DOCE. (Regresar.)

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Septiembre 16, 2018, 8:34am, Munich Alemania.

Juliana había llegado al lugar con demasiada anticipación, en los últimos años se le había vuelto costumbre llegar una o media hora antes de cualquier cita que tuviera, en mayor parte se debía a que prefería evitar el tráfico de las mañanas, el otro tanto era más personal. Se sentaba sola, a pensar, recordar a planear.

Una de las cosas en las que más le gustaba pensar era la época en la que fue niña.

Desde el año cero, Juliana había sido un caso especial, el centro de atención, a horas de su nacimiento, su padre tomó una instantánea y para su suerte, Juliana sonreía, no menos de tres horas de haber salido del vientre de su madre y empezaba a robar cámara.

Cuando tuvo cuatro años, tomaba cada oportunidad que tenía para atraer la atención de todos, y nunca fallaba, menos aun con los videos caseros que su papá hacía en cada ocasión especial.

Mientras más el tiempo pasaba y Juliana crecía esto se hacía más evidente, la jovencita con doce años apenas sobresalía en todo lo que hacía y lograba lo que se proponía

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Mientras más el tiempo pasaba y Juliana crecía esto se hacía más evidente, la jovencita con doce años apenas sobresalía en todo lo que hacía y lograba lo que se proponía.

Tenía trece años y las cosas empezaban a ser diferentes, hasta locas...en un momento estaba en su clase de historia y una hora después en un casting con sesión de fotos. Sentía como si las cosas se le fueran de las manos por momentos, pero para eso estaba su familia, sus orígenes, para mantenerla con los pies en la tierra.

En una industria como esa, lo inesperado era normal y lo anormal era aceptado. Su familia le advirtió sobre los peligros que había, y que claro era mejor mantenerse lejos de ellos; los chicos malos con el poder tontísimp de atraer chicas de todos lados, ahí el error de la familia Valdés. No contaban con que ella pudiera ser una de esos "chicos malos" y que varias otras chicas no hubieran podido mantenerse lejos de ella, seguro había pasdo que a ellas su familia nunca les habló de eso, de los peligros.

A los dieciséis no solo se sentía dueña de sí misma, también de todo el mundo, a muy poco estuvo de perder el piso, no podía con la presión del trabajo y eso que guardaba solo para ella no le aligeraba nada lo que sentía.

Su familia era católica, tenían muy arraigadas sus creencias y por si fuera poco su país de origen dejaba mucho que desear cuando se trataba de este tipo de temas.

Tanto su padre como su madre, eran del país vecino, México, un país que no percibe de una manera amable lo "diferente". Las personas se asustan de lo que no conocen, condenan y castigan lo que no pueden comprender.

Por suerte, sus padres sabían un poco sobre lo que rondaba su mente por aquellos días.

"No vamos a regañarte, no es como si uno pudiera elegir, ¿no?"

Pero mis abuelos...–

Tus abuelos son tus abuelos, podrán pensar todo lo que les antoje, nosotros somos quienes viven contigo y vamos a estar contigo, no es como si no te conociéramos mija. – concluyó Macario, su padre, limpiando esas lagrimas que caían por sus mejillas.

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