Capítulo 21: Nuestro Final

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Luego de salir de la Sede Central, acompañé a Jackson a su casa. A pesar de las insistencias de Elena de quedarse esa noche en el cuartel para asegurarse de que nadie más viniera a cobrar venganza de Jackson, él quiso volver a su casa. En realidad sé que por "casa" se refería a mi departamento, pero le pedí que por sólo una vez le hiciera caso a su madre y se quede en su casa.

Cuando llegamos a la casa, la señora Hooper estaba regando sus flores y estiró su cuello hasta que este quedó del tamaño del de una jirafa, para poder mirar bien a Jackson. La vecina no había tardado mucho en esparcir los rumores sobre la reciente desaparición de Jackson en el barrio "Se escapó con sus amigos drogadictos y volvió a los días, lo tuvieron que traer a las rastras de donde estaba. No sé por qué Elena aún no ha enviado a ese chico a un centro de rehabilitación" Esa era una de las pocas cosas que andaba diciendo sobre él. La casa de los Lee Tremblay se había vuelto el centro de atención en aquel pintoresco vecindario.

Me asomé a la ventana, se había largado a llover otra vez. El día estaba muy caluroso y la humedad lo volvía peor. Afuera había varios espías encubiertos vigilando la casa, estaban enviados directamente de la Junta Directiva.

—Mamá, no tienes que quedarte todo el día conmigo, puedes volver al trabajo—le dijo Jackson a Elena.

—Apenas si volviste hace dos días, no te quiero volver a perder—contestó Elena.

—Hay un montón de espías rodeando la casa, será un poco complicado que alguien cruce esa puerta sin recibir treinta balazos—contestó Jackson sarcástico—Además no necesitas estar todo el día encima de mí, puedo cuidarme solo.

—No has demostrado eso últimamente—ironizó Elena mientras se abanicaba en el sofá.

—Creo que lo he hecho toda mi vida—musitó Jackson. Elena levantó la vista hacia él, o no escuchó lo que dijo o trató de no perder la calma sólo porque yo estaba ahí—Bueno, entonces iré al departamento de Alex.

Jackson agarró las llaves del auto y Elena se levantó de un brinco del sofá.

—No sales a ninguna parte—dijo Elena en tono cortante y enviándome una mirada fugaz. Jackson la miró con rabia, él odia su casa porque la considera deprimente.

Yo jamás entendí cómo alguien podía odiar su casa. En mi caso, mi casa no era de lo más ordenada ni tranquila, ni tampoco era tan bella, pero aún así me gustaba estar ahí porque era mi casa. Pero la casa de Jackson, por más bonita y ordenada que la tuviera Elena, tenía un aire deprimente, se sentía como un cementerio. Jackson me dijo que su casa sólo era divertida cuando yo estaba allí.

—Está bien, volveré al trabajo esta noche—dijo Elena enojada—Pero ni se te ocurra salir o abrirle la puerta a alguien—amenazó—Y esta vez no lo dejes solo—me advirtió Elena.

A pesar de que eso me hizo enojar un poco porque sentía que Elena me culpaba de haber dejado solo a Jackson aquella vez, sólo me limité a asentir con la cabeza. Algo en ella me decía que mejor no le llevara la contra.

Cuando Elena se fue, se aseguró de trabar hasta las ventanas y le hizo prometer a Jackson mil veces que no pondría un solo pie fuera de la casa. Luego la vimos hablando con uno de los espías de afuera, seguro recordándole por enésima vez que vigilara bien la casa. Y al fin, se perdió de vista con el auto.

—¡Se fue!—exclamó Jackson rebosante de alegría—Me cansaron, mi madre y Natalie, tengo sus uñas marcadas en el rostro de la cantidad de veces que me acariciaron las mejillas y en las noches mi mamá se aparecía en mi habitación a cada hora para comprobar que seguía ahí. Una madre ya es insoportable, imagínate tener a dos que estén todo el día encima de ti.

La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora