Capítulo 47: Falsa Identidad

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Andrew Paterson estaba parado en la puerta de mi departamento, con las manos en alto. Sus lentes estaban torcidos y su traje desaliñado. Parecía tan cansado como si hubiese corrido una maratón. A pesar de que sólo era él, no bajé mi arma.

—¿Por qué estás aquí?—le pregunté en tono frío.

—Porque la Lista se nos fue de las manos otra vez y tú la sigues encabezando— explicó temeroso. Mantuve silencio y me rehusé a bajar la guarda—Acabo de salir de la Sede, me enteré cuando llegué a mi casa.

Esa explicación era bastante creíble, Andrew vivía a un par de cuadras de aquí.

—Te llamé, pero no me contestabas y entonces vine y vi todo este caos—explicó rápidamente—Alex, si no nos vamos pronto vendrán más—dijo asustado.

Escuchamos un ruido proveniente de mi habitación. El hombre al que había dejado inconsciente se había despertado y había tirado algo al suelo.

—Vamos—le dije y salimos corriendo de la casa.

Bajamos por las escaleras de emergencia. Los vecinos salían de sus departamentos asustados por el tiroteo y llamando a la policía. Tendría que mudarme luego de esto.

Salimos por la salida de emergencia del edificio y ya pronto nos encontramos en la calle. Entonces fue cuando una bala se estampó contra el poste de luz que había a mi lado. Volteé y miré hacia arriba. El hombre asiático, que acababa de despertar, nos estaba disparando desde la ventana de mi habitación.

—¡Ay, Dios!—lloriqueó Andrew, saltando hacia un lado esquivando una bala que se estampó contra la acera—¡Vamos, vamos!—me tomó del brazo y me llevó corriendo hacia su auto.

Mientras tanto, las balas volaban para todas partes. Levanté mi rifle y lo apunté hacia la ventana. El hombre se tiró hacia atrás y presioné el gatillo. Las balas se estamparon contra la ventana de mi habitación una tras otra. Cuando vi que teníamos el campo limpio, me metí al auto.

—¡Arranca!—le ordené a Andrew, que parecía estar pasmado

Andrew se acomodó los lentes y comenzó a conducir calle arriba. Volteé hacia atrás y vi que la camioneta comenzó a seguirnos. Estaba manejada por el hombre rengo, quien ahora tenía una cabeza sangrante, de seguro por haberse tirado de un primer piso.

—¡Andrew, ese es uno de los hombres que intentó asesinarme!—le dije.

Él miró por el espejo retrovisor y le subió la velocidad al auto. Doblamos en una esquina y perdimos de vista a nuestro persecutor.

—Una vez que lleguemos a la Sede estaremos a salvo—dijo él, tratando de tranquilizarse a sí mismo.

Reposé mi espalda sobre el asiento y tomé un largo y profundo respiro. Andrew permanentemente se acomodaba los lentes y miraba temeroso por los espejos retrovisores. Me relajé cuando entramos a la carretera que nos llevaba a la Sede.

Estaba tranquila, no pasaban autos por esta carretera, ya que el único destino que tenía era la Sede de Servicios Secretos y sólo sus miembros la conocían.

—¡Olvidé mi teléfono!—dije agarrándome la cabeza.

—¿Para qué lo quieres?—preguntó Andrew mirando la calle con los ojos bien abiertos.

—Para avisarle a Jackson, él también está en peligro—le expliqué.

De repente, una camioneta negra nos interceptó de costado, iba manejada por el asiático. Y la camioneta manejada por el rengo, que creímos perdida de vista, nos chocó la parte de atrás del auto.

La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora