CUATRO. (Good talk.)

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Julio 13, 2018. Dos años después.

El sol era débil a través de las nubes.

Juliana volvió a checar la hora en su teléfono, 8:27 am serían las 2:27 am en Nueva York. Con la imagen de la madrugada en Nueva York ya en su mente podía imaginar a Valentina completamente dormida, unos apenas perceptibles ronquidos escapando de su boca y los ruidos graciosos que su estómago hacía en ocasiones. Tener la habilidad de recrear imágenes tan vividas de Valentina en su cabeza tenía su secreto, dentro de todo con lo que había decidido quedarse existía una cantidad exorbitante de fotografías, notas de voz, videos, todos de Valentina, mismos que se habían vuelto el arma de Juliana contra la adversidad.

Se había perdido en sus pensamientos, cuando el ruidoso caminar entre la gravilla le hizo volver a lo real. Había cancelado varias citas hoy para verse con alguien. Cuando notó a quién estaba sonrió.

Hey. – saludó contenta.

Hola. – Había pasado un buen tiempo después del incidente.

Me da gusto verte.

¿Qué necesitas? – contestó Liza mirándola con una cara de total seriedad. – ¿Quieres saber cómo está?

No. – se apresuró a contestar. – Ni debería estar haciendo esto. – expresó Juliana, llevándose la mano a la frente.

Liza miró a la lejanía y respiró hondo como resignándose con lo que había decidido hacer. Era bien sabido que dentro de su corazón había un lugar reservado para esa historia que Juliana tenía con su mejor amiga, ella había visto toda la historia de cerca, y por eso lo tenía todo en un lugar cercano al corazón.

Lo menos que puedes hacer es invitarme un café por venir aquí para nada. – Juliana la miró, ya con un poco menos de incomodidad flotando en el ambiente.

Bueno, este... ¿caminamos?

Bien...

Lado a lado caminaron rumbo a un café. Juliana quería morder su lengua pero no tenía control sobre lo que pensaba, la persona más cercana a Valentina estaba ahora con ella, quien mejor que ella para proveerla de información respecto a su novia... ¿o ex novia?

¿Está..., está bien? – Liza la miró después de haber preguntado, Juliana le sostuvo la mirada, necesitaba aparentar esa seguridad que no tenía, aunque el temor se la comiera por dentro.

Sí... dentro de lo que cabe. – suspiró. – Ahora está bien. – Ese último comentario le había revuelto el estómago a Juliana.

¿Ahora? – murmuró.

No estás tú para saberlo, ni yo para contarlo. – contestó Liza.

¿Pero...?

Pero nada Juliana, no estás para saberlo, y no pienso hablarte de los detalles, ya habrás tenido tu suficiente tiempo para pensarlo... –

Sí... lo siento. – Liza se sintió mal, pero se trataba de su mejor amiga.

No lo tomes a mal, es solo que...– quiero matarte, es lo que hubiera dicho.

No lo hago es tu mejor amiga, te lo juro, se trata de mí...yo lo entiendo. – sonrió pesadamente. – Me pareció raro que no te negaras a venir, o que no me abofetearas en cuanto me viste.

Es mi último día en Múnich, terminé con el trabajo y no tenía nada mejor que hacer...– sonrió. – Estoy agotada como para abofetearte y aburrida como para negarme a hacer algo... aunque tú, por otro lado...– Juliana sonrió triste. – Bastante apretada tu agenda.

ANTOLOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora