Capítulo 36: Huyendo

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Jackson:

Me quedé mirando a Alex hasta que las puertas se cerraron. Debería haber buscado alguna forma de poder entrar con ella, pero cualquier cosa que hubiera intentado nos podría haber hecho lucir sospechosos. Tenía que luchar por sacarla de ahí, no puedo dejarla mucho tiempo con esa vieja asesina.

—¿Crees que esté bien ahí dentro?—le pregunté a Bill mientras nos alejábamos a paso rápido por el pasillo. Teníamos que encontrar al resto de nuestros amigos y buscar un lugar donde ponerlos a salvo.

—¿Alex?—preguntó Bill y asentí con mi cabeza—Por favor, Jackson, no hay nadie mejor que Alex para manipular a la vieja.

Asentí con mi cabeza y seguí caminando. Alex sabe cómo caerle bien a la gente, yo por el contrario no sé cómo quedarme callado.

Llegamos otra vez al vestíbulo de la Sede Central, donde el caos tenía su centro. Había filas de gente aguardando para entrar a interrogatorio y los guardias iban de un lado para el otro vigilando o sacando a alguien de la fila. El clima de miedo que reinaba aquí me penetraba en la piel.

Mientras esquivaba gente, me choqué con una mujer cuarentona que me miró con los ojos llorosos. Era la señora Carrington ¿dónde estará su marido? Espero que no le haya sucedido nada, esta familia me recibió como a otro hijo, eran mi familia también. La señora Carrington se me quedó mirando asustada como si temiera a que le haga algo por este incidente. La tomé del brazo, fingiendo agarrarla fuerte, sólo para acercarla a mí.

—¿Dónde está su esposo?—susurré a la mujer.

Ella reconoció mi voz de inmediato y se relajó.

—Lo están interrogando—dijo ella, sin mirarme y apenas moviendo sus labios.

—La sacaré de aquí—dije.

—No, me quedaré con mi marido. Tú sólo asegúrate de que Noah esté bien—dijo apurada—No sé si saldremos de esta, Jackson, ya sabes que Harry…Dile a Noah que lo amamos y que no se enoje con nosotros.

Harry Carrington, el padre de Noah, estaba en contra de Turner y sabía muchos secretos de la Sede Central. Su mujer siempre le pidió que se alejara de todo eso, pero él nunca escuchó. Los Carrington eran mi familia, tenía que ayudarlos, pero no sabía cómo.

De repente los vi, una pareja de dos rubios abrazados, sentados en el suelo mientras esperaban su turno para ser interrogados. Eran Lucas y Becca.

—Bill, ahí están—susurré. Bill volteó hacia ellos y los vio. Ellos no se dieron cuenta de que éramos nosotros, pues aún llevábamos nuestros cascos puestos—Tenemos que sacarlos de ahí ya, si entran a interrogatorio y dicen sus nombres, los reconocerán de inmediato—expliqué. Él asintió con su cabeza.

—Tú ve, yo me quedo detrás de ti—susurró Bill.

Nos acercamos a ellos, yo me quedé con Lucas y Becca. Bill se quedó a mi alrededor recorriendo la fila de en frente fingiendo vigilar a las personas.

—Ustedes, vengan conmigo—dije en forma monótona e inexpresiva, como cada uno de los guardias que habían aquí.

Ambos levantaron la cabeza asustados. Becca se veía bastante despeinada y tenía todo el maquillaje de los ojos corrido y la nariz roja, había estado llorando. Lucas tenía un corte en el pómulo.

—¿Jackson?—preguntó Lucas acercando su cabeza.

Pude percibir la mirada de otro guardia y levanté mi arma.

—Sácame el arma—susurré a Lucas.
Lucas se levantó del suelo e hizo lo que le pedí: me empujó al suelo y me quitó el arma.

—¡Deja el arma en el suelo!—ordenó Bill apuntándole a Lucas.

Lucas casi sonrió al escuchar la voz de Bill. Los otros guardias se habían quedado mirando alertas.

—Lucas, por favor, hazle caso—suplicó Becca, quien también se había dado cuenta de que sólo era Bill.

Me levanté del suelo y le saqué el arma a Lucas.

—Ahora fingirás que te dolió—susurré.

—¿Qué?—susurró Lucas.

Golpeé a Lucas en la nuca con el mango de mi arma y él pegó un grito de dolor, que al principio fue un pequeño grito, pero cuando entendió a lo que me refería, pegó un alarido.

—Ven conmigo—lo agarré del codo y comencé a arrastrarlo por el pasillo—A la chica también—grité y Bill agarró a Becca. La pinta de loca que ya tenía, le ayudó mucho a fingir que forcejeaba con Bill.
Mientras arrastraba a Lucas, le di una ojeada a mi alrededor, el resto de los guardias había vuelto a lo suyo y este incidente era uno más de montones que había presenciado esta noche.

—¿A dónde?—me preguntó Bill.

—A buscar a Noah—respondí.

—No podemos entrar a la Academia—dijo Becca y se calló cuando vio que un guardia pasaba a nuestro lado. Volteé disimuladamente hacia atrás y vi que el guardia ya había desaparecido—¿Qué acaso no se enteraron?

Bill y yo negamos con la cabeza. Lucas sonrió.

—Los de último año se opusieron a Turner cuando se enteraron que iban a interrogarlos y crearon una resistencia en la Academia—explicó Lucas emocionado—Apuesto que el pequeñín de Noah está detrás de todo esto.

—No sean tontos, los guardias están tratando de penetrar la Academia y cuando lo hagan, los castigaran a todos—dijo Becca preocupada.

—Estoy con Becca…—me callé al ver a otro guardia pasar.

Abrí la primera puerta que vi, era un depósito de archivos, y metí a todos ahí dentro. Luego trabamos la puerta con una mesa y al fin pudimos quitarnos los cascos.

—Escuchen, debemos llegar a la Academia y sacar a Noah de ahí lo antes posible. Becca tiene razón, si los guardias llegan a entrar no dudarán en dispararles—expliqué.

—¿Y qué hay del resto de los alumnos?—preguntó Bill—No podemos dejarlos ahí.

—Lo sé—dije pensando—Pero Natalie nos encargó rescatar a los miembros de la Junta y salvar a todos los alumnos nos llevaría tiempo que no tenemos. Mientras más rápido rescatemos a los miembros, más rápido derrocaremos a Turner.

—¿Cómo haremos para entrar a la Academia si no podemos comunicarnos con Noah y todas las entradas están cubiertas?—preguntó Lucas.

Me puse a dar vueltas en la habitación pensando. No se me ocurría nada, tenía la mente en blanco. En lo único que había pensado toda la noche era cómo haría para sacar a Alex de los calabozos.

—¿Y si entramos por el subterráneo?—preguntó Bill.

—Seguro está bloqueado—respondí.

—¡El tubo por el que cae la basura!—dijo Lucas.

—Le pusieron cámaras luego de que Alex se tiró por ahí—dijo Bill de mala gana—Vaya, ojalá estuviera aquí. Sinceramente no sé cómo se le ocurren tantas ideas.

Pasaron varios minutos de silencio, estábamos estancados, mejor dicho atrapados.

—Es raro—dijo Bill.

—¿Qué es raro?—preguntó Becca de mal humor.

—Hace un año fingía estar enfermo para no tener que ir a la Academia y ahora estoy planeando las formas de forzar la entrada—dijo.

Los cuatro comenzamos a reír. De repente, la luz del depósito en el que estábamos, comenzó a apagarse y a encenderse repetidamente. Nos levantamos del suelo y lo primero que hice fue mirar por el rabillo de la puerta. No se veía movimiento afuera.

—Falta que apaguen las luces y cartón lleno—se quejó Bill.

—No es un problema tecnológico, alguien intenta comunicarse con nosotros—advertí señalando hacia la lámpara que no paraba de prenderse y apagarse—¿Notan que algunos duran más que otros, como si fuesen intervalos de tiempo? Líneas y puntos. Es morse.

—¿Dónde anotamos?—preguntó Lucas desesperado. Mientras tanto, las luces seguían apagándose y encendiéndose. Ya comenzaba a marearme.

—¡Estás en un depósito de papel!—exclamó Becca y manoteó un archivo llamado “La suciedad en los baños de la Academia”—Anota con esto—sacó un tubito de su bolsillo y me lo tendió. Era un labial rojo.

Abrí el tubo del labial y comencé a anotar puntos o líneas de acuerdo a la duración del parpadeo.

Punto, punto, punto…punto, raya…punto, raya, punto, punto…raya, raya, punto…punto, raya…raya, punto.

Ese patrón se repetía una y otra vez. Luego de escribirlo tres veces, me di cuenta de que era el mismo mensaje.

Me levanté del suelo mirando el archivo. Los demás me rodearon y miraron el papel.

—Bien, lo primero es una S…—comenzó Bill—Creo que eso es una R o una T…

—Salgan—dijo Becca. Todos volteamos hacia ella, creyendo que ya nos había echado por inútiles—Dice “salgan”—señaló el papel.

No lo había leído bien, debido a la maldita luz parpadeante que me tenía mareado, pero tal como ella dijo, decía “salgan” las tres veces que lo escribí.

Nos quedamos mirando entre nosotros sin saber qué hacer.

—No volveré ahí afuera—dijo Lucas—Puede ser una trampa de Turner para agarrar gente ¿Qué tal si esto está pasando en cada habitación oculta de la Sede?

El razonamiento de Lucas era tan cierto que me hacía dudar de todo esto. Creo que el setenta por ciento de la Sede Central sabe morse, es el padrenuestro de la Academia.

—Uno de los simulacros del año pasado fue así—recordó Bill.

—Esto no es un simulacro, está pasando en serio—dije—De todas formas no nos íbamos a quedar aquí toda la noche.

Los tres asintieron y movimos la mesa. Miré por el rabillo de la puerta y me coloqué de nuevo el casco.

—Despejado—informé.

Movimos la mesa y abrimos la puerta. Preparé mi arma y salté hacia el pasillo preparado para disparar a la primera amenaza que viera. Luego salieron los otros, no había nada aquí. Al contrario, estaba más tranquilo que hace media hora cuando nos escondimos en la habitación. El foco arriba nuestro parpadeó y levanté mi arma hacia arriba. Luego todos los focos del pasillo comenzaron a parpadear en hilera.
Nos miramos entre nosotros y comenzamos a seguir las luces. Finalmente, llegamos a una sala amplia que llevaba a la entrada del laboratorio. Un montón de guardias estaba acumulado frente al laboratorio.

—¡Retrocedan!—susurré.

Nos quedamos detrás de un muro a observar a los guardias ¿Qué harían formados ahí cuando deberían estar en el vestíbulo?

—¡Atención!—llamó un guardia colocándose delante de la puerta del laboratorio—La Academia hizo volar el subterráneo por el que nuestros guardias estaban intentando entrar. No asesinaron a nadie, fue claramente una amenaza. Turner ha dado la orden de entrar y si nos dan guerra, dispararemos a matar.

—Pero son niños, Cleaver—se escuchó decir a un guardia.

Se produjo un silencio escalofriante. Los guardias se abrieron, dejando al descubierto a quien había dicho esto. El guardia que estaba parado frente a la puerta comenzó a caminar lentamente hacia el guardia que lo había desafiado.

—Esos niños tiraron cinco granadas en un campo rodeado de guardias—dijo en tono glacial y luego comenzó a caminar hacia atrás, pero volteó otra vez y levantó la voz—Tenían todo calculado para no matar a nadie, nos están desafiando. ¡Y les vamos a demostrar quién manda!

Los guardias comenzaron a marchar hacia las escaleras de emergencia y un par de minutos más tarde, el lugar ya estaba vacío. Salimos de nuestro escondite y miramos hacia todas partes, no había más señales.

—¿Será que la luz quería que viéramos a los guardias?—preguntó Becca.

De repente, escuchamos la campanita que indicaba que el ascensor había llegado a nuestro piso. Levanté mi arma y esperé a que las puertas se abrieran.

—Más te vale que esto no haya sido una trampa, Lee—dijo Bill, entrecerrándole los ojos al ascensor.

Finalmente, las puertas del ascensor se abrieron de par en par y no había nadie ahí dentro. Las luces parpadearon cinco veces dentro de él.

—Creo que la luz quiere que subamos al ascensor—susurró Lucas.

—Pues vamos antes de que venga alguien—nos apuró Becca.

Subimos al ascensor, alertas a todo momento, y este empezó a subir. No había bajado la guardia, lo primero que esperaba apenas se detuviera el elevador, era una tropa de guardias esperándonos para dispararnos. Me olía tan mal toda esta situación, pero nuestra otra opción era quedarnos merodeando en la Sede y eso era más peligroso que seguir a la maldita luz.

—Increíble que haya subido a un ascensor porque una luz me lo ordenara—bufó Bill.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, ambos levantamos nuestras armas, listos para disparar. Y del otro lado de las puertas sólo estaba el imbécil de Paterson.
Él, al encontrarse con dos cañones apuntándole directamente a la frente, colocó las manos en alto y puso una cara asustada. Con gusto podría dispararle y decir que se me escapó la bala.

—¡No les haré daño!—gritó.

—Por supuesto que no, mírate—dije irónico y me bajé del ascensor. Él bajó las manos y se acomodó el uniforme—¿Tú eras el de las lucecitas?

—Sí—afirmó.

—¿Cómo nos encontraste?—continué con mi interrogatorio.

—Los vi por las cámaras, estaban corriendo por el pasillo y entraron a una habitación. Así que creí que necesitaban ayuda—se excusó—Era la única forma en la podía comunicarme con ustedes.

—No necesitamos ayuda—lo corté—Vámonos, estamos perdiendo el tiempo—les ordené a mis amigos.

Los tres se me quedaron mirando cómo caminaba hacia el ascensor. Volteé hacia ellos y levanté mis cejas. Becca negaba con su cabeza.

—De hecho sí necesitamos ayuda—dijo Becca.

Bufé y volví rápido hacia ellos, tenía ganas de gritarle a Becca, pero eso sólo me pondría en contra de Lucas y Bill.

—No me mires así, Jackson—me regañó—Si Andrew nos encontró a nosotros, también puede hacernos entrar a la Academia e incluso mostrarnos el paradero de Alex.
Al escuchar su nombre levanté la vista y noté que Paterson también lo había hecho.

—¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti?—me dirigí fríamente hacia Paterson y luego volteé hacia mis amigos—¿Por qué Paterson no está allá abajo con el resto del mundo, preparándose para su interrogatorio? No, él está aquí, jugando con las luces y planeando hacer vaya a saber qué con nosotros.

Los tres se miraron entre sí e inspeccionaron a Paterson, que parecía una pobre víctima con su maldito traje y su sonrisa de idiota. Qué ñoño. ¿Cómo Alex pudo besarlo? Me repugnaba tanto pensar en eso. Vaya, cómo le estamparía la cara contra la pared una y otra y otra vez.
Decidí controlarme, no porque me interesara la ayuda de Paterson—porque bien que conocía la Academia como para entrar a la fuerza—sino porque quería ver a Alex.

Había logrado que se estableciera una separación entre mis amigos y Paterson, quienes ahora lo miraban sospechosos.

—Si te calma saberlo, ya pasé por el interrogatorio y me clasificaron como confiable—respondió Paterson con su voz elegante. Lo odiaba. Ahora mis amigos me miraban como si fuese yo el villano—Si no les molesta, es mejor que entremos a la sala de control, no es seguro que nos quedemos en el pasillo.

Entramos a la sala y allí estaban las tres enormes pantallas mostrando los diferentes lugares de la Sede. Por donde se mirara, era un caos. Había guardias negros por todas partes, parecían una plaga.

—¿Dónde están los calabozos?—pregunté a Paterson, buscando con la mirada en las pantallas.

Paterson tomó asiento frente a la mesa de control y escribió algo en el teclado. Entonces aparecieron los calabozos en las pantallas. Alex no se veía por allí.

—Debe estar lejos de las celdas, pasa a otra cámara—le ordené.

Paterson negó con su cabeza.

—Cortaron el acceso a esas cámaras—nos informó—Apenas cerraron las puertas, perdí acceso a varios lugares de la Sede. Pero si Alex está allá abajo, debió haber pasado por el pasillo de las celdas.

Paterson comenzó a rebobinar la grabación y allí la vi. Respiré al fin, esto no había sido hacía más de media hora. Alex estaba caminando junto a Turner. Lo logró, Turner confía en ella.

—¿Por qué Alex se detuvo en esa celda?—preguntó Bill.

Paterson volvió la grabación atrás y la detuvo. Alex se había detenido a mirar a un hombre.

—Acerca, quiero ver quién es—le ordené.
Al acercar la imagen y aclararla, pude observar que Alex se había detenido porque era Patrick quien estaba dentro de la celda.

—Jackson, sabes que si está allá abajo es porque lo matarán ¿qué harás?—preguntó Becca.

Negué con mi cabeza.

—Patrick es una rata escurridiza, buscará la forma de salir—contesté frío.

—Jackson…—insistió Becca.

—¡No hay tiempo!—exclamé enojado. Lucas y Bill se mantenían callados—Muéstrame la Academia.

Se produjo un silencio tenso en la habitación. Si Patrick estaba preso, algo debió haber hecho, como siempre. Además, aún no le perdonaba el que me haya metido a prisión dos años atrás. Lo dejaré que tome de su propio veneno por un rato.

—Los alumnos arrancaron todas las cámaras habidas y por haber—dijo Paterson—Aún tengo acceso a los perímetros—dijo y aparecieron varias imágenes de los perímetros de la Academia.

—Santo cielo—susurró Lucas.
Cada una de las entradas de la Academia estaba cubierta por guardias. Iba a ser imposible pasar por allí.

—Hay otra forma de entrar sin tener que salir—dijo Paterson y buscó la cámara del pasillo de la oficina de Natalie—Ese elevador baja directo a la Academia. El único problema son los dos guardias que vigilan el paso de la Sede hacia la Academia—señaló en la pantalla, el túnel de cristal que unía ambos edificios.

Me quedé observando la escena y estudiando la situación.

—Si es tan fácil ¿por qué no han intentado bajar por el elevador?—pregunté obvio.

—Por un lado, porque está desactivado, pero puedo activarlo desde aquí, y por el otro, se cree que el agujero por el que baja el elevador, tiene sensores que al detectar movimiento, pues…explotan—chasqueó la lengua.

Comencé a reír irónicamente y me crucé de brazos.

—¿Hablas enserio?—pregunté—¿Pretendes que bajemos por un elevador explosivo?

—No va a explotar—dijo Andrew—La Academia no cuenta con material tan avanzado y los alumnos no van a matar a nadie. Si los guardias aún no han bajado por ahí, es porque se alertaron con las granadas, pero ustedes tienen que llegar antes de que ellos comprueben la farsa.

Ninguno respondió, todos pensábamos. Odiaba a Paterson, pero era la entrada menos mortal que había.

—Necesitarán defenderse—dijo Paterson y se levantó de su asiento.

Fue hacia un mueble metálico y aburrido que había apoyado sobre una de las paredes y colocó su mano sobre el escáner. Las puertas de metal se abrieron de par en par y apareció toda una armería dentro del mueble.

—Paterson, no sabía que usabas armas—se burló Bill.

—No lo hago—sonrió Paterson inocentón—Son de Gower, las colecciona, sólo que las oculta de Gilbert, siempre se las hace sacar del piso de la Junta. Supongo que no le molestará prestarnos algunas.

Paterson nos dio lo que necesitábamos para defendernos e incluso nos dio armas con dardos tranquilizantes.


La Lista de Muerte (2° parte de El Campamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora