18. (Amar el dolor.)

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Octubre 27, 2018.

Mañana cuando aterricemos, tenemos una reunión con Vanity Fair, pasado mañana a las cinco, parece que Diane y la cita con storm puede ser agendada para el día que tú quieras...La señorita Ari y la señorita Vida van a llamarle al llegar para confirmar la comida... ¿Juliana? –

La modelo salió de sus pensamientos, se había perdido observando fuera de la ventana del avión, no había una nube en el cielo, podían verse las estrellas bien. Y esa que resplandecía a lo lejos le recordaba a la sonrisa de Valentina.

¿Perdón? – Juliana agitó su cabeza. La otra mujer rió.

¿De nuevo perdida en el mundo de los ojos azules?–

Ah. – Juliana se sonrojó. Por supuesto su asistente lo sabía todo. – No, son las estrellas... ¿Puedes repetirme eso? –

Claro... reunión con Vanity Fair, a las cinco de la tarde, Diane Von Fürstenberg mañana a las ocho, la cita con storm para el día que quieras, y confirmarle la comida tus a amigas...

Oh, bien...– la mujer pelirroja la observó por varios segundos.

¿No deberías descansar? – Juliana solo se limitó a sonreírle.

¿A qué hora aterrizamos? – la mujer, vio la hora en su reloj.

Según mis cálculos, a las ocho treinta, sino es que antes...– sonrió. – Al parecer todo está listo en el apartamento, y no tienes que preocuparte. –

Me preocupa la ropa...

Suficiente para el otoño, no tienes que preocuparte por pasar frío tampoco.

Gaby, le dio una sonrisa cálida y a Juliana le dio por recordar la desobediencia de Valentina ante su petición de vestir la ropa adecuada para el frío, siempre primaveral, incluso si patinaba sobre hielo en central park.

Quiero pasar por flores. – divagó.

Claro, habrá tiempo suficiente. – Sonrió Gabriela.

Va... bueno... creo que debería dormir, entonces. – un tanto porque verdaderamente lo quería hacer, y otro porque quería quitarse a su asistente de encima.

Esa es la mejor idea.... estaré ahí, por si me necesitas. – Gaby apuntó al asiento de al lado. Juliana solo asintió, Gaby se movió del asiento junto al de Juliana y fue a su lugar, para después empezar a revisar los documentos dentro del sobre manila.

Juliana se giró un poco hacia la ventana, medio acomodándose sobre su hombro derecho y descansado su cabeza sobre el pequeño cojín amarillo pálido.

El cielo era de un azul muy oscuro, se sentía absorbida por el color tan profundo y el resplandor de esa misma estrella que llevaba observando por vario tiempo, ambas cosas le recordaban a la misma persona...

En estos días se sentía perdida, no sabía qué o quién era, sentía que había hecho mal en los últimos años, sabía perfecto que se había ido, digamos de forma física, pero parte de Juliana con Val se había quedado, la tenía en el corazón y en la mente, Valentina tenía su residencia dentro de los pensamientos de Juliana, día y noche.

Había momentos en los que sentía que el cuerpo se le partía por el dolor de quererla tanto y no tenerla con ella. Tan dentro de su corazón la tenía y tan lejano a él en la realidad.

Como si se tratara de una paradoja.

Mientras continuaba con su mirada apreciando a la estrella, pensaba en que este amor por Valentina no era como el de antes.

Este dolía, este quemaba su piel, cada vez que su boca pronunciaba su nombre la garganta le terminaba en llamas, las mariposas en su estómago se habían vuelto abejas asesinas. Ya no era la sensación del brillo en sus ojos, era el ardor bajo sus parpados siempre que la recordaba. Sentía tanto amor, y era tan intenso que se volvía toxico para ella por momentos.

Y una voz en su cabeza escupía con rabia: "Si ibas a irte, mínimamente debiste tener la decencia de decirle los motivos, los comprendería.

No tenías que irte sin decirle nada, ¿No sabes que el silencio es la peor tortura para un alma enamorada?"

"¿NO LO SABES?"

Sintió la familiar humedad en sus ojos y una lagrima recorrer su mejilla. Se sintió peor cuando escuchó muy dentro en sus pensamientos la voz suave de su querida Valentina: "¿Por qué lloras? No me gusta que llores, ojos así de lindos no deberían llorar."

No sabía si era un problema pero de algo Juliana siempre estuvo segura...

Si Valentina quisiera bailar, dejaría que destruyera el piso con su baile. Si quisiera cocinar, Juliana permitiría que incendiara por completo la casa. Si quisiera gritar, le habría de permitir dejarla sorda. Nunca había amado lo suficiente a alguien como para dejarse destruir, pero con ella era diferente... Valentina podría tomarla de la garganta, ahogarla... y aun así los ojos de Juliana brillarían de emoción ante la poca distancia que existiría entre ellas.

Este amor por Valentina la consumía por completo y –ciertamente– no iba a importarle cuanto sería con lo que cargaría su corazón con el regreso. Este sentimiento con ese dolor, alimentaba al triple sus emociones, todo resultaba más intenso. Buscaba el calor de Valentina, sus manos sujetándola, su olor invadiéndola, y esa "seguridad" que llegaba de forma inmediata si Valentina estaba cerca, todo eso; y con tal de recuperarlo se sometería al letal dolor y al enemigo de todos nosotros: el tiempo.

Un suspiro se le escapó, seguía perdida en el cielo, el cansancio ya terminaba por arrástrala a un muy profundo sueño, poco a poco sus parpados se hacían más pesados.

La parpadeante luz de la estrella ahora tomaba otra forma detrás de sus parpados, la misma de la chica de siempre jugando con un trozo de vidrio en las manos, deslumbrando a la modelo, y tras el último parpadear de la luz, cedió su cuerpo y mente por completo a Morfeo, esperando que éste, –con suerte– le dejara soñar con la sonrisa brillante como esa misma estrella. Y los ojos tan azul oscuro y absorbente como el cielo de esa noche.

Los hechos eran desafortunados y trágicos, pero la vida de ambas se aferraba a seguir conectada, unida por un hilo irónico que solo se tensaba en ciertos momentos, pero jamás se rompía... su vida era un libro de coincidencias inexplicables, y accidentes poco creíbles por el universo.

Mientras el avión de Juliana trazaba una línea a través del océano atlántico, la taza de Valentina trazaba un camino de gotas de café que conducían a su habitación.

Juliana le susurraba al cielo lo mucho que la extrañaba y a Valentina la despertaba la voz de alguien gritándole cuanto la echaba de menos. Juliana estando muy arriba, en el cielo buscando en sueños la sonrisa de la chica que tanto quería y Valentina mirando hacia arriba, buscando lo que no sabía que había perdido. 

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