54 (el principio del fin)

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N/A: all women do is lie.

— Previamente —
Irina cerró detrás suyo la puerta del apartamento de Juliana, y para el dolor de su corazón sintió la densa vibra después de haber cerrado, como si dentro estuviese llorando el cielo, como estaba a punto de hacerlo afuera avisándoles de un final que estaba cerca.

***
Momento actual, 1 hora más tarde.

Irina se acomodaba por enésima vez ahí en el sofá. Solo a Valentina se le ocurría llamarla tan tarde, y solo a Irina se le ocurría ir. Se volvió a mover en el sofá, lo que llevaba dentro de su chamarra tan esponjosa le estaba evitando sentarse de manera cómoda.

Por otro lado, Valentina miró su teléfono, estaba expectante, cuando sintió la mirada de su amiga tuvo que disimular las ansias que la comían viva.

– Te quedó bien el cabello.– Valentina salió de su trance. – ¿Cuándo te lo hiciste?Irina sabía que lo había hecho horas antes. 

– Temprano.contestóMe gusta tu bufanda... está linda. – claro, había cambiado el tema. 

Gracias, la robé igual que la suéter. – Valentina se rió. – No esté, el que está debajo.–

– Robarle a quién... –

– Mi nemesis.– sonrió la rusa y se cruzó de brazos. – Y bien, me llamaste para pedirme permiso...– Valentina se rió. – O más bien me estás pidiendo perdón. Yo pensé que ya había quedado claro que no era tu mamá. –

Valentina estaba sentada sobre las escaleras que bajan al living mientras que Irina ocupaba un espacio en la esquina del sofá.

Ya sé... – contestó por lo bajo. – Igual como que necesitaba sacarlo. – comentó Valentina con tranquilidad una vez más brindándole toda su atención al móvil.

– ¿Me estás pidiendo permiso para hacer amigos? –

La habitación se quedó en silencio por minutos. Irina contemplaba a Valentina en su quietud y extrañeza; volvía a pensar en lo que le había dicho a Juliana antes. Valentina así le asustaba, quizá no de esa forma en la qué hay que alertarse o en qué algo qué pasa se convierte en un foco rojo, al menos no para Irina... era más bien esta aura dentro del aire que envolvía a Valentina sola, como si ya estuviera lejos de ser la chica que despertó después del accidente, como si se tratara de una Valentina previa al accidente, previo a todo lo que había pasado.

¿Estás...?

Bien, sí... lo estoy. Pasa que me siento a pensar mucho estos días, es eso. – Irina asintió mirándola con una sonrisa. – ¿Has hablado con Liza? – Valentina se rió con tantita acritud dentro del pecho.

No, hace... hace un rato que no hablo con ella.

Okay then.

Irina volvió al silencio, abrazándose a sí misma continuaba contemplando a su amiga, mientras que Valentina ahora miraba fijamente un patrón de manchas en el piso del apartamento, eran de un color rojo oscuro iban de la puerta al primer escalón y se perdían hasta ahí.

No las estaba viendo, las estaba imaginando.

Está raro, ¿no? – Irina salió de sus pensamientos.

¿Qué cosa?

Las manchas en el suelo, no las había visto.

Love, no veo nada de acá.

ANTOLOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora