52. (Soñando el tiempo.)

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Juliana no recordaba a qué hora se había ido a dormir, ni la hora en la que había despertado, el día anterior con Valentina parecía ahora un sueño o un suceso en una realidad alterna un poco más estúpida que en la que ahora vivía. Miró el reloj de pared, y de nuevo se preguntaba a qué hora se había ido a dormir, a qué hora había despertado y en qué momento había decido invitar a Irina y Liza.

Pasó una hora, Juliana estaba anticipante a la llegada de las chicas, que parecían no estar por ningún lado, esperó media hora más y tampoco, otra media hora y tampoco, se empezó a preocupar, "Tal vez pasaron a comer primero... tal vez no van a venir."

Por fin, Liza le había concedido el desayuno, vendría con Irina, y eso era aún mejor que todo lo que antes había imaginado. Hacía un par de días que no las veía.

El molesto ruido de la cafetera, el agua había llegado al punto de ebullición y comenzaba a evaporarse... ¿Pero quién con el dinero suficiente no compra una eléctrica?

Juliana adoraba el sonido, o el recuerdo que el olor del café saliendo por el diminuto orificio de la cafetera le traía a la mente. Eran las 8:15am de un lunes, francamente demasiado temprano para que ella ya estuviera más que despierta preparando café, los últimos años habían sido diferentes.

"Estamos a una calle." Te vemos en cinco...

Leyó en la pantalla de su teléfono. Un mensaje de Liza. Juliana sonrió ante el mensaje, arregló un poco su atuendo, y espero por el ruido de afuera.

Por fin, por fin habían llegado. Se puso de pie caminó hacia la puerta, y la abrió, risas familiares se escuchaban fuera.

¡BUENOS DÍAS JULIETA! – Irina gritó, y se apresuró a darle a Juliana en un abrazo. Liza se acercó a ella en una manera más "delicada" si así se le puede decir.

Juls, hola. también abrazó a la modelo.

Adelante pasen.

El par de amigas hicieron su camino dentro del departamento. El aroma de café inundaba todo, y unas melodías calmadas recibían a Liza e Irina al entrar. Se sentaron en los bancos altos, justo junto a donde la encimera.

¿Cómo estás? ¿Cómo te trata Nueva York? – preguntó Irina, Juliana achicó sus ojos como cuestionando a la modelo rusa, pero prefirió no prestar atención a lo que había dicho.

Mmm, bien, creo que nada ha cambiado desde... ayer. – Liza negó con la cabeza, y recibió un golpe de Irina.

Okay, qué bueno...– Dijo Liza. La actitud de ambas estaba confundiendo a Juliana más de lo normal.

Lo es...– agregó Irina. – Y bien, ¿Quieres hablarnos de algo?

Juliana regresó con las tres tazas y un plato con galletas a un costado de las tazas.

Um, no exactamente, quería sentirme normal por un momento... como antes, tener una plática normal con ustedes. como lo venía haciendo en días anteriores claro, pero algo estaba fuera de lugar, mucho. Liza carraspeó sonrió incómoda.

Muchas cosas no son como antes...pero es bueno el cambio. Sonrió Irina para Juliana.

Un silencio cómodo y merecido apareció entre las tres chicas, ninguna mencionó nada más, disfrutaban del café, o intentaban disfrazar lo difícil que se había tornado ese desayuno para el trio. Severos minutos más adelante, la plática regresaba, y hablaban de cualquier cosa...

ANTOLOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora