el dolor iba a vencerme y tendría que rendirme, pero sabía lo que sucedería conmigo después. No sé de dónde estaba sacando la fuerza para seguir luchando, cómo es que aún seguía en pie luego de recibir tantos golpes y más que nada sabiendo que no saldría de aquí. Y sin embargo, sirvió, porque el hombre que tenía adelante se desprendió de mí como si una fuerza lo hubiese impulsado hacia atrás.
—¡Déjala en paz!—gritó una voz inconfundible. Lo único que distinguía en la oscuridad eran dos siluetas y una de ellas golpeaba a la otra contra la pared, dejándolo inconsciente.
La silueta volvió hacia mí y agarró al tipo que me agarraba de atrás y le estampó el cráneo contra la pared.
—Alex, sal de aquí—ordenó Jackson volviendo a acercarse al hombre que hasta hace dos segundos intentó violarme.
Yo estaba aturdida del susto y la desesperación. Mis oídos estaban ensordecidos y caí al suelo, vencida por el dolor que me recorría del pecho hacia las piernas.
A través de la tenue luz que emanaba la linterna lograba distinguir la silueta de Jackson golpeando al hombre de barba una y otra vez, sin cansarse ni por un segundo. A medida que el puño de Jackson subía y bajaba, la cara del hombre se teñía más y más de rojo. Su brazo, que tenía agarrado el cuello de Jackson, comenzaba a soltarse lentamente hasta que al final quedó tendido sobre el suelo.
Está muerto, pensé; sin embargo Jackson seguía golpeándolo.
Dos siluetas aparecieron y una de ellas agarró a Jackson de la ropa y lo sacó de encima del hombre, cuya cara ahora no era más que un bulto rojo brillante. Una cabellera rubia apareció frente a mis ojos y me colocó una campera sobre los hombros.
—¿Puedes levantarte?—preguntó Becca.
Asentí con mi cabeza y tomé su mano. Becca me agarró de los brazos y me ayudó a levantarme cuidadosamente.
Noah estaba forcejeando con Jackson para impedir que este último terminara de matar al hombre en el suelo.
—¡Ayúdenme aquí!—chilló Becca.
Ambos dejaron de forcejear y voltearon hacia nosotras. Jackson se acercó corriendo y me abracé a él, entonces sentí como si ya no hubiera peligro.
—Te llevaré a casa—susurró a mi oído.
Lo primero que se me vino a la cabeza fue mi departamento, pero luego recordé que no estábamos en Londres. Verlos a todos ellos sumado el aturdimiento que tenía me había confundido. No supe bien a qué casa se refería exactamente, pero lo ignoré, no interesaba a dónde mientras se quedara conmigo.
Luego aparecieron Lucas y Bill. Bill venía arrastrando al hombre que me había agarrado de atrás como si se tratara de una bolsa de basura.
—La rata intentó escapar. Dos golpes en la cabeza y a dormir—se burló Bill.
Ni cuenta me di en qué momento escapó el hombre al que yo misma había dejado inconsciente.
—¿Qué sucedió con esos?—Bill señaló al hombre bañado en sangre del suelo y al otro que había caído sentado, pero no estaba tan mal como el de barba.
Todos voltearon hacia Jackson pidiendo una buena explicación de por qué había un moribundo.
—Intentó tocar a Alex—respondió Jackson enojado y volteó a patear al tipo.
Becca se tapó la boca. Lucas y Bill se observaron entre ellos enojados y rodearon al tipo ensangrentado.
—Hay que matarlo a golpes, por violador. A este y a los otros—dijo Bill en un frío tono de voz que nunca le había escuchado.
—¡No!—los detuvo Becca—¿Están locos? ¿Van a matar a tres personas? ¡Lo último que falta es que los tres vayan presos por imbéciles! Además no pasó nada, no alcanzó a pasar nada…—se encogió.
—¡Pudiste haber sido tú, Becca!—exclamó Lucas poniéndose rojo.
—Y haríamos lo mismo por ti—continuó Bill, acercándose peligrosamente al de barba y levantó su pierna para patearlo.
—¿Los van a matar mientras estén dormidos? ¿Así de cobardes pueden ser?—se interpuso Becca.
—¡Sal de aquí!—le gritó Lucas.
Becca se quedó paralizada, como si nunca en su vida se hubiese esperado eso. Mientras tanto, yo sentía unas náuseas tremendas, me habían golpeado fuerte en el estómago cuando me dijeron que me callara y sumado a eso me sentía sucia y podía sentir aún el aroma de ese tipo impregnado en mi cuerpo. Entonces Noah, que era el único que estuvo observándome, intervino.
—¡Ya dejen de pelear y miren a Alex!—me señaló.
Entonces caí de rodillas al suelo y dejé salir todo el asco que sentía por dentro.
Nota de la Autora
Y llegamos a la página 200.
Hoy tengo algo interesante para contarles, #storytime!!! Aquí va:
El otro día, mi papá estaba viendo las noticias cuando pasaron un titular que me llamó mucho la atención. El titular decía “Lluvia de Dinero” entonces yo dije ¿whaaaaat?. Ya que un capítulo en mi historia “Jackson” tiene el mismo nombre. Bueno, la noticia hablaba de que, en Atlanta, un camión blindado perdió 175.000 dólares y provocó una lluvia de dinero. Entonces se veía a la gente en la calle parando los autos y agarrando el dinero.
Fue como ver mi historia llevada a la televisión. No sé ustedes, pero para mí que Jackson anduvo por ahí.
PREGUNTA: ¿Qué harían con 175.000 dólares?
¡Gracias por leer!
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La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)
Teen FictionEste es el tercer libro de la trilogía El Campamento y antes de leerlo les recomiendo haberse leído Jackson (derivado de El Campamento que trata sobre el personaje homónimo) Sinopsis: Al final del primer libro, Alex y Jackson decidieron continuar co...