La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)

Capítulo 37: Suelo Mortal

Jackson

Paterson nos mostraba el camino seguro por la Sede a través de las luces. No había ningún tipo de comunicación aquí dentro, así que no pudimos usar micrófonos.

La mayoría de los guardias estaba o abajo en el vestíbulo, o tratando de entrar a la Academia, así que no tuvimos grandes dificultades para movilizarnos.

—No entiendo por qué tienes que ser tan grosero con él—susurró Becca a mi lado mientras subíamos las escaleras.

—¿Paterson?—pregunté irritado.

—Sí, veo que estás muy al tanto de lo que haces—afirmó ella enojada—Mira cuánto nos ha ayudado.

—Además, se ve totalmente inofensivo, ni siquiera sabe usar un arma—rio Bill.

—Apostaría mi vida a que no es inofensivo. Con esa cara de ñoño inocente y el trajecito te roba a...—dejé escapar un gruñido y seguí subiendo por las escaleras.

Los tres me miraron con el ceño fruncido. Omití decir "te roba a tu novia" porque ellos no saben nada del beso. De hecho el único que lo sabe es Noah, pero siempre me dice que tengo que superarlo de una maldita vez.

—¿Te roba qué?—insistió Becca.

—Creo que Jackson está enamorado de Paterson—bromeó Bill.

—¡Paterson besó a Alex! Ya cállense de una maldita vez—exploté.

Los tres se quedaron en shock. Creo que no se esperaban esa historia. Soy pésimo guardando secretos.

Me salvé de dar explicaciones porque casi llegando al puente que unía Sede con Academia, la luz arriba de nosotros parpadeó varias veces, primera vez que Paterson hacía algo útil con sus lucecitas. Significaba que habíamos llegado.

—Lucas y Becca aguarden aquí—susurré.

Bill y yo nos colocamos nuestros cascos y salimos al encuentro de los guardias, los cuales eran tres y vigilaban el paso.

—Nadie puede pasar—informó el guardia.

—Nos ordenaron revisar el elevador—dijo Bill. Los tres guardias se miraron entre ellos dudosos.

—¿Quién te dio la orden?—preguntó el guardia y apoyó su mano sobre el intercomunicador.

—Yo—respondió Bill y le disparó un dardo tranquilizante en el cuello. El hombre cayó de rodillas al suelo.

Los otros dos guardias nos atacaron y Lucas y Becca vinieron en ayuda. Al segundo no fue tan difícil derribarlo, lo golpeé con el mango de mi arma y mientras lo sostenía, Bill le disparaba el dardo en el cuello.

El último de los guardias estuvo a punto de dispararle a Lucas en la cabeza, pero Becca se le lanzó encima y comenzaron a forcejear en el suelo. El arma se disparó al techo y Becca logró arrancársela de las manos y tirarla hacia los pies de Lucas. Luego apoyó una pierna sobre el pecho del hombre para sostenerlo y le disparó un dardo tranquilizante.

—La amo—murmuró Lucas.

Su relación ya llevaba varios meses y Lucas aún no parecía creerse que Becca estuviera con él.

—Luego te baboseas con ella ¡corran!—ordené.

Los cuatro pasamos el puente corriendo y nos detuvimos a la mitad para observar la puerta de la Academia, la cual se podía ver desde aquí arriba. La puerta estaba completamente vacía, sin guardias.

—¿Por qué se habrán ido?—preguntó Becca.

Hacía no más de media hora, cuando Paterson nos mostró las cámaras de seguridad, en la entrada habían al menos cien guardias vigilando la puerta.